(La Razón) No se trata de una revolución, pero sí han revolucionado el seminario con este nuevo modo de evangelizar o quizá de romper viejos moldes, a través del rock. Alberto Raposo, delegado de juventud de la diócesis de Alcalá de Henares, en una visita al seminario de dicha diócesis, se acercó a dos seminaristas que estaban tocando unas canciones. Les dijo que él también tocaba la guitarra y en ese momento nació «La Voz del Desierto», uno de los grupos de rock más acreditados que hayan surgido de un seminario.
No tocan en grandes explanadas ni ante miles de espectadores. Su objetivo lo tienen claro: un modo más de evangelizar, por lo que se desplazan de parroquia en parroquia, o a festivales ahí donde les invitan, como en el caso del de la Misión Joven de Madrid, y siempre que sea posible. La popularidad de «La Voz del Desierto» en esta modalidad se ha extendido incluso hasta México o California, desde donde les han llamado, pero han dicho que no: «Somos curas, no rockeros que vamos de gira», asegura Raposo.
Bien visto
«Lo primero es lo primero: los sacramentos. Esto es sólo un modo de rezar y divertirse» responde Raposo a las posibles especulaciones que se puedan crear sobre que los curas se dediquen al rock. "Continúo celebrando las mismas misas y estoy las mismas horas en el confesionario. A la música le dedico el tiempo libre, que es poco", añade Raposo.
Además cuentan con todo el apoyo de la jerarquía. «Hay vicarios de la diócesis que son verdaderos fans nuestros», indica Raposo. Es también la diócesis quien les financia, porque lo que, a primera vista parecería obtener pocos frutos, algunos ha dado. De los cuatro laicos que están en el grupo, dos ya han entrado en el seminario: uno en primer curso y el otro en cuarto. No es el único caso: «La Otra Mejilla», el grupo del seminario de Getafe, ha plegado velas al ver como todos sus integrantes ya se han vestido de negro. Sólo el compositor, Carlos Dorado, sigue en la música.
Hablan de un mensaje quizá algo discordante con el pop-rock pero, sorprendentemente, queda bien. Tampoco quieren saber nada de dinero. Sin embargo, «La Voz del Desierto» vende su último disco a 6 euros. Raposo responde que, lo poco que ganan, junto con lo que reciben de la diócesis, lo destinan a su equipo y actividad musical.
Se desconoce quiénes fueron los primeros, pero en los últimos años han aumentado el número de sacerdotes dedicados al rock, como «Don José», el cura rockero de Badajoz, o el «padre Johnny» en Cataluña, que combina melenas «heavy» y cazadoras de cuero con el alzacuellos. Y como en el caso de los chicos de Alcalá, también en otros seminarios crece la afición por esta música que nada tiene que ver con el canto gregoriano.
Lejos de estar consagrados al rock quieren evangelizar, y parece que «La Voz del Desierto», y antes «La Otra Mejilla», lo han tomado en serio. ¿Proyectos de futuro? Ninguno concreto; seguir tocando para transmitir «el mensaje» y pasárselo bien en medio de la teología y los rezos: revolucionar el seminario.