(La Razón) La comunidad hispana se vuelca con la visita del Pontífice. La comidilla a la salida de misa en Mount Pleasant, el vibrante barrio latino de la capital estadounidense, giraba este domingo en torno a un solo asunto: «no hay boletos». Flor Arias, de origen colombiano, sentía no haber conseguido una entrada para ir a la misa que celebrará el Papa Benedicto XVI, que llega esta noche a EE UU, en el estadio de béisbol de los Nationals.
La escena proporcionaba una ventana a la comunidad católica estadounidense, que tiene hoy un innegable rostro hispano. Los latinos abarrotan las iglesias que, por supuesto, arropan tanto a documentados como a indocumentados. Desde los años 60, la afluencia de esta comunidad es tan acusada que, gracias a ella, se habla de un nuevo renacimiento del catolicismo en EE UU.
El padre Javier Santaballa es también reflejo de esta comunidad de fe en ebullición. Este madrileño de 37 años oficia la misa en español de la Iglesia de Nuestra Señora la Virgen de Lourdes, en Bethesda, y esta semana está dispuesto a dejarse la piel con la visita de Benedicto XVI. «Yo voy a estar en todos los lugares que pueda. Vamos a ir a las calles, vamos a cantarle ¡Beeeenedicto! y vamos a decirle que le queremos, que estamos con él». Su parroquia ha sido elegida por el obispo de Washington, Francisco González, para que mañana, día en que el Pontífice cumple 81 años, vayan a cantarle a la Nunciatura el cumpleaños feliz.
«Hay muchísima ilusión», asegura. «Mucha más entre los hispanos que entre los americanos, es impresionante la diferencia». El padre Javier cree que la presencia latina estos días va a ser más que evidente. «El que no lo vea es que no tiene ojos. Se va a notar en las calles. Primero porque los hispanos somos gente de calle y, segundo, porque la mayoría somos católicos y tenemos un entusiasmo grandísimo».
A la hora de repartir entradas para asistir a la misa papal, la archidiócesis de Washington se ha preocupado mucho de que la diversidad de sus feligreses esté bien representada. Los tickets se han repartido en función a la proporción de parroquianos que asisten a las misas dominicales, y las cuatro primeras iglesias según este criterio son parroquias de mayoría hispana: San Martín de Tours, San Camilo, Santa Catalina de Labouré y el Santuario de los Sagrados Corazones. Ha sido imposible satisfacer la enorme demanda, así que algunas iglesias como la de San Martín han recurrido a poner una pantalla grande para que los que se acerquen puedan ver al Pontífice en directo.
Inmigrantes, savia nueva
Según datos del Centro de Investigación Pew, un tercio de los católicos en EE UU son hispanos y la tendencia va en aumento. Además, más del 50 por ciento de los católicos menores de 25 años son de ascendencia hispana.
Para Rafael Roncal, el director de «El Pregonero», la publicación en español de la archidiócesis de Washington, estos datos evidencian que los recién llegados han remozado los años de gloria de la devoción católica, como ya ocurrió a principios del siglo XX, cuando se dio un renacimiento similar al que se vive ahora con la llegada de los inmigrantes polacos, irlandeses e italianos. Pero esta población quedó absorbida por las siguientes generaciones y muchos abandonaron la iglesia. Hoy, gracias a la nueva ola de inmigrantes hispanos y asiáticos, las iglesias católicas se han convertido en un mosaico de fe. «En muchas archidiócesis de EE UU se requiere a los nuevos seminaristas a que sean capaces de oficiar misas en español, así como en inglés, y más recientemente en tagalo y vietnamita», señala Roncal.
El número de misas en español en al área metropolitana de Washington se han multiplicado de una manera increíble. También, por supuesto, en el resto del país hasta el punto de que hoy 146 de las 195 diócesis en EE UU celebran misas en español.
El padre José Eugenio Hoyos, un colombiano que dirige el Apostolado Hispano de la diócesis de Arlington, ha escrito en el diario «Washington Hispanic» que «la presencia de Benedicto nos tiene que dejar cosas muy positivas sobre todo para la comunidad hispana. Para los hispanos que necesitan escuchar palabras de aliento, de esperanza, de reafirmar mucho más la fe». Este mensaje de esperanza es el que muchos latinos esperan escuchar de Benedicto XVI, quizá durante la homilía de la misa en el estadio de béisbol, cuando está previsto que el Papa pronuncie unas palabras en español.
Marta G. Hontoria , desde Washington