(Agencias/InfoCatólica*) Así lo afirmó el Primado en la homilía que pronunció en la Santa Misa que presidió el pasado domingo, tercero de Pascua y Jornada de la Vida, en la Catedral Primada, en la que concelebró con el arzobispo de Santiago de Chile, cardenal Javier Errázuriz, acompañado de sacerdotes de ese país.
Don Antonio Cañizares recordó que "en nuestro país tenemos la cifra escalofriante de más de un millón de abortos en los últimos veinte años y de más de cien mil en el último año".
Por eso dijo que igual que hoy en día "nos avergonzamos, y con razón, de los tiempos de la esclavitud, que en aquel entonces se justificaba legalmente, no tardará en llegar un día en que nos avergoncemos y arrepintamos de esta cultura de muerte también legalmente establecida".
El Sr. Cardenal afirmó también que hay que "crear una conciencia más profunda y arraigada del don maravilloso de la vida", a la que denominó "cultura de la vida", y manifestó que "sólo el respeto a la vida puede fundamentar y garantizar los bienes más preciosos y necesarios de la sociedad, como la democracia y la paz", al tiempo que señaló que "la injusticia y opresión más grave que corroe el momento presente es esa gran multitud de seres humanos débiles e indefensos que están siendo aplastados en su derecho fundamental a la vida".
Advirtió, además, de que "el mundo actual trata de apagar o poner sordina a tan importante mensaje" a través de "las campañas y la trompetería de los embajadores y servidores de la cultura de la muerte", que "se cierne amenazadora sobre los hombres y los pueblos, sumidos en un invierno demográfico".
Don Antonio Cañizares no dudó en afirmar seguidamente que "una de las más decisivas causas en que se va a jugar el futuro de la humanidad y la salvación del hombre en este siglo y milenio va a ser la causa de la vida", y aseguró que la Iglesia no cejará "en la defensa del hombre amenazado" para que "resuene en nuestra sociedad el Evangelio, confirmación del valor de la vida humana y de su carácter inviolable".
El Sr. Cardenal recordó que Dios "quiere la vida para el hombre, para todo hombre que es engendrado aunque no haya nacido", ante "un mundo de muerte que no respeta suficientemente la vida y siembra muerte, ante una sociedad occidental muy destruida en su humanidad más propia, aunque nos parezca lo contrario o se juzgue esto de catastrofismo".
Por ello, dijo que "la Iglesia sale en defensa del hombre amenazado, en defensa de la vida despreciada y de la dignidad humana preterida o violada" y "clama por el hombre inocente, da la cara por el indefenso con energía, apuesta fuerte por la vida, por toda vida humana".
Así, don Antonio Cañizares explicó que "la Iglesia no puede callar y dejar de anunciar este Evangelio" e indicó que, si al final del siglo XIX la Iglesia no podía callar ante los abusos sociales existentes, menos aún puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado tristemente no superadas, se añaden en tantas partes del mundo injusticias y opresiones incluso más graves, consideradas como progreso".
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