(Agencias/InfoCatólica) Durante la lectio divina ante la comunidad del Pontificio Seminario Mayor de Roma, el Papa Benedicto XVI invitó a recuperar la alegría de ser cristiano. El Papa alertó contra el “falso pesimismo” que insiste en que el cristianismo está acabado, y contra el “falso triunfalismo” de quien estima su vocación sin humildad. Asistieron también alumnos del Seminario Menor, del Colegio Capranica, del Redemptoris Mater y del de la Madonna del Divino Amore
“Hay caídas graves, peligrosas, debemos reconocer con sano realismo qué cosas no van bien, cuándo nos equivocamos”, dijo. Pero, añadió, “es preciso estar seguros, al mismo tiempo, de que allí donde la Iglesia muere por el pecado de los hombres, por su falta de fe, al mismo tiempo vuelve a nacer. El futuro es de Dios, realmente: esta es la gran certeza de nuestra vida, el verdadero y gran optimismo que conocemos”. “La Iglesia es el campo de Dios, que vive eternamente”, que da “la herencia verdadera: la vida eterna”.
El Papa fue recibido por el cardenal Agostino Vallini, el rector del Seminario Romano Mayor Rev.Concetto Occhipinti, y recibió el saludo caluroso de los 190 seminaristas y 16 jóvenes en etapa de discernimiento. Al finalizar la celebración, la oración del Papa a la Madonna della Fiducia, el Papa cenó en el Seminario antes de regresar al Vaticano.
Un don que se ha de recibir con alegría y humildad
A los 190 jóvenes el Papa les confirmó en el significado de la elección, única y particular, que el Señor hace a cada hombre: “Ser llamados a conocer el rostro de Cristo, a ser católicos, es un don. Debemos estar alegres porque Dios nos ha concedido esta gracia, esta belleza de conocer la plenitud de la verdad de Dios, la alegría de su amor”. “Elegido” es una palabra que indica al mismo tiempo “privilegio y humildad” pero no “triunfalismo”.
Tres versículos tomados de la carta de San Pedro inspiraron la meditación del Papa, que habló sin papeles, manifestando su alegría al ver a tantos jóvenes que se encaminan al sacerdocio buscando servir al Señor. Reflexionó sobre las palabras de San Pedro, en esa “primera Encíclica”, “llena de la pasión de quien ha encontrado al Mesías, ha pecado después, pero ha permanecido fiel a Cristo”, y que se expresa en un lenguaje culto, que no parece el de un pescador, porque Pedro escribe desde Roma con la ayuda de sus hermanos en la fe, con la ayuda de la Iglesia. “Pedro no habla como sujeto individual, habla ‘ex persona ecclesiae’, como hombre de Iglesia, como persona con su responsabilidad personal, pero no como ‘genio individual’. Habla en la comunión de la Iglesia”
El aspecto martirial de la fe
Pedro sabía que en Roma iba a encontrar el martirio, pero no huye: se encamina a la cruz indicada por Cristo e invita al hombre de hoy a acogerla igualmente: “nadie puede ser cristiano sin seguir al Crucificado, sin aceptar el aspecto martirial de la fe”. «El árbol de la Iglesia no es un árbol moribundo, sino que crece siempre de nuevo. Tenemos motivo para no dejarnos impresionar por los profetas de la desventura, que ven a la Iglesia como un árbol que creció durante dos mil años, pero que al que le ha llegado el momento de morir».
Benedicto XVI señaló que «es cierto que hay naciones cristianas y estamos orgullosos de haber participado a la formación de la cultura [...] Sin embargo, aunque estemos en nuestra casa, también somos extranjeros» en estos países. “Pidamos al Señor que nos ayude a aceptar la misión de vivir en cierto modo como extranjeros, como expatriados, como minoría, siendo al mismo tiempo responsables de los demás, fortaleciendo el bien en nuestro mundo”, concluyó el Papa.