(VIS) En la exposición (Castel Sant’Angelo, 6 febrero - 1° mayo 2013), que se coloca en el marco de las iniciativas del Año de la Fe, han colaborado nueve países con obras de arte que van desde los siglos IV y V hasta los umbrales del siglo XX.
«Es bueno explicar, en primer lugar el porqué de esta exposición. La fe no es sólo un compromiso de los creyentes. Expresa la necesidad del hombre de mirar dentro de sí para captar el deseo de Dios grabado en el corazón de cada persona. El momento cultural en el que vivimos está fuertemente caracterizado por movimientos contradictorios. Por un lado, parece que hay una sensación general de cansancio e indiferencia, que también afecta a la fe. Como si ésta se limitara a un grupo minoritario de personas (...) y ya no tuviese ningún atractivo para los más jóvenes. Por otro, hay un entusiasmo excesivo hacia el progreso científico y las nuevas formas de vida, como si fueran la solución de los graves problemas actuales. No raramente, en este caso, se llega a sostener que es bueno reducir el espacio de la fe a los límites de lo privado y sin que tenga ningún efecto social o cultural. Sin embargo, es fácil comprobar que al mismo tiempo no deja de crecer el deseo de disfrutar de la belleza de la naturaleza y las obras de arte (...) Hoy en día, afortunadamente, todavía se busca algo más importante y más profundo, porque la mente se mueve por el deseo de conocer y admirar (...) por ir en busca de una contemplación de la belleza que no puede ser efímera porque ha creado cultura y se prolonga a través de los siglos suscitando siempre estupor y maravilla por el genio del artista y por lo que éste ha sido capaz de crear movido por su fe y su capacidad interpretativa».
«Precisamente para reforzar este deseo y para hacernos eco de la nostalgia de Dios, a menudo latente en muchas personas -ha proseguido el prelado- hemos decidido organizar esta exposición como un viaje a través de los siglos para conocer a uno de los personajes que siempre ha interesado a los artistas que han intentado comprender su misterio y darle voz. Queríamos narrar "El camino de Pedro en el arte" (...) Pedro es una imagen de la humanidad que busca y encuentra; por desgracia, también es débil y traiciona y, sin embargo, sabe pedir perdón. Movido por el amor, por una experiencia única y arrolladora, lo dejan todo para proclamar al mundo el misterio de la resurrección de Cristo. Un verdadero viaje de la fe, sin tregua, y que los artistas han sabido captar en muchas obras que atestiguan su belleza».
«Esta exposición es un camino para crecer en la fe, pero también es un reto para darse cuenta de la necesidad de creer como una respuesta al interrogante del sentido que la vida plantea. Ante la obra de arte, creyentes y no creyentes, tienen diferentes reacciones, pero la belleza expresada llama a unos y otros a escuchar un mensaje que puede percibirse en el silencio de la contemplación (...) Esta es una de las razones por las que hemos pensado que la muestra no debía estar en un lugar caracterizado religiosamente, sino en un espacio abierto al que todos pudieran acceder sin prejuicios, movidos sólo por el interés del arte. El verdadero arte, por otra parte, sabe cómo desafiar y no se debe recalcar con demasiadas palabras, para evitar el riesgo de banalizar su mensaje».