(Efe) El objetivo del congreso, celebrado 15 años después del Sínodo de Obispos para América, ha sido intensificar la unión y cooperación entre las iglesias de EEUU y Canadá con las iberoamericanas para afrontar problemas y retos comunes.
El cardenal Ouellet afirmó que «los muchos males sociales» que aquejan a América reclaman de parte de los discípulos de Cristo un tratamiento que elimine «el virus mortal del egoísmo, de la envidia y del odio».
«Hay que luchar contra la explotación de los pobres, el comercio ilícito, las leyes injustas en cuanto a la inmigración, la violencia urbana, la desintegración familiar, y muchas otras dolencias», subrayó el cardenal.
Señaló que Cristo responde a estos desafíos mediante el compromiso de sus seguidores por la justicia y la solidaridad, basados en la gracia de la conversión y de la penitencia.
«Que los cristianos de América estemos en las primeras líneas de combate, para que el testimonio de nuestra fe no sea desmentido por nuestra indiferencia y por la falta de coherencia en nuestras vidas», abogó el cardenal, que puso a la Iglesia americana en manos de la Virgen de Guadalupe.
Ante las «inmensas necesidades» de la nueva evangelización, recalcó, «nuestras posibilidades son pobres, pero nuestra fe es grande».
Ante varios centenares de personas, reunidas en la iglesia de Santa María in Traspontina, el cardenal se refirió a la aparición de la Virgen de Guadalupe al indio san Juan Diego y aseguró que las apariciones de 1513 fueron «determinantes» para la transmisión de la fe a los pueblos de América y el despegue de la evangelización.
El prelado canadiense dijo que los cristianos americanos tienen que mostrar la unidad de la Iglesia católica, «que trasciende las fronteras de toda raza, cultura y condición social», y manifestó que el continente que «ha crecido bajo el signo de Cristo Rey y bajo el cayado de Pedro debe transmitir y difundir su fe para ser fiel a sí mismo».
«Los pobres esperan ansiosamente este testimonio, que debe pasar por la caridad sincera, la fraternidad y la solidaridad efectiva con los más desfavorecidos», agregó.
El cardenal indicó que los cristianos tienen que proclamar su fe «con orgullo, en el respeto de la libertad de los demás y conscientes de que tienen que pasar la antorcha de la fe a las nuevas generaciones de la cultura digital».
Congreso inaugurado por el Papa
El congreso «Ecclesia in América» fue inaugurado el pasado día 9 por Benedicto XVI, que exhortó a una mayor solidaridad entre las naciones americanas y expresó su preocupación por el aumento del secularismo y las sectas, así como por las «dolorosas situaciones» de emigración y las desigualdades y bolsas de pobreza existentes en ese continente.
Según el Papa, es «urgente» la educación y promoción de una cultura en favor de la vida «ante la difusión de una mentalidad que atenta contra la dignidad de la persona y no favorece ni tutela la institución matrimonial y familiar».
Exhortó a los americanos a proclamar a Cristo en todos los rincones del continente, «llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes».
El cardenal Ouellet dijo, durante los trabajos del congreso, que la secularización y una globalización cada vez más hostil a la fe están erosionando el cristianismo en América y, para afrontarlo, es necesaria una mayor relación entre las iglesias americanas.
El purpurado agregó que, por ello, la fe cristiana tiene que ser «renovada, actualizada y revitalizada» y que el intercambio de dones y experiencias entre las iglesias del continente americano puede ser muy enriquecedor en esa perspectiva.
El uruguayo Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, denunció que la inmigración hispana a EEUU es objeto de prejuicios, injusticias y violencia cuando no está bien afrontada y subrayó que la Iglesia quiere humanizar el tema migratorio.
Carriquiry recordó que la Iglesia en Estados Unidos considera que los hispanos «no son un problema, sino un aporte».