(InfoCatólica) «Intenté vivir como si Dios no existiera. Fue entonces cuando se me cerró el cielo. Se me formó encima como un cielo de cemento y la vida empezó a ser muy dura». Así cuenta Kiko Argüello en El Kerigma, en las chabolas con los pobres (BuenasLetras) cómo comenzó «ese cielo cerrado» en su vida.
«Había muerto interiormente y estaba literalmente sorprendido de que la gente fuese capaz de vivir cuando yo no era capaz de hacerlo –escribe Kiko Argüello en su libro–. La gente se ilusionaba por el fútbol, el cine... sin embargo, a mí esas cosas no me decían nada (…). Me preguntaba: «¿Pero cómo vive la gente?, ¿cómo logra vivir la gente?». Veía a la gente normal y pensaba: «¿Pero no se preguntan: quién soy, quién me ha creado, qué es la vida?», «¿es que la gente no se plantea esos problemas?», «¿no será que estoy un poco loco, que soy un narcisista, un tipo raro?». Todo esto también me lo planteaba porque sentía que tenía sobre mí como una manta mojada que me hacía buscar la verdad constantemente: «¿Quiénes somos y qué hacemos en el mundo?» Para mí no era indiferente si Dios existía o no existía, sino que era una cuestión de vida o muerte».
«Dios, ¡si existes, ven!»
«En un momento trágico de mi existencia –señala Argüello–, entré en mi cuarto, cerré la puerta y grité a ese Dios: «¡Si existes, ven!, ¡ayúdame porque ante mí tengo la muerte!».
Kiko Argüello ha querido escribir su testimonio personal de cómo encontró a Cristo en medio de una fuerte crisis existencial y, a partir de ahí, el cambio que experimentó en su vida, dando como consecuencia el inicio del Camino Neocatecumenal. Asimismo, el libro contiene un Kerigma «que pueda ayudar –dice el autor–, sobre todo por los contenidos y la antropología, al Sínodo sobre la Nueva Evangelización» que tuvo lugar hace pocos días en el Vaticano.
Un instrumento para impulsar la evangelización
El cardenal Antonio Cañizares señala en el prólogo que «es el Camino Neocatecumenal un don que el Espíritu Santo ha hecho a la Iglesia en el postconcilio, como vía o itinerario para la iniciación o reiniciación cristiana, y como instrumento para impulsar una nueva y vigorosa evangelización».
El prefecto de la Congregación para el Culto Divino subraya que «damos gracias a Dios por las grandes maravillas que Él viene obrando a favor de su Iglesia y de la humanidad a través de este Camino, por las grandes bendiciones y frutos que por medio y a través de este Camino está derramando a favor de su pueblo: frutos de conversión, de vida cristiana, de vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y a la acción misionera de la Iglesia; frutos, asimismo, de caridad, de vida conforme a las bienaventuranzas, de entrega generosa, de familias renovadas y abiertas a la vida».
Un Camino que abre las puertas de la fe a muchas personas
Por su parte el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, hace un comentario a una catequesis de Kiko titulada «Tres Ángeles». El purpurado austriaco señala que «este Camino, tantas veces confirmado y animado por los Pontífices Pablo VI, el Beato Juan Pablo y nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, mediante el anuncio de la Buena Noticia, del Kerigma, ha abierto a muchas personas la puerta de la fe».
«La catequesis de Kiko que se publica aquí –escribe el cardenal Schönborn– representa una fuerte «instrucción para discípulos». Es una llamada a la conversión personal. De esta catequesis me impresiona el hecho de que muestra claramente –y personalmente también a mí– que sin conversión personal no se puede evangelizar. El misionero tiene que ser evangelizado él primero».
De una pastoral de sacramentalización a la evangelización
Kiko Argüello señala en su libro que «es necesario pasar en la parroquia de una pastoral de sacramentalización a una pastoral de evangelización. Porque si la parroquia tiene, supongamos, un territorio con unas quince mil personas, de éstas sólo un diez, un cinco por ciento, sigue viniendo a Misa el domingo; todavía hay un grupo de gente que se casa por la Iglesia, que bautiza a sus hijos, etc.; pero hay otra enorme cantidad de gente que ya no va a la iglesia. ¿Cómo llegar a tanta gente secularizada?».
Argüello da unas cuantas respuestas, «pinceladas» como él dice, y una de ellas es esta: «En los Hechos de los Apóstoles se dice cómo: mediante los milagros. En los Hechos cada kerigma va precedido por un milagro que crea estupor, que crea sorpresa, que abre el oído a las personas, que las prepara a escuchar. Porque la fe viene a través del oído. (…) Son milagros que preparan a la gente a escuchar el anuncio de la Buena Noticia, de la gran noticia que salva al mundo».
¿Qué es el Kerigma?
«No hay cosa más grande en el mundo que el anuncio del Evangelio. «Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad del kerigma». El kerigma no es un sermón, no es una meditación. ¿Qué es el kerigma? Es el anuncio de una noticia que se realiza cada vez que se proclama. ¿Y qué es lo que se realiza? La salvación. Si hoy os anuncio el kerigma, vuelve a realizarse ante vosotros la salvación (…) La palabra evangelio significa Buena Nueva, Buena Noticia. Evangelio y kerigma es lo mismo. Anunciar el Evangelio es anunciar el kerigma. Es importante poder escuchar el kerigma».