(PpE/InfoCatólica) La resolución destaca el papel esencial de la mujer para el desarrollo, «en su función de madres y responsables del cuidado de los niños y otros miembros dependientes de la familia». Afirma que «todos los niños, con independencia de su sexo, tienen el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, y reitera que también las niñas tienen el mismo estatus».
Pide a las delegaciones de la UE en los países en desarrollo que colaboren con los gobiernos de dichos países para garantizar que las niñas disfruten de sus derechos sin discriminación alguna, «acabando con las prácticas carentes de toda ética y discriminatorias de selección prenatal en función del sexo, aborto de fetos de sexo femenino, infanticidio de niñas, matrimonio prematuro sin consentimiento, mutilación genital femenina y, en particular, la prostitución infantil y el turismo sexual», recordando la Resolución del Parlamento Europeo, de 5 de julio de 2012, sobre el escándalo de abortos forzados en China.
Recuerda que la UE y los Estados miembros «deben tener en cuenta los derechos y deberes de los progenitores, tutores legales u otras personas legalmente responsables de los niños cuando se trate de los derechos del niño en el contexto de la ayuda al desarrollo».
Afirma que la Unión no deberá prestar ayuda a ninguna autoridad, organización o programa que promueva, apoye o participe en la gestión de cualquier acción que implique violaciones de los derechos humanos como el aborto forzado, la esterilización forzosa de mujeres y hombres, o la determinación del sexo del feto a efectos de selección prenatal o infanticidio, en particular cuando estas acciones establezcan sus prioridades con respecto a la presión psicológica, social, económica o jurídica.
En opinión de Leonor Tamayo, coordinadora del Área Internacional de Profesionales por la Ética, «la Resolución del Parlamento Europeo contiene muchos aspectos positivos en relación con el derecho a la vida de los no nacidos y el papel de los padres. Nos gustaría que la UE aplicase estos mismos principios a la realidad europea, donde el aborto y la selección prenatal embrionaria es una realidad, la maternidad no está en absoluto protegida ni los derechos de los padres salvaguardados».