(Agencias/InfoCatólica) Benedicto XVI aseguró que «si el amor de Dios hecha raíces profundas en una persona, ésta se encuentra con la capacidad de amar a quien no lo merece, como lo hace Dios con nosotros».
El Papa puso como ejemplo el hecho de que los padres aman a los hijos no sólo cuando lo merecen. Los aman siempre, aunque naturalmente les hacen comprender cuando cometen errores.
El Santo Padre explicó que los creyentes aprenden en su vida espiritual a mirar al prójimo con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo: «Una mirada que parte del corazón y no se queda en la superficie, va más allá de las apariencias y alcanza a captar las profundas expectativas del otro: que abriéndome al otro como es, ayudándole, siendo disponible, yo me abro también a conocer a Dios, a sentir que él existe y es bueno».