(Efe) «Perdonarme, mis ojos no funcionan bien», dijo el Papa mientras se colocaba bien las gafas y hacia un esfuerzo por ver las letras, mientras los rayos de sol le cegaban momentáneamente.
El Obispo de Roma explicó que la fiesta de Todos los Santos resalta el doble horizonte de la humanidad, que se expresa con las palabras tierra y cielo, «la primera representa el camino y el cielo es la eternidad, la plenitud de la vida en Dios». Con la fiesta de hoy, prosiguió el Papa, «saboreamos» la belleza de esta vida de «apertura total hacia Dios».
«Con esta fe llena de esperanza veneramos a Todos los Santos y nos preparamos a conmemorar mañana a los fieles difuntos. En los santos vemos la victoria del amor sobre el egoísmo y sobre la muerte, vemos que seguir a Cristo lleva a la vida, a la vida eterna y da sentido al presente y a cada momento que pasa, ya que lo llena de amor y esperanza», afirmó.
Sólo la fe en la vida eterna «nos hace amar verdaderamente el pasado y el presente, dijo el Papa, que añadió: «Pero sin atarnos, en libertad».
Como es habitual, Benedicto XVI saludó en diferentes idiomas a los fieles presentes, entre ellos español, a los que dijo que «como Iglesia peregrina, los seguidores de Cristo celebran hoy con gozo» la Solemnidad de Todos los Santos, «la memoria de aquellos que son llamados amigos de Dios, cuya compañía alegra los cielos».
«Que también nosotros, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia, invocando a la bienaventurada Virgen María, encontremos en ellos ejemplo y ayuda para alcanzar las promesas de Cristo», afirmó en español.