(Yolanda Obregón/InfoCatólica) Jouve es catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares, presidente de CíViCa, asociación de profesionales e investigadores por la Vida, y uno de de los promotores del Manifiesto 25 de marzo a favor de una investigación biomédica respetuosa con la vida humana.
Entre los ponentes que el pasado lunes 8 de octubre, presentaron en la Universidad CEU San Pablo el libro del profesor Jouve, Víctor Gago resaltó el carácter imprescindible para profesores, maestros y periodistas de libros que, como El manantial de la vida, ofrecen un arsenal de motivos para la desideologización del pensamiento científico. Cuando la divulgación científica se ancla en la verdadera ciencia, que es la que parte del acervo antropológico de la civilización cristiana, desacredita por completo a quienes la secuestran hoy con los eslóganes de las ideologías. Y tal es el caso de la labor científica y divulgativa de Nicolás Jouve.
Previamente, Eugenio Nasarre, diputado por el Partido Popular, había llamado la atención acerca de las claves del gran problema actual: la guerra civil soterrada que se libra en torno a la quiebra del consenso previo que ha reinado en occidente acerca de los valores. La quiebra del consenso moral en la sociedad, que existía desde la Ilustración, mantiene esa guerra oculta –dijo Nasarre– que ha permitido que el concepto de dignidad haya perdido su universalidad y ahora se postule selectivamente: hay vidas menos dignas que otras, la dignidad ya no se predica de todo ser humano por serlo, y el emparentamiento de la especie humana con otras especies extiende a los animales derechos que se niegan a algunos humanos, haciendo abstracción de que no hay derechos sin deberes ni conciencia.
La categoría que sostiene esta batalla es ahora la autonomía de la voluntad, y conduce al fin de la civilización occidental y a una sociedad post-humana, a través de un deslizamiento casi insensible que se abre fácilmente camino haciendo efectiva una perversión de la noción de compasión, en la que se amparan la tentación eugenésica y la tentación eutanásica, así como ideas que relativizan la dignidad humana como el Proyecto Gran Simio. Finalmente, Eugenio Nasarre invitó a la lectura de El manantial de la vida, como contribución indispensable para los profanos que deseen sumarse al gigantesco esfuerzo en el que nos jugamos el futuro de la civilización y de la humanidad.
Por su parte, Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir, hizo hincapié en sus palabras de presentación sobre la calidad del autor en todas sus facetas: como profesor, como científico, como excelente divulgador y –recalcó– como ciudadano consciente que, además de a las tareas mencionadas, se emplea en actividades cívicas consecuentes con su compromiso; y, así, promueve el Manifiesto de Madrid, funda la asociación CíViCa y sale a la calle cuando se convocan manifestaciones ciudadanas que van en el sentido de su responsabilidad con la idea de que no todo lo posible científicamente es éticamente aceptable y de que la ciencia no se puede edificar haciendo abstracción de sus consecuencias.
Ciencia y moral
En último lugar y brevemente, tomó la palabra el propio autor, quien aclaró su intención inicial al escribir este libro: salir al paso de una de las más frecuentes acusaciones a la ciencia experimental: el descuido o desatención a los aspectos morales. Si bien es cierto, y así debe ser –explicó el profesor– que el método científico es, literalmente, infalible, en el sentido de que no puede fallar y que lo que se demuestra cierto empíricamente ha de ser aceptado, no lo es menos que ese requisito –la indispensable aceptación de lo que se ha demostrado mediante el método científico– ha de serlo precisamente para poderse compatibilizar con el avance moral. Finalmente, el profesor Jouve anunció que en breve se oirá hablar de una iniciativa europea llamada Uno de nosotros, que recabará apoyo en toda Europa para que desaparezca todo ataque a la vida.
Antes de cerrar el acto, el público pudo entablar un diálogo con los ponentes. Entre los numerosos asistentes que llenaron el salón de Grados de la Universidad CEU San Pablo, hicieron aportaciones al diálogo Gádor Joya, portavoz de Derecho a Vivir, y Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de Política Familiar.