(Aica) En una entrevista con la cadena televisiva CNN, Melinda Gates precisó que para ella, católica, dar a las mujeres un acceso mejor a la anticoncepción es un compromiso a tiempo completo. Y en el «Guardian» reconoció su dificultad como creyente, consciente de que los 450 millones de euros representan un desafío a la jerarquía eclesiástica.
«En realidad, dice el periódico vaticano, la filántropa americana va desencaminada, pues está obnubilada por una mala información y por tópicos que persisten en este tema. Creer todavía en una Iglesia católica que, contraria al preservativo, deja morir a mujeres y niños por intransigencia misógina es una lectura infundada y grosera».
El método de regulación natural «Billings»
«Como escribió Pablo VI, continúa la nota de Galeotti, en la Humanae vitae (tal vez la víctima más notable de este tipo de deformación), la Iglesia es favorable a una regulación natural de la fertilidad, es decir, a los métodos fundados en la escucha de las indicaciones y de los mensajes proporcionados por el cuerpo. Para demostrar que no se trata de bizantinismos abstractos, sino de medidas concretas y eficaces, recordemos a los esposos australianos John y Evelyn Billings, quienes descubrieron el método de regulación natural de la fertilidad llamado BOM (Billings Ovulation Method): así las mujeres pueden saber si son fértiles o no, y partiendo de esta realidad pueden elegir su comportamiento sexual.
Un ejemplo desconocido pero clamoroso del éxito del BOM fue su aplicación en China. El Gobierno comunista de Pekín estaba muy interesado en un método de regulación que no costara nada y no perjudicara la salud de la mujer, un método considerado seguro al 98 por ciento.
Además de las acusaciones infundadas de fracaso y poco éxito que se siguen haciendo todavía hoy, respecto del método Billings se alberga un escepticismo generalizado, o tal vez una sonrisa de condescendencia por un recurso considerado a-científico, pre-científico, primitivo y terriblemente ingenuo. Se trata de acusaciones infundadas, y probablemente generalizadas no por casualidad.
Lo que pasa es que, a los ojos de cierta parte del mundo, el BOM tiene un doble inconveniente. Ante todo, tratándose de un método sencillo de entender y fácil de adoptar, las mujeres mismas, incluso las analfabetas, pueden gestionarlo con autonomía y de forma consciente, sin necesidad de ninguna forma de mediación.
En segundo lugar, y sobre todo, su pecado original e imperdonable consiste en ser un remedio completamente gratuito. Aspecto por el cual, evidentemente, es muy mal visto por las industrias farmacéuticas, que con la anticoncepción química obtienen en cambio ganancias enormes. Como por lo demás sucederá gracias a la filantropía de la señora Gates, dice la nota.
«Cada uno es libre de hacer beneficencia a quien quiera. Pero no lo es tanto de obstinarse en la desinformación, presentando las cosas por lo que no son», concluyó Giulia Galeotti.