(EP) En cualquier caso, y aunque ha afirmado que en las personas con quienes se ha encontrado en estas horas ha leído «desconcierto y preocupación», ha indicado que también ha visto «la decisión de continuar el servicio silencioso y fiel al Papa» y la «serenidad» del Pontífice para gobernar la Iglesia «con determinación y clarividencia».
Concretamente, ha apuntado que ha visto a Benedicto XVI «entristecido» y «especialmente dolido» por el escándalo porque, a su juicio, el Pontífice ha sufrido «un ataque brutal» al ver cómo se publicaban esos documentos robados –informaciones, reflexiones, manifestaciones de conciencia, incluso desahogos–. Sin embargo, Becciu ha recordado que en el Papa prevalece la «piedad» por la persona implicada.
En esta línea, ha puntualizado que la investigación está en curso y que «ha habido, hay y habrá un respeto riguroso de las personas y de los procedimientos previstos por las leyes vaticanas». Asimismo, ha defendido la rapidez con que la Oficina de información de la Santa Sede difundió la noticia en cuanto se certificó el hecho, a pesar de ser «un shock» para todos.
Sobre las reacciones que han surgido en el mundo, ha indicado que «preocupan y entristecen las modalidades de la información, que suscitan reconstrucciones fantasiosas que de ningún modo corresponden a la realidad». Así, ha añadido que es «lamentable» que se tenga una imagen de luchas y sospechas en el Vaticano ya que es una idea «deformada».
Además, ha pedido a los periodistas que han informado sobre el caso «un poco de honradez intelectual y de respeto de la ética profesional más elemental». «Me parece que detrás de algunos artículos se esconde una hipocresía de fondo. Por una parte, se critica el carácter absolutista y monárquico del gobierno central de la Iglesia; y por otra, se escandaliza porque algunos, escribiendo al Papa, expresan ideas o incluso quejas sobre la organización del gobierno mismo», ha expresado, al tiempo que ha aclarado que lo que reflejan las cartas es «libertad de pensamiento».