(El Universal/InfoCatólica) “En miras a una madurez cívica de nuestro país, sería saludable la aprobación de la reforma a los artículos 24 y 40 de nuestra Carta Magna, si con ello crecemos en el reconocimiento de los derechos humanos y del fortalecimiento del Estado que sea garante e impulsor de todos los derechos para todos”, dijo.
El prelado expuso que la Iglesia está convencida de la conveniencia de una adecuada separación entre las estructuras políticas y las instituciones religiosas, que es la definición del Estado laico, donde se reconoce su imparcialidad e independencia frente a las distintas religiones.
El arzobispo primado de México precisó que un Estado laico positivo es aquel que tiene la capacidad de reconocer y tutelar el derecho de la libertad religiosa que le corresponde al hombre individual y socialmente considerado. El derecho a la libertad religiosa, explicó, implica la libertad de creer o no creer y de vivir conforme a las propias creencias de tal forma que no se obligue a nadie a actuar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella.
Los artículos de la Constitución que pueden ser reformados
Tras sus observaciones, el purpurado puntualizó que debe quedar claro que la Iglesia no se opone a la aprobación de la reforma al artículo 40 de la Constitución, que declara a la República como laica, pues de facto ya lo es, y es adecuado que lo siga siendo. Bajo estas mismas premisas, demandó la aprobación a la reforma al artículo 24, para elevar a nivel constitucional la libertad religiosa que, insistió, no es otra cosa que el reconocimiento al derecho que tienen los ciudadanos para vivir y expresarse conforme a sus principios y creencias.
Ante las opiniones de quienes se han manifestado contra la reforma al artículo 24 porque significaría mayores privilegios para la religión católica, el cardenal Rivera Carrera señaló: “Que quede muy claro a la opinión pública nacional, la Iglesia no busca con esta reforma remover el carácter laico de la educación pública, tampoco pretende interferir en los asuntos que son propios del Estado, lo único que pide es que se reconozca el derecho humano a todo ciudadano a la libertad religiosa”, abundó.
Conversión individual y social
Antes, en la celebración dominical, el arzobispo primado de México se refirió a la necesidad de cambio que toda sociedad necesita. “Sólo los hipócritas pueden decir que son tan justos y tan santos que no necesitan conversión, sólo los cínicos pueden decir que ellos están libres de culpa y por eso pueden arrojar no sólo la primera piedra sino insultar y destruir al que se les ponga enfrente”, expresó.
Así, anotó, “la causa de los males no está en el gobierno, la Iglesia, los partidos, los empresarios, los medios de comunicación, los jóvenes, la izquierda, la derecha, el esposo, los hijos, los papás, ni se puede acusar que todos son los que andan mal menos el propio individuo”.