(EP) Santiago Calvo, que en la actualidad es canónigo de la Catedral de Toledo y fue secretario particular del cardenal Marcelo González durante 43 años, ha escrito un artículo titulado «Aniversario del caso Añoveros», con motivo del 38 aniversario del conocido como caso Añoveros, para sacar a la luz “algunos detalles que aún no han sido publicados y que influyeron en la solución de aquel problema”.
En declaraciones a Europa Press, el propio Calvo ha manifestado que vivió aquellos momentos “con gran tensión y preocupación”, ya que acompañó al cardenal Marcelo González en todas las reuniones que tuvo en Madrid tanto con el jefe del Estado, Francisco Franco, como el presidente del Gobierno, Arias Navarro, con el fin de solucionar el problema.
Además, ha calificado el choque que se vivió entre el Estado y el Gobierno en aquellos días como “estrepitoso” afirmando que las consecuencias hubieran sido “tremendas” para el régimen franquista de haberse llevado a cabo la intención de denunciar el Concordato con la Iglesia y romper las relaciones con la Santa Sede.
Todo empezó con una homilía
En su artículo, Calvo señala que este problema surgió después de que Mons. Añoveros enseñara a algunos obispos “de su especial amistad”, en febrero de 1974, durante una reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en una casa de Ejercicios de El Escorial, la catequesis-homilía que quería que se leyera en todas las misas que se celebraran el domingo en su Diócesis, la de Bilbao. “El texto llegó enseguida a manos del Gobierno de España –presidido por Arias Navarro– que exigió que no se pronunciara, por considerar que constituía un atentado a la unidad de España”, añade Calvo.
No obstante, el obispo de Bilbao insistió en que esa homilía se leyera y así se hizo, lo que propició que el Gobierno dispusiera el confinamiento de Añoveros en su domicilio y un avión en el aeropuerto de Sondica para trasladarle fuera de España junto con su vicario general, don José Ángel Ubieta, “acusado de ser el principal inspirador de la homilía”. Calvo señala en su artículo que Añoveros se negó a salir de su Diócesis y que el Gobierno presionó para que se expulsara al Nuncio de Su Santidad, el presidente de la Conferencia Episcopal y la Secretaría de Estado del Vaticano, por lo que la tensión llegó “al mayor nivel”.
Ante esta situación, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, consciente de que la solución a este problema estaba en la intervención directa de Franco sobre el Gobierno de Arias Navarro, solicitó una entrevista con él, “que no le fue concedida”, relata Calvo.
Piden a Don Marcelo que vea a Franco
La situación se complicaba y los que eran en aquel entonces arzobispos de Barcelona, Zaragoza y Pamplona llamaron al Primado para que intentara ver a Franco con el fin de “arreglar el asunto de Añoveros”. Según relata Calvo, el arzobispo de Barcelona le dijo a don Marcelo que el ambiente en esta ciudad estaba “muy encrespado” y que podía “producirse una revolución” con la expulsión de Mons. Añoveros, mientras que el arzobispo de Bilbao le manifestó que la expulsión “traería unas consecuencias terribles”.
Con todo, señala que después de varias llamadas realizadas por él mismo logró contactar con el jefe de la Casa Civil del Generalísimo, Fernando Fuertes de Villavicencio, que le comunicó que Franco les recibiría, al cardenal González y al propio Calvo, a las 11.00 horas del 4 de marzo de 1974.
Durante los 28 minutos de reunión, el cardenal le transmitió a Franco la problemática y –según le relató a su secretario tras la reunión– el jefe del Estado no reaccionó al hecho de que se pudiera producir una revolución en Barcelona o a las consecuencias internacionales que pudiera tener la expulsión de Añoveros.
Franco reaccionó ante el temor de ruptura de relaciones con la Santa Sede
Reaccionó, añade, cuando don Marcelo le habló de las consecuencias que la expulsión podría traer para los sacerdotes de toda España –unos 22.000– la ruptura de las relaciones con la Santa Sede. Franco accedió a que el primado de España pudiera ir a ver a Arias Navarro, y el propio cardenal manifestó: “No sé si tendremos éxito, me da la impresión que el generalísimo está bien dispuesto, pero el problema puede estar en el Gobierno. En fin, Dios proveerá”, añade Calvo.
Según relata el secretario particular del cardenal Marcelo, tras una hora de reunión con Arias Navarro, el purpurado salió con “impresión pesimista” sobre una posible solución satisfactoria al problema. “Yo ya no he podido hacer más”, le dijo. Finalmente, la expulsión de Mons. Añoveros no llegó a producirse.
Días después de este incidente, el ministro de Justicia por aquel entonces, Francisco Ruiz Jarabo, comentó a don Marcelo que “se había salvado la situación” gracias a una “intervención genial” de Franco en el Consejo de Ministros del 8 de marzo de 1974 en el que habló de las “consecuencias graves” para los 22.000 sacerdotes españoles que podría tener la expulsión del obispo de Bilbao.
Ante lo cual, el secretario particular asegura que el cardenal le dijo al ministro: “Pues ese fue el razonamiento que yo le hice y esas mismas palabras le dije yo al generalísimo en la audiencia que tuve con él el pasado día 4”. Finalmente, añade que Ruiz Jarabo quedó sorprendido y afirmó: “Esto lo ignorábamos los ministros. Usted con su intervención ha facilitado una salida airosa y nos ha salvado de una situación que hubiera sido terrible si se produce la expulsión de Añoveros”.