(InfoCatólica) Reproducimos por su interés el texto del obispo de San Sebastián, que acaba de regresar de su viaje al Cuerno de África:
Nota de D. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, para que sea leída en todas las parroquias, monasterios, santuarios y comunidades donde se celebre la Eucaristía Dominical:
- Hoy, Día del Señor, celebramos la Eucaristía en un contexto inmediato muy concreto, después de que la organización terrorista ETA ha hecho pública la decisión de “cese definitivo de su actividad armada”. La eucaristía es “acción de gracias”, y hoy agradecemos a Dios poder ver más cerca la ineludible y urgente disolución de ETA.
- En esta Eucaristía, queremos recordar de forma especial a cada una de las víctimas del terrorismo. Seguimos estando unidos a las familias que sufren, a veces en el silencio de la soledad, la injusta ausencia de sus seres queridos, que son los nuestros. La comprensible ilusión social generada por la noticia del cese de la violencia terrorista, no puede acallar el dolor de las víctimas, que no ha cesado.
- Además, queremos dar las gracias a quienes, desde la primera acción terrorista, y de forma desinteresada, se han comprometido públicamente contra la violencia y han trabajado por la paz, a título individual, en asociaciones eclesiales y civiles, en los partidos políticos, en la judicatura, en los medios de comunicación social, en las fuerzas de seguridad…
- El trabajo que se nos presenta a partir de este momento sigue siendo grande. Como Iglesia del Señor, queremos ofrecernos a Dios y, con su ayuda, a la sociedad, como instrumentos de reconciliación, para que las heridas abiertas puedan llegar a sanarse. Haciendo nuestra la oración de San Francisco de Asís, le pedimos a Dios en esta Eucaristía: “Señor, haz de nosotros un instrumento de tu paz”.
- Esta tarea de pacificación y reconciliación debe comenzar desde el interior de nuestros corazones, de forma que cada uno de nosotros completemos el camino de nuestra conversión personal, acogiendo a Cristo como aquel que ha derribado los muros que nos separan y haciendo posible una sociedad donde el vínculo de la caridad no sea una utopía y donde la verdad sea buscada en libertad y aceptada con humildad. Los cristianos estamos implicados personalmente y como Iglesia en esta tarea y ponemos al servicio de todos nuestra fe.