(377) Amoris lætitia–5. Imputación, conciencia y normas morales
–¿Y no se cansa usted de escribir sobre estos temas?
–Un poco sí, pero me aguanto. Es necesario que lo haga, porque Dios lo quiere y me ayuda.
En el artículo anterior (376) ¿Atenuantes o eximentes?… consideré una a una las atenuantes que Amoris lætitia indica en los números (301-302), y dejé para el artículo presente el análisis, también allí enumerado, del más complejo tema de la imputación.
–Imputabilidad y culpabilidad
(301) «Ya no es posible decir que todos los que están en una situación llamada “irregular” viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante»
(302) «“La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas o incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales” (Catecismo 1735) […] Por esta razón, un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada»[Nota (345): cf. Pontif. Consejo Textos Legislativos, sobre la comunión y divorciados vueltos a casar, 2; 24-VI-2000]».
(303) «A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos, podemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra [sic] concepción del matrimonio. Ciertamente, que hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia. Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad que aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo. De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena».
(305) «A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado –que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno– se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia». El texto remite aquí en la nota (351) a «la ayuda de los sacramentos» –sin decir cuáles–, pero aludiendo de modo indirecto al posible acceso de los divorciados vueltos a casar a los sacramentos de la Penitencia –no sea ésta una cámara de tortura– y a la Comunión eucarística –no reservada a los perfectos–.
* * *
Una anécdota misionera muy elocuente. Con ella inicio mi reflexión crítica de los párrafos citados. En mi libro Hechos de los apóstoles de América (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2003, 3ª ed., 557 pgs.) cito un caso que puede ponerse en relación con el «dinámico» proceso de conversión, en el que los adúlteros y otras parejas irregulares deberían supuestamente ir hacia la unión con Dios caminando por un camino que Dios prohíbe; y que incluso podrían estar «en gracia» de Dios, que no les reclamaría por ahora más de lo que van viviendo, aunque no hubieran alcanzado la conducta «ideal».
«Según informaba Alejandro Humboldt, citando la carta de unos religiosos, todavía a comienzos del XIX duraba esta miseria [de la antropofagia] en algunas regiones de evangelización más tardía: “Dicen nuestros Indios del Río Caura [afluente del Orinoco, en la actual Venezuela] cuando se confiesan que ya entienden que es pecado comer carne humana –escriben los padres–; pero piden que se les permita desacostumbrarse poco a poco; quieren comer la carne humana una vez al mes, después cada tres meses, hasta que sin sentirlo pierdan la costumbre”» (340-341) (Essai Politique 323: cf. S. Madariaga, El auge y el ocaso del Imperio español en América, Espasa-Calpe, Madrid 1985, pg. 385).
Los misioneros, por supuesto –ya conocemos la mentalidad católica de la época–, se mantuvieron inflexibles, sujetando a los catecúmenos a la prohibición absoluta de la antropofagia (intrinsece malum, semper et pro semper) exigida por la ley divina y natural, con el rigorismo moralista de un corazón duro (ironía). Y aunque empleaban modos pastorales tan rudos (ironía), consiguieron sin embargo evangelizar a aquellos indios. Es decir, consiguieron erradicar no sólo en los cristianos, sino con el tiempo en toda la nación, la antropofagia y otros males gravísimos, como la poligamia, concediéndoles los dones que Dios –más que reclamárselos– quería comunicarles por su gracia… ¡Qué grandes son el poder y la misericordia de Dios! Y qué fuerza tienen los hombres cuando obran movidos por Dios, según su voluntad.
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La doctrina católica de la imputabilidad, ya desde antiguo y en nuestros días, ha tenido siempre en la Iglesia un desarrollo muy perfecto. Se expone, por ejemplo, en el artículo de Néstor Martínez, Algunas observaciones sobre la imputabilidad en Amoris Lætitia.
La Iglesia nunca ha confundido la imputabilidad externa, que considera las acciones y situaciones de las personas, y la culpabilidad interna de la conciencia personal. Es clásico el adagio, «de internis neque Ecclesia iudicat». Pero, sin embargo, suspendiendo el juicio sobre la íntima conciencia de las personas, la Iglesia siempre ha juzgado sus acciones o situaciones cuando eran incompatibles con la ley moral, sea la ley natural, inscrita por Dios en los corazones y proclamada por él en el Decálogo, sea por las leyes de Cristo y de la Iglesia.
Siempre ha creído la Iglesia que «todo acto directamente querido es imputable a su autor» (Catecismo 1736). Siempre ha mantenido que «cometida [y sobre todo, mantenida] la infracción externa, se presume la imputabilidad, a no ser que conste lo contrario» (Dº Canónico, c. 1321,3). Por eso la Iglesia, sobre todo cuando se trata de acciones cuyo objeto moral es intrínsecamente malo, cualesquiera que sean las circunstancias o intenciones, prohíbe a los quebrantadores de la ley de Dios ciertos actos, como la comunión eucarística, aunque con ello no juzga la conciencia de las personas. Y por eso establece: «no deben ser admitidos a la sagrada comunión… los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave» (c. 915): adúlteros, uniones homosexuales, polígamos, terroristas, pedófilos, homicidas, abortistas, etc. Y el concilio de Trento «establece y declara que aquéllos a quienes grave la conciencia de pecado mortal, por muy contritos que se consideren, deben necesariamente hacer previa confesión sacramental, habida posibilidad de confesar» (Denz 1661).
Como dice Néstor Martínez, la culpabilidad personal nunca puede verse. Sólo Dios tiene acceso a la inviolable conciencia secreta de las personas. Pero como «todo acto directamente querido es imputable a su autor», y más si en él persiste, en casos tan graves como el divorcio y el adulterio, tan explícitamente prohibidos por Dios, «se presume la imputabilidad, hasta prueba o indicio en contrario, pues se parte de la base de que las acciones las realizan personas conscientes y libres». Personas además que, si son cristianos, conocen el Decálogo y el Evangelio.
Es verdad que comete sacrilegio quien comulga sin estar en gracia de Dios, como ya lo advirtió San Pablo: «examínese el hombre», no sea que comulgando indignamente, «coma y beba su propia condenación» (1Cor 11,27-31). Pero cuando la Iglesia prohíbe la comunión de los adúlteros no lo hace por estar segura de que no están en gracia de Dios, sino porque «su estado y situación de vida contradicen la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía» (Familiaris consortio 84; cf. Sacramentum caritatis 29).
El mismo Papa, San Juan Pablo II, que reitera esa prohibición secular, declara que «el juicio sobre el estado de gracia, obviamente, corresponde solamente al interesado, tratándose de una valoración de conciencia. No obstante, en los casos de un comportamiento externo grave, abierta y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al Sacramento, […] no permite la admisión a la comunión eucarística a los que “obstinadamente persistan en un [una situación de] manifiesto pecado grave” (canon 915)» (2003, enc. Ecclesia de Eucharistia 37). La Iglesia fundamenta su decisión en una contradicción objetiva-externa, no en una estado subjetivo-interno.
–Leyes morales y conciencia
Por otra parte, aunque deba distinguirse la imputabilidad exterior y la culpabilidad interior, no deben separarse fácilmente la una de la otra, como si entre mandato natural-divino y conciencia personal no hubiera un vínculo profundo.
Esa separación puede darse con una frecuencia inmedible en los paganos, en aquellos, por ejemplo, que viven la poligamia con buena conciencia y con ignorancia invencible. Ya lo sabía San Pedro cuando reconocía que «Dios acepta (“dekto”: se agrada, tiene en su gracia) al que lo teme (lo reconoce y venera) y practica la justicia (según la recta razón, se entiende, muy condicionada por su cultura y religión), sea de la nación que sea» (Hch 11,34-35).
Pero en los cristianos la vinculación de la conciencia personal a los mandatos de Dios y de la Iglesia es muy profunda. Y no debe concederse con facilidad, por ejemplo, la buena conciencia de un bautizado, suficientemente evangelizado y catequizado, que conoce los mandatos del Decálogo («no cometarás adulterio») y los de Cristo («no lo separe el hombre»), obra con buena conciencia si quebranta esos mandamientos y se mantiene en su rebeldía. ¿Cómo estará en gracia de Dios quien desobedece en graves materias sus mandatos?, ¿cómo un cristiano vive en gracia de Dios si prefiere vivir según su voluntad, claramente contraria a la voluntad de Dios? Por ejemplo: si «la fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio» (Catecismo 2353), y ésa es la situación, prohibida por Dios, en la que está viviendo una pareja de adúlteros o de jóvenes convivientes ¿qué deberán pensar ellos, si son cristianos, del estado de su conciencia? ¿Y qué deberá pensar el párroco, aunque en último término suspenda el juicio?
En la Biblia, tanto en el AT como en el NT, es una frase muy repetida que Los que aman a Dios son los que cumplen sus mandatos.
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14,15). «El que recibe mis preceptos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (14,21; cf. 23). Y por el otro lado: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (15,10). «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando» (15,14).
Es verdad que, como enseña Trento en su decreto sobre la justificación, «nadie puede saber con certeza de fe, libre de toda posibilidad de error, que ha obtenido la gracia de Dios» (Denz 1534).
Ya decía San Pablo, «ni a mí mismo me juzgo, aunque es cierto que de nada me acusa la conciencia» (1Cor 4,3-4). Por eso la fidelidad a los mandamientos de Dios y de su Cristo es el índice más fide-digno de que amamos a Dios y de que vivimos en su gracia: «Conocemos que amamos a los hijos de Dios en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues ésta es la caridad de Dios, que guardemos sus preceptos. Y sus preceptos no son pesados» (1Jn 5,2-3). «El que comete pecado, ése es del diablo… En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. Todo el que no practica la justicia, no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano» (3,8-10).
* * *
Esta verificación de la buena conciencia por la fidelidad a los mandamientos de Dios no aparece clara en la AL. En algunos números al menos, parece sugerir que ciertos cristianos pueden vivir en estado de gracia, aunque estén quebrantando durante años graves normas de vida dadas por nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
(291). «Los Padres sinodales han expresado que, aunque la Iglesia entiende que toda ruptura del vínculo matrimonial “va contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos” [311]. Iluminada por la mirada de Jesucristo, “mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan» [312]
(298), «Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas. La Iglesia reconoce situaciones en que “cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, –como, por ejemplo, la educación de los hijos– no pueden cumplir la obligación de la separación”». Aquí la Al remite en un sentido falso a la
Nota (329). «Juan Pablo II (exh. ap. Familiaris consortio 84). En estas situaciones, muchos, conociendo y aceptando la posibilidad de convivir «como hermanos» que la Iglesia les ofrece, destacan que si faltan algunas expresiones de intimidad «puede ponerse en peligro no raras veces el bien de la fidelidad y el bien de la prole» (Vat. II, Gaudium et spes, 51). La cita está aducida en forma deshonesta, pues el Concilio indica ese riesgo hablando de los matrimonios, como también San Pablo lo hizo (1Cor 7,5-6). Pero la Iglesia habla de vivir «como hermanos» a las parejas adúlteras, como un remedio extremo, cuando no es conveniente su separación.
Al parecer, estos cristianos podrían supuestamente acercarse a Dios andando por un camino que Dios prohíbe en absoluto, pues se dice que, al menos por el momento, «ésa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo» (303). Y se añade: en tal situación «se puede vivir en gracia de Dios, se puede amar y crecer en la vida de la gracia y de la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia» (305), también con «la ayuda de los sacramentos» (Nota 351): y obviamente, no se refiere a bautismo, confirmación, orden, matrimonio, unción de los enfermos, sino a la absolución sacramental y la comunión eucarística.
–Perplejidad
Llegados a este punto, recordamos una frase de Antonio Livi, exprofesor de la Lateranense, «la universidad de la diócesis del Papa», como decía Juan Pablo II:
«Queda el hecho de que la lectura del documento [AL] deja a muchos perplejos en cuanto a la efectiva clarificación de los puntos puestos en discusión en la Iglesia hace algunos años [casi tres], – , tanto por parte de muchos teólogos de amplia notoriedad internacional (por ejemplo, el cardenal Kasper), como por una restringida, pero muy locuaz minoría de padres sinodales durante las dos sesiones del Sínodo sobre la familia». Ya cité, al paso, a algunos de éstos en mi anterior artículo (376). Son grandes errores que, aunque en forma suavizada y ambigua, se insinúan claramente en la AL:
El arzobispo Mons. Agrelo, OFM, ve el adulterio, en ciertas situaciones, por supuesto, como camino de perfección evangélica: «¡Cuántos [divorciados] conozco yo! Personas que en el matrimonio han vivido un infierno y que divorciados, como se suele decir, han rehecho una vida, y lo han hecho seriamente, lo han hecho en profundidad, humanamente; es decir, esa segunda oportunidad que se presenta en la vida de las personas; un crecimiento, un desarrollo… ¡un acercamiento personal a Dios! ¡Estoy seguro de ello! ¡Un acercamiento personal a Dios! ¿Cómo no lo voy a comprender yo como obispo, cómo no lo voy a acompañar? No en nombre de principios, ¡qué va! Yo con los principios, en ese sentido, no sé qué hacer. Lo importante son las personas que tengo delante. El Señor no me dijo que tenía que hacerme defensor de principios, en ningún sitio. Sí que me ha pedido acompañar a las personas, acompañarlas en su camino, en su vida» (sic).
El obispo Mons. Vesco, OP, declara que «el segundo matrimonio es tan indisoluble como el primero» (sic). Al parecer, exigirá como el primero una «fidelidad» perseverante.
El cardenal Kasper, en una entrevista, tratando de los divorciados vueltos a casar, afirmó de modo condescendiente: «¿Vivir como hermano y hermana?… Por supuesto, tengo un gran respeto por los que hacen eso, pero es una heroicidad y el heroísmo no es para el cristiano común». (sic)
El cardenal Marx, en la misma línea, también anticipó en unas declaraciones lo que insinúa la AL en la Nota (329), que «el consejo de abstenerse de las relaciones sexuales en la nueva relación aparece como irreal para muchos» (17-X-2015) (sic). Irreal, es decir, imposible. A lo que el cardenal Müller replicó (1-III-2016): «También pensaron eso los apóstoles cuando Jesús les explicó la indisolubilidad del matrimonio (Mt 19,10). Pero lo que parece imposible para nosotros los seres humanos es posible por la gracia de Dios».
* * *
Afirmaciones como las precedentes, gravemente erróneas, pues admiten que permaneciendo en pecados mortales es posible estar en gracia de Dios, crecer en ella y recibir como ayuda la comunión eucarística, serían incomprensibles si se aplicaran a otra clase de pecadores, no a los divorciados vueltos a casar o a otras parejas «irregulares», sino a pederastas, traficantes de prostitutas, homicidas de la mafia, explotadores de los trabajadores, menospreciadores de los pobres, etc. Concretamente de éstos se dice en AL: «Cuando quienes comulgan se resisten a dejarse impulsar en un compromiso con los pobres y sufrientes, o consienten distintas formas de división, de desprecio y de inequidad, la Eucaristía es recibida indignamente» (186). Y es muy cierto.
¿Pero por qué no se aplica también esa nusna pastoral de «misericordia» a esos pecadores, diciendo, por ejemplo, que un empresario explotador de los necesitados, aunque siga explotándolos y viva en «una situación objetiva de pecado», aunque «no alcance plenamente el ideal evangélico», puede sin embargo «vivir en gracia y amar», y «crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello incluso la ayuda sacramental de la Iglesia»?
Podría algún malpensado suponer que para ciertos teólogos, a diferencia de esos otros pecados graves que he aludido –que sí son realmente mortales y hacen perder la vida de la gracia–, el adulterio o el concubinato no son propiamente pecados mortales, sino que son más bien situaciones «irregulares» de vida en pareja, que «no realizan objetivamente en modo pleno el ideal propuesto por el Evangelio», pero que han de ser «acogidas, discernidas caso por caso», y «acompañadas en una actitud inclusiva, más que exclusiva». No son más que eso.
* * *
Por otra parte, las consideraciones «pastorales» citadas causan perplejidad sobre todo por su escasa afirmación de una verdad «doctrinal» muy importante: la posibilidad que los cristianos tienen siempre de cumplir los mandatos de Dios.
–Con la gracia de Dios, un cristiano casado puede vivir el matrimonio monógamo fielmente. Y normalmente podrá hacerlo, por gracia de Dios, con relativa facilidad e incluso gozo. Aunque pueda haber cruces considerables. Y en algunos casos, martirios extremos, como los que ocasionaron la santidad de las Beatas Elisabetta Canori Mora (+1825) o Victoria Rasoamanarivo (+1894). Todo lo pudieron con Aquél que los confortaba (Flp 4,13).
–Si la convivencia conyugal en casos extremos –trastornos psicológicos, por ejemplo– se hace desaconsejable, puede el cónyuge cristiano, sin quebrar por el divorcio su vínculo matrimonial y viviendo en castidad, separarse, incluso por sentencia eclesiástica (c. 104, 1692-1696).
–Si un cristiano casado y divorciado no puede restaurar la convivencia con su cónyuge por razones ajenas a su voluntad, podrá con la gracia de Dios arrepentirse, confesar, obtener el perdón sacramental y vivir en castidad, sin tener impedimento alguno para la comunión eucarística.
–Si un cristiano incurre primero en divorcio y después en adulterio, sea en unión civil o en mera convivencia, con la gracia de Dios podrá dejar de convivir en fornicación con quien no es cónyuge suyo, dando a los hijos y a otras cuestiones materiales las soluciones convenientes, las mismas que son dadas por tantísimos divorciados. Regresará así a la castidad, tendrá acceso al sacramento de la penitencia y también a la plena comunión con la Iglesia, que se logra en la Eucaristía. Todo, por gracia de Dios.
–Y si por graves circunstancias insuperables, que realmente sean graves, con frecuencia relacionadas con el cuidado de los hijos, conviene que la pareja adúltera prosiga su convivencia, con la gracia de Dios podrá vivirla no como esposos, sino como hermano y hermana. Esta convivencia en abstinencia y castidad, por supuesto, «no pone en riesgo una fidelidad» que no se deben el uno al otro, porque no existe un deber de fidelidad al pecado.
* * *
A la luz de la fe y de la doctrina católica los problemas más complejos tienen soluciones muy claras, ya dadas en la Escritura, la Tradición y el Magisterio apostólico. Es cuestión de poner en práctica esas soluciones, porque la gracia de Dios siempre puede y quiere concederlo. Todo cristiano recibe gracia de Dios para vivir como «hijo de la luz», no de las tinieblas (Mt 5,14-16). El que recibe a Cristo para que viva en él, vive en la luz de Aquel que dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida» (Jn 8,12). Ahí van, pues, unos cuantos rayos de luz potentísimos:
–Concilio de Trento, fragmentos del Decreto de la justificación (1547):
«Por más que esté justificado, nadie debe considerarse libre de la observancia de los mandamientos; nadie debe recibir aquella voz temeraria y prohibida por los Padres bajo anatema, de que los mandamientos de Dios son imposibles de guardar para el hombre justificado. “Porque Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas” (S. Agustín), y ayuda para que puedas. “Sus mandamientos no son pesados» (1Jn 5,3), “su yugo es suave y su carga ligera” (Mt 11,30). Porque los que son hijos de Dios aman a Cristo, y los que lo aman, como Él mismo atestigua, guardan sus palabras (Jn 14,23); cosa que, con el auxilio divino, pueden ciertamente hacer (Denz 1536)…
«Los justos [los evangelizados y bautizados] deben sentirse tanto más obligados a andar por el camino de la justicia, cuanto que, “liberados ya del pecado y hechos siervos de Dios” (Rm 6,22), “viviendo sobria, justa y piadosamente” (Tit 2,12), pueden adelantar por obra de Cristo Jesús, por el que tuvieron acceso a esta gracia (Rm 5,2). Porque Dios, a los que una vez justificó por su gracia “no los abandona, si antes no es por ellos abandonado” (S. Agustín) (1537).
«Así mismo, nadie debe lisonjearse a sí mismo en la sola fe, pensando que por la sola fe ha sido constituido heredero y ha de conseguir la herencia […] Porque aun Cristo mismo, “siendo hijo de Dios, aprendió por las cosas que padeció la obediencia y, consumado, fue hecho para todos los que le obedecen causa de salvación eterna” (Heb 5,8ss). […] Igualmente el príncipe de los apóstoles Pedro: “Andad solícitos, para que por las buenas obras hagáis cierta vuestra vocación y elección; porque, haciendo eso, no pecaréis jamás» (2Pe 1,10)» (1538).
–San Juan Pablo II:
«Suponer que existan situaciones en las que no sea posible a los esposos ser fieles a todas las exigencias de la verdad del amor conyugal, equivale a olvidar esta presencia de la gracia que caracteriza la Nueva Alianza: la gracia del Espíritu Santo hace posible lo que al hombre, dejado a sus solas fuerzas, no le es posible» (17-IX-1983).
* * *
En fin, afirmar que la gracia de Dios hace posible abandonar una vida de pecado grave es una exigencia de la fe. Es afirmar la victoria de Cristo, «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1.29). Es creer en el poder que el Salvador tiene para salvar realmente hombre pecador. Es considerar verdaderas sus palabras: «en el mundo tendréis luchas, pero ánimo: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Porque «ésta es la caridad de Dios, que guardemos sus mandatos. Sus preceptos no son pesados, porque todo el engendrado de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» (1Jn 5,3-4).
José María Iraburu, sacerdote
45 comentarios
Pienso que Vd. nos ha dado el modo de interpretar rectamente AL.
Por ello creo que nuestro Papa Francisco debería hacernos saber que todo lo que Vd. analiza aquí, responde a la correcta interpretaciön de la AL.
¿Cree que lo hará?
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JMI.-Tengo algo oído de que los Obispos en la Iglesia son unos 5.000
y los católicos unos 1.200 millones.
Yo, y los mismo InfoCatólica, somo un mosquito.
De los más chicos.
y los católicos unos 1.200 millones.
Yo, y los mismo InfoCatólica, somo un mosquito.
De los más chicos.
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Un mosquito puede formar una epidemia mundial.
Cristo y nosotros, mayoría absoluta.
Me sirven siempe de mucha ayuda también sus conferencias en Radio Maria.
Dios se lo pague.
Después de AL cientos de "irregulares" comulgarán con conciencia aún más tranquila que antes.
Me escandaliza ver como los siervos de La Palabra se creen dueños de Ella, la acomodan, la tergiversan, la prostituyen...y aquí no pasa nada. ¿Con qué cara le van a negar La Comunión a nadie?
Desde luego menos mal que es Dios Quien juzga, pero lo que estamos viendo es un escándalo y un ultraje continuado a La Sagrada Eucaristía por parte de muchísimos más que sólo unos "irregulares" y encima con mayor responsabilidad.
Gracias por seguir escribiendo, aunque se canse gracias.
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JMI.-Perdone, Ariel, pero las preguntas que hace no soy capaz de responderlas en unas pocas líneas. Y muchas líneas tampoco puede escribirle.
Si Dios ha puesto en su corazón esas buenas intenciones, seguro que le ayudará con su gracia y con las mediaciones que estima oportunas a irlas cumpliendo.
Bendición +
No lo digo con el ánimo de precisar intenciones de nadie sino con la preocupación de quien cree leer entre líneas algo que le preocupa. Tanto un Sacerdote/Obispo como un laico soltero (sea joven o viejo) que trata de vivir según su estado, sabe que no hay estados de vida "fáciles" o "regalados" para los cristianos y que si uno pone los medios ordinarios, la gracia de Estado auxilia. Es eso lo que me parece alarmante, que tratando de decir "Esto es muy duro" para otros, lo traten de justificar para si mismos.
Padre Iraburu, ¿Le parece qué algo de eso hay?
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JMI.-Algo hay. Bendición +
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No es eso lo que textualmente afirma la Exhortación, pero lamentablemente lo da a entender.
Y por darlo a entender tendrá graves consecuencias pastorales.
O a-pastorales, según se mire.
Muchísimas gracias Padre por su valentía y claridad, que mucho iluminan en estos tiempos de oscuridad, dobleces, medias palabras y confusiones a designio.
Dios le pague tanto esfuerzo y servicio.
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JMI.-Muchas gracias, Ricardo, por su observación.
Tiene razón. He cambiado la redacción del último párrafo.
Espero que gane su conformidad.
"Altos y derechos son los cedros del Líbano"---
Bendición +
Algunos estamos sufriendo mucho porque en determinadas órdenes y grupos de oración muy conocidos en España muchos sacerdotes y obispos nos dicen que no hay nada dudoso ni ningún error teológico en AL, por la sencilla razón de que la ha promulgado el Papa.
Creen que todo lo que hace un Papa es santo y perfecto, y no se paran a discernir si lo que dice o hace es o no conforme con el magisterio de la Iglesia.
Y cuando se dirige uno a estos sacerdotes u obispos buscando compartir preocupaciones le dicen que no pasa nada, que está todo perfecto. Y encuentro que no compartir las zozobras de los fieles por AL es una forma de no apacentar el rebaño, de no advertir a las ovejas de los peligros de algunos pastor.
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JMI.-"La verdad os hará libres".
La verdad y la caridad son hermanas inseparables.
El Señor le bendiga y le guarde.
Paz y Bien.
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JMI.-Bendición +
alegres pero en Jesus que es: "el CAMINO" a la misericordia del Padre y poder entonces ser misericordiosos como el padre en Cristo crucificado y resucitado..!
y los seguiré eliminando si siguen llegando. Lo aviso honestamente.
Una cosa es escribir con los argumentos precisos para reafirmar la verdad católica,
que ciertos párrafos ambiguos de la AL pueden oscurecer,
y procurar así el bien de los cristianos,
y otra cosa es agredir al Papa directamente,
juzgándolo y descalificándolo con términos inadmisibles.
Como son in-admisibles, no los admito.
Lo que dice suena completamente católico.
Por cierto, yo no estoy en contra del papa, estoy en contra de lo que dice y hace.
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JMI.-Será contra "algunas" de las cosas que dice y hace.
Ya se entiende.
Nuevamente todos sus post relativos a esté tema, debe ser leidos, está LA VERDAD., lo expreso nuevamente.
Muchas Gracias, que Dios lo bendiga, y lo haga con la Iglesia..
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JMI.-Gracias. Bendición +
Tenemos un amigo sacerdote al cual amamos mucho pero frecuentemente se le ve salir de viaje con una muchacha la cual también es amiga. Al terminar las fiestas ellos SIEMPRE se van solos (aun de madrugada) . A los miembros de nuestra comunidad de matrimonios nos incomoda (sospechamos que tengan una relación). Pero tememos hablar con el de esa situación. No sabemos si somos los apropiados, o reportar al obispo, o comentarle a algún hermano sacerdote. Mi hija pequeña el otro día nos pregunto: Es su esposa?.
Que nos aconseja hacer? Como abordar la situación? Esta es una situación que ya tiene varios años.
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JMI.-Parece que el primer paso es hablar con él.
El segundo, si no reacciona bien, hablar con un sacerdote.
El tercero, si etc., hablar con el Sr. Obispo.
Hay teólogos que afirman que Cristo no dijo nada sobre la familia y se quedan tan a gusto.
Yo no soy teóloga ni inteligente pero tuve una crisis de fe en la adolescencia porque las exigencias cristianas me parecían imposibles de vivir y el Espíritu Santo me saco adelante. El Espíritu Santo igual que convence de pecado, convence de gracia, ayuda a vivir cristianamente. Lo puedo afirmar por propia experiencia. De manera íntima y discreta el Espíritu Santo, que Cristo nos prometió, actúa tal como dijo recordándonos todo lo que necesitamos para ser fieles a Dios.
Así que menos elucubraciones y más entrega a la voluntad de Dios.
A Dios no se le puede engañar, y si tratamos de engañarnos a nosotros mismos pues tampoco, su luz nos muestra todo bien clarito.
Si la AL pretende hacer trampa nos irá mal, pero si lo que sucede es que no han sabido ver lo que el Espíritu Santo nos muestra sobre estos asuntos, el tema continuará hasta que la luz de Dios nos lleve donde quiere.
Ruiz de Montoya SJ, padre de las reducciones, cuenta una anécdota que aparentemente es contraria a lo que Vd. dice. Narra que los guaraníes no tenían concepto de familia, sino que todos tenían relaciones e hijos en común (al estilo CUP), y que los jesuitas, para evitar que les naciera odium fidei, no predicaban del sexto mandamiento hasta después de dos años de vivir con ellos, y de darles a conocer las demás verdades de la fe.
¿Qué le parece? ¿Es el mismo caso?
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JMI.-¡Después de 2 (dos) años de vivir con ellos!
Ya quisiera yo que se predicara hoy "a los dos años" la castidad no ya a los paganos ¡a los cristianos! dos años después de entrar en relación pastoral con ellos. ¡50 (cincuenta) años o más llevamos sin predicarles la castidad ni a los jóvenes ni a los casados! Y así andan, los pobres...
Le remito a un librito que saqué hace unos meses: PUDOR Y CASTIDAD.
Puede verlo en www.gratisdate.org, texto íntegro, pues está impreso en la Fund. GRATIS DATE
También puede usted ver en la misma web mi libro HECHOS DE LOS APÓSTOLES DE AMERICA, capítulo dedicado a "Las reducciones misionales del Paraguay" (pgs. 404-427) y verá usted las maravillas de vida cristiana que hizo el dicho Ruiz Montoya con sus compañeros SJ, con los guaraníes precisamente, y algo semejante Fray Luis de Bolaño, con sus compañeros OFM...
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Creo que tenemos en esto una de las pruebas más contundentes de la "autodemolición" de la Iglesia.
Se acaba de convocar un Sínodo de las Familias donde tampoco de ha hablado de estas cuestión, que es fundamental no sólo para fundar una familia como Dios manda, sino también para mantenerla en pie.
Incluso el drama de los bautizados fornicarios y/o adúlteros, que sí se ha ventilado, se ha abordado de manera deficiente al no mencionarse que una de sus principales causas es la falta de educación para la castidad.
Así que la necesidad de una Reforma clama al Cielo. ¿A qué grado de Apostasía se espera llegar para encararla? ¿No es suficiente el que ahora padecemos?
1. Usted ha llegado a decir que una parte de la AL no es magisterio. Lo argumentó, vale, pero decir eso supone, para la gente llana, una gravísima desautorización al Papa, y a demás abrir una puerta a la libertad de opinión respecto al resto de exhortaciones de otros Papas.
2. En este portal al Papa se le ha llamado "necio". (Hay dos formas de anonimato: el que insulta sin decir su nombre, y el que insulta sin decir el nombre del insultado, pero dándolo a entender inquívocamente: los dos son igual de innobles y fementiles).
3. Un sacerdote (un sacerdote!) en un artículo dice que ya no le interesan las homilías del Papa y ya nos les presta atención.
4. Este portal está plagado de alusiones, indirectas, comentarios en diagonal, insinuaciones, etc contra Francisco. No se dice claramente (falta valor, y vuelvo a lo de fementiles), pero se ha creado un ambiente en que personas quizás menos educadas, se echan más al monte.
Francamente, sus avisos de no publicar comentarios "agresivos" contra el Papa simplemente me parecen lágrimas de cocodrilo.
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JMI.-Perdone que publique su comentario sin responderlo. Pero el tema es bastante amplio como para responderle a la media vuelta. Ya es bastante tarde y estoy cansado. En cuanto pueda respondo a lo que dice.
Un cordial saludo.
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JMI.-Con un poco de retraso le contesto.
Me encargaron hacer un EDITORIAL, y esta mañana he podido ya hacerlo y publicarlo.
"Ya tenemos en InfoCatólica uso de razón". Al cumplir siete años.
Ese texto puede servirle de respuesta a su comentario.
Un saludo.
"En la exhortación postsinodal [Amoris Laetitia], he intentado respetar al máximo el sínodo. No se encuentran en ella precisiones canónicas sobre lo que puede hacerse o lo que no. Es una reflexión serena, pacífica..."
Así que estaríamos ante una reflexión personal del Papa, nada canónico y por lo tanto sin magisterio.
Ya no tiene sentido interpretar nada puesto que es "su reflexión" particular.
Siendo así, ¿podemos no considerarlo Magisterio a pesar de que lo llame Exhortación Apostólica?
Gracias Padre de antemano y perdone las molestias.
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JMI.-Su pregunta está respondida en mi art. (374).
Hágale una visita, por favor.
Si uno repasa la historia del Magisterio ordinario, éste está lleno de contradiciones y errores en muchos casos (véase las condenas a los tipos de interés bajo, a la democracia, a la libertad de prensa, de culto, etc; o el apoyo al monotelismo y la excomunión de San Atanasio).
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JMI.-Su pregunta del primer párrafo está respondida en mi art. (374).
Hágale una visita, por favor. Los lefe o filolefebvrianos se oponían a documentos de un Sagrado Concilio, el Vaticano II, y a otros documentos claramente magisteriales de los Papas. Cuando en InfoCatólica hacemos hacemos crítica nunca se refiere a documentos de la Iglesia de esa calificación teológica. La diferencia es substancial.
Ya quisiera yo que se predicara hoy "a los dos años" la castidad no ya a los paganos ¡a los cristianos! dos años después de entrar en relación pastoral con ellos. ¡50 (cincuenta) años o más llevamos sin predicarles la castidad ni a los jóvenes ni a los casados! Y así andan, los pobres...
Le remito a un librito que saqué hace unos meses: PUDOR Y CASTIDAD.
Puede verlo en www.gratisdate.org, texto íntegro, pues está impreso en la Fund. GRATIS DATE
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¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Fundamental y cierto, no saben que tienen las almas en su poder, y sin esas virtudes, nadie se va al cielo, estar en GRACIA de Dios.
Desde que me converti, sólo miro a mi mujer, porque me gustan todas!!!!Hay que guardar los sentidos externos!!!!!!!!Ydice muy bien pobrecitos, y los Sacerdotes, se la encontrarán con Cristo, es verdaderamente no quererlos, como lo expresa usted!!!Está lleno de pecados que matan al alma, 50 años, y sin la Gracia, está la Iglesia, sus hombres y la Humanidad, como está, y que hermoso es la limpieza del alma, asi la llama Santa Teresa Benedicta de la Cruz, y como el matrimonio, que es sostenido, en esa condición ,se ama más con los años.Los cual es absolutamente cierto!!!!La familia,la tia soltera, los nietos, los vecinos,los compañeros de trabajo, la Patria.
Muchas Gracias nuevamente Padre, pobrecitos!!!!!
2. En este portal al Papa se le ha llamado "necio". (Hay dos formas de anonimato: el que insulta sin decir su nombre, y el que insulta sin decir el nombre del insultado, pero dándolo a entender inquívocamente: los dos son igual de innobles y fementiles).
LF:
Efectivamente, hay dos formas de anonimato. Y usted ha usado la segunda para calumniarme. Porque es claro que solo hay un post reciente en InfoCatólica en el que se ha abordado la enseñanza y definición bíblica sobre la necedad: el mío.
Ahora bien, resulta que yo escribo un artículo solo con citas bíblicas y de dos papas anteriores, sin una sola palabra, letra o tilde mía, y usted interpreta que estoy llamando INEQUÍVOCAMENTE necio al actual Santo Padre. Señal de que es usted mismo quien cree que Francisco es necio, porque si no, de ninguna manera había podido colegir que esas citas se le aplican a él.
Hágaselo mirar.
No quiere una Iglesia cerrada en si misma, obsesionada con su propia pureza doctrinal. Desde el concilio Dios ha propiciado Papas que nos permiten tener el mejor corpus doctrinal de toda la historia de la Iglesia, empezando por el Catecismo. El Espíritu Santo ha propiciado un Papa distinto porque es hora de llevar ese tesoro a nuestros hermanos sin miedo a mancharse y a oler a oveja.
Me parece este artículo más necesario que ningún otro sobre "Amoris Laetitia", pues creo que lo aquí tratado va al núcleo del debate sobre la exhortación, a lo que en origen causa ambigüedad y división. A lo que me parece que en origen está dividiendo a la Iglesia (jerarquía y fieles) en dos interpretaciones de la fe y la doctrina que se contraponen entre sí en aspectos fundamentales.
Y creo que está magnífica y brevemente explicada cual es la verdadera doctrina católica sobre el particular.
Que nuestra católica argumentación parta de aquí. Diciendo, quiénes tenemos claro la confusión, ambigüedad y división que crea la exhortación en temas esenciales como son el matrimonio y la disciplina de los sacramentos, que le faltan justamente estas precisiones que aquí aparecen. Sin las cuales (y con algunas citas y argumentaciones que se usan deshonestamente, como bien se explica en el artículo) al menos puede decirse que se hace muy arduo interpretar ciertos aspectos en continuidad con el Magisterio. Precisiones que no se pueden deducir del texto de la exhortación y que parece ya no se harán ni por el Papa ni por Doctrina de la Fe.
Haríamos muy bien difundiendo el artículo.
Que Dios se lo pague y nuestra Madre querida le guarde de todo mal.
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JMI.-Muchas gracias por su gratitud.
Bendigamos al Señor, de quien viene toda luz: Cristo.
Buena idea sería que haga Ud. copia del CD y lo pase a otros.
O hacerle propaganda al CD para que nos lo pidan CD a [email protected]
Bendición +
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Javier, ¿hablas en serio? ¿Dónde has visto una Iglesia como la que describes? Eso no existe. Eso no es en absoluto un problema de la Iglesia actual.
El problema candente de la Iglesia es, por el contrario, que está plagada de herejes, de hombres sin fe que rechazan o - lo que es peor - tergiversan abiertamente la Sagrada Doctrina sin que la autoridad pertinente, que tiene la grave obligación de estado de intervenir, haga absolutamente nada para impedirlo.
Y pongo la hemeroteca de este blog como prueba.
Entonces, ¿a qué vamos ir a las periferias? ¿A desparramar herejías y ambigüedades? De ninguna manera, antes tenemos que ponernos de acuerdo en lo que vamos a enseñar, y estar seguros que eso es lo que Dios quiere que enseñemos.
Y si a los que nos oponemos a que campen las herejías nos llamas "obsesionados con la pureza doctrinal", el el mejor de los casos estarías demostrando que no entiendes de qué va la cosa.
educada, que no pueden ni por asomo ponerse de acuerdo sobre los principios fundantes de la Iglesia a la que pertenecen. Excepto en un sentido legal, la Autoridad Nacional ha prácticamente desaparecido. Resulta posible encontrar a tiro de piedra a un teólogo Anglicano que predica el ciclo entero de la doctrina católica, con excepción de lo que se refiere a las prerrogativas de Pedro; y otro que niega la Resurrección, tanto como el nacimiento de Cristo de una Virgen; y
más allá otro que se expresa en términos tan calculadores y oscuros que desafía cualquier análisis más o menos razonable. Sin embargo, esto se debe en parte a la deliberada política de la Reina Isabel I y
sus consejeros. Sin duda, ella quería que la Iglesia Nacional incluyese la mayor parte posible de los cristianos profesos, desde los Católicos hasta los Calvinistas; y durante algún tiempo lo logró. En verdad, hoy mismo hay en la Iglesia de Inglaterra gente que en materia dogmática es lo uno o lo otro. En los días que corren hay unos pocos clérigos
que sostienen la Infalibilidad del Vicario de Cristo, tanto como otros que
firmarían sin dudarlo un instante la Confesión de Ginebra [...] Los fieles de la Iglesia Anglicana pueden tener opiniones definidas sobre las
doctrinas acerca de la Comunión de los Santos, la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía o la existencia del Purgatorio, pero la Iglesia a la que pertenecen no". Robert H. Benson, Denominaciones no católicas, 1921. Cualquier similitud es pura coincidencia...
JMI.-Si Dios quiere.
Si no, nada que hacer.
También viene a confirmar el carácter profético de las primeras palabras de Benedicto XVI, el Papa Sabio, llamando a combatir el Relativismo. Porque relativismo puro y duro se ve en las intenciones de algunos jerarcas encumbrados que son delincuentes canónicos confesos pero no convictos, debido a que la Autoridad Apostólica aplica (o en rigor in-aplica) el Derecho Canónico con una discrecionalidad que alarma.
Digo "delincuentes canónicos" porque la comunión a los pecadores públicos está teóricamente penada por el DC, pero no hay ningún reo de tal delito que se sepa, de muchos años a esta parte.
Y digo relativismo porque esos delincuentes proponen que bueno, no toquemos la Doctrina, pero permitamos que cada Conferencia, incluso que cada obispo haga lo que mejor le parezca en su jurisdicción.
Ahora bien, ¿podemos afirmar que el relativismo que se practica puertas adentro en la Iglesia nació ayer? De ninguna manera. La manifestación más grave y patente de ese relativismo es la aplicación discrecional del Derecho Canónico. Hay ejemplos sobrados de esto. Quizás el más emblemático sea el así llamado "caso Washington", sobre el cual el P. Iraburu tiene un artículo en Catholic Net ("Origen de las disidencias", o la punta del ovillo) que me parece de lectura obligada a quienes interese el tema.
Ese caso tremendo -que aún resta sanar porque es inentendible- fue una bomba puesta en los cimientos de la Iglesia cuyos efectos aún perduran. Porque a partir de ahí quedó aceptado que el Papa puede gobernar a discreción ignorando el DC, incluso por razones de pusilanimidad. Que no otras dio el entorno de Paulo VI y hasta él mismo en persona. ¿Peligro de cisma? ¡Pero por Dios!, ¿es ésa la misma Iglesia que prefirió perder una nación antes que transigir en la prostitución del Sagrado Matrimonio?.
Las puertas del Relativismo quedaron desde entonces abiertas de par en par. Y hace estragos a ojos vista. Hay que cerrarlas.
Termino (pidiendo disculpas por la extensión), con una conocida cita del Card. Ratzinger: “Me parece muy importante que el Catecismo, mencionando los límites del poder de la suprema autoridad de la Iglesia sobre la reforma, recuerde cuál es la esencia del primado, tal como la resaltan los Concilios Vaticanos I y II: el Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley..."
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JMI.-El artículo mío de Catholic net está tomado del capítulo 1º de mi libro INFIDELIDADES EN LA IGLESIA, cuyo texto íntegro está en www.gratisdate.org. Para pedir el libro impreso:
[email protected]
2. En primer lugar, un Papa no puede generar proposiciones con dos posibles interpretaciones tan dispares: o ortodoxa o heterodoxa.
Y hecho esto, a más a más, poner al católico normal en el dilema moral e intelectual de haber de escoger la interpretación ortodoxa.
Y además, que el proceso intelectual implique el realizar un estudio teológico, cosa que no está bien porque o el católico medio carece de capacidad para hacerlo o bien no debe de hacer semejante esfuerzo, pues un Papa está obligado a dar proposiciones unívocas, claras y terminantes.
3. Que Francisco ha dicho que sí es compatible ser fornicario activo y recibir a la vez la comunión y la absolución y participar en los servicios eclesiales, sólo si se cumple el famoso itinerario de discernimiento e integración de Kasper o via caritatis: hago el bien posible de buena fe y recibo la fuerza sacramental para llegar al ideal.
Lo prueba los numerales 305 y nota 351, y numerales 297, 299 y 300 de la Amoris laetitia de Francisco, y además, las palabras de presentación de Schönborn: "En el sentido de esta “via caritatis” (AL 306) el Papa afirma, de manera humilde y simple, en una nota (351), que se puede dar también la ayuda de los sacramentos en caso de situaciones “irregulares”."
4. Por tanto, Francisco Y EL SÍNODO, éste en su votación final conjunta, más en concreto, los cardenales y obispos votantes favorables al numeral 305 y nota 351, han puesto a la Iglesia en una situación desconocida en la Historia de la Iglesia:
- emitir proposiciones con interpretación heterodoxa
- dividir la Iglesia cuando el Sínodo se convierta en Cónclave de elección del próximo y cercano Papa, al dividir posiblemente la Curia en dos partes: a favor y en contra de la doctrina en esta materia de la comunión, absolución y participación de los fornicarios.
El responsable del mérito o demérito no es sólo Francisco, es éste junto con los cardenales y obispos del Sínodo de las Familias favorables a tales pretensiones.
Desde el concilio Dios ha propiciado Papas que nos permiten tener el mejor corpus doctrinal de toda la historia de la Iglesia, empezando por el Catecismo.
Digo yo:
De acuerdo. Pero tan cierto es eso como que desde el concilio, el mejor corpus doctrinal de toda la historia de la Iglesia, empezando por el Catecismo, ha sido puesto en solfa públicamente por teólogos, religiosos, sacerdotes e incluso obispos, sin que nadie haya hecho gran cosa por evitarlo. Eso, a pesar de las clarísimas indicaciones de los apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, en sentido contrario. Y claro, los fieles sufren las consecuencias.
De hecho, lo que ocurre hoy es fruto de esa realidad.
El Catecismo y su Compendio son una cosa muy buena, pero yo sigo prefiriendo el de San Pío X como una primera aproximación de los catecúmenos a la fe.
Francisco ha pedido que “Jesús nos enseña a tener con el corazón una gran adhesión a la verdad y también con el corazón una gran comprensión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad”.
“En este mundo en el que vivimos, con esta cultura de lo provisional, esta realidad de pecado es muy fuerte. Pero Jesús, recordando a Moisés, nos dice: ‘Pero, hay dureza en el corazón, hay pecado, algo se puede hacer: el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la integración, el discernimiento de estos casos… Pero siempre… ¡pero la verdad no se vende nunca!’. Y Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo tiempo ser muy comprensivo con los pecadores, con los débiles”, ha explicado el Santo Padre.
"(291). «Los Padres sinodales han expresado que, aunque LA IGLESIA entiende que toda ruptura del vínculo matrimonial “va contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos” [311] ILUMINADA POR LA MIRADA DE JESUCRISTO, “mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan» [312]".
La leo y lo releo y cada vez me hace peor. Siento como si lo pusiera a Jesucristo aceptando algo no querido por Él. Puedo estar haciendo una interpretación errónea de lo que se dice en ese punto. ¿Lo estoy entendiendo mal?
Muchísimas gracias por el post y que el Espíritu Santo lo siga iluminando.
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