(60 -2) Son teólogos que han perdido la fe
–O sea que después del (123) publica usted el (60 -2). Lo que faltaba. ¿No convendría que le vieran?
–Una serie de artículos puede ordenarse por la cronología o por los temas tratados, como lo hago yo esta vez. ¿Pasa algo?
«Kirche 2011. Ein notwendiger Aufbruch» (Iglesia 2011. Una salida necesaria) es un manifiesto firmado por unos 150 profesores de teología de Alemania, Suiza y Austria, publicado en el diario Süddeutsche Zeitung hace un año, el 4 de febrero de 2011, y hace unos días difundido ampliamente, quizá con motivo de la próxima visita del Papa a Alemania, para ir preparando el ambiente.
El escrito, aprovechando que el río Pisuerga pasa por Valladolid, parte de «los abusos sexuales a niños y jóvenes cometidos en el Colegio Canisio de Berlín por sacerdotes y miembros de órdenes religiosas». Aquel horror ha sumido desde hace un año a la Iglesia Católica en Alemania «en una crisis sin precedentes», ocasionando en muchos cristianos el convencimiento de que «son necesarias reformas profundas». Como «no se vislumbran apenas reformas que miren al futuro», éstas que los firmantes proponen son tan necesarias y urgentes que, si no fueran acogidas, «un silencio sepulcral echaría por tierra las últimas esperanzas», y «no significaría más que la calma de la tumba». Tremenda situación.
¿Y cuáles son esas reformas «profundas» tan urgentes? ¿Reafirmar la divinidad de Jesucristo, su condición única de Salvador, la virginidad de María, la fe en la Iglesia como «sacramento universal de salvación», la distinción real entre sacerdocio ministerial y común? ¿O se intenta recuperar la misa dominical, la oración y los sacramentos, especialmente el de la penitencia, casi extinguido? Etc.
No. La salvación de la Iglesia exige absoluta y urgentemente «la renovación de las estructuras eclesiales». Es imprescindible que haya «más estructuras sinodales en todos los niveles de la Iglesia». Es absolutamente necesario afirmar con más fuerza la libertad de conciencia, la opción por la justicia y los pobres, la participación de los fieles en la elección de Obispos y párrocos, el reconocimiento de que «la Iglesia necesita también sacerdotes casados y mujeres en dignidades eclesiásticas», la no exclusión (se entiende, de la Eucaristía) de las parejas adúlteras o de las parejas homosexuales. Todo metido en un mismo saco.
Manifiestos como éste ha habido docenas desde hace medio siglo. La Kirche 2011 es una continuación de la Declaración de Colonia, firmada en 1989 por 220 «teólogos» y con-firmada entonces por 62 «teólogos» de España. Continúa también la iniciativa Somos Iglesia de 1995, y está en la línea de otras muchas. Por falta de Declaraciones y abajofirmantes no queda. En España, la Asociación de teólogos y teólogas Juan XXIII las producen anualmente.
Y es notable que los apologistas católicos que hoy salen al frente de los errores anti-católicos y de estos manifiestos-basura suelen ser muchas veces laicos. En tiempos eran algunos Obispos y teólogos –Ireneo, Agustín, Bellarmino– quienes con más fuerza y autoridad salían a defender públicamente la fe y la disciplina de la Iglesia. Hoy cumple esa misión el Papa, pero más bien suelen con él ser laicos, como Messori, Caturelli, Weigel, Michael O’Brien, quienes con más fuerza «combaten los buenos combates por la fe» (1Tim 6,13). Son excepciones poco frecuentes escritos como aquel de Mons. Demetrio Fernández, actual Obispo de Córdoba, sobre el Jesús de Pagola, o artículos como el de Mons. Schneider, Obispo auxiliar de Karaganda, Necesitamos un nuevo Syllabus.
En InfoCatólica, concretamente, la Kirche 2011 ha sido enérgicamente rechazada por los laicos Luis Fernando Pérez Bustamante y por Bruno Moreno, éste primero en clave jocosa, y después en serio. También ha sido muy fuerte la crítica del escritor alemán Peter Seewald, el entrevistador del Cardenal Ratzinger y del Papa Benedicto XVI. Considera a los firmantes «ramas podridas» del árbol de la Iglesia, y ve en este nuevo bodrio teológico «una acción concertada de fuerzas neoliberales que hacen presión para conseguir transformaciones que tendrían por resultado despojar a la Iglesia Católica de su mismo ser, y por tanto de su espíritu y de su fuerza». Pide finalmente la dimisión del portavoz de la Conferencia Episcopal alemana, P. Hans Langendörfe, S. J., que acogió el documento como una contribución positiva de los firmantes al diálogo con los Obispos.
Han perdido la fe. No son católicos… En su crítica llega Bruno Moreno a una conclusión terrible: «muestran claramente que no tienen fe. Les da igual la doctrina de la Iglesia. Es triste decirlo, pero no son católicos»… Esta afirmación puede parecer excesiva, pero si consideramos, aunque sea brevemente, la doctrina católica, se hace necesario reconocer que es una afirmación exacta.
–La Escritura afirma que la Esposa de Cristo, «la Iglesia de Dios vivo, es el fundamento y la columna de la verdad» (1Tim 3,15). Es la Iglesia la que con Dios genera las Escrituras y la única que tiene autoridad infalible para interpretarla. Creemos en los cuatro Evangelios canónicos, y no en los apócrifos, porque la Iglesia así lo enseña. Creemos luego en una y otra verdad revelada en los Evangelios porque así lo entiende la Iglesia, no según el parecer individual de cada uno. El Vaticano II enseña que «Tradición, Escritura y Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros» (DV 10).
–Los Padres de la Iglesia enseñaban que los herejes solamente de nombre son cristianos, porque no reconociendo la infalibilidad docente de la Iglesia, no teniéndola por Madre y Maestra, aceptando unas verdades y rechazando otras, no tienen la fe teologal. San Agustín decía que «los que en el Evangelio creéis lo que queréis, creéis más que en el Evangelio en vosotros mismos» (Contra Faustum 17,3).
–La teología enseña igualmente que quien no acepta todas las verdades de fe enseñadas por la Iglesia es un hereje, pues deja de creer en su autoridad docente apostólica e infalible, y al apartarse del credo in Ecclesiam, destruye en sí mismo la virtud teologal de la fe. Y en este sentido, para caer en la herejía viene a ser lo mismo negar una o muchas de las verdades de la fe católica.
Podrá, sin duda, haber herejes –protestantes, por ejemplo– en absoluta buena fe, que por error invencible, creyendo sinceramente que no es necesaria la mediación de la Iglesia para poder prestar adhesión plena a la Escritura revelada, incurren así en herejía no formal, sino puramente material, y llegan a tener fe divina, aunque no fe divina católica. Pero resulta casi imposible admitir que tan grave error pueda ser invencible en católicos especialmente formados. Si el Catecismo de la Iglesia Católica confiesa, por ejemplo, que la existencia de los ángeles «es una verdad de fe» (328), son ciertamente herejes el párroco, el teólogo o el catequista que niegan esa existencia o la ponen en duda. ¿Qué ganamos con silenciar esta verdad? Son católicos que han perdido la fe. Y que, con el fervor de conversos, hacen todo lo posible para que también otros la pierdan.
Santo Tomás de Aquino enseña que para caer en la herejía basta con negar una sola de las verdades de la fe católica (STh II-II,5, 3). Ateniéndose a la tradición patrística, lo argumenta así:
«El hereje que rechaza un artículo de fe no tiene el hábito [la virtud] de la fe, ni formada ni informe… El objeto formal de la fe es la Verdad primera, manifestada en las sagradas Escrituras y en la doctrina de la Iglesia. Por lo tanto, quien no se conforma ni se adhiere, como a regla infalible y divina, a la doctrina de la Iglesia, que procede de la Verdad primera, manifestada en las Escrituras, no posee el hábito de la fe, sino que las cosas de fe las retiene por otro medio diferente». Puede un hombre que no tiene fe reconocer, p. ej., a Dios como Creador único, sin llegar a ese conocimiento por la fe, sino por la sola razón (cf. Rom 1). No tiene fe, aunque afirma una verdad de fe.
«Por eso es evidente que quien presta su adhesión a la doctrina de la Iglesia, como regla infalible, asiente a todo lo que ella enseña. Por el contrario, si de las cosas que sostiene la Iglesia admite unas y rechaza otras libremente, entonces no da su adhesión a la doctrina de la Iglesia como a regla infalible, sino a su propia voluntad» y juicio.
«El hereje, pues, que pertinazmente rechaza un artículo [de la fe] no se halla dispuesto para seguir en todo la doctrina de la Iglesia –aunque no sería hereje, sino solo un equivocado, si no lo hiciera con pertinacia–. Consiguientemente, queda manifiesto que el hereje que niega un solo artículo no tiene “fe” de los otros artículos, sino únicamente “opinión” según su propia voluntad». Por el libre examen se abandona la fe teologal y se pasa a la opinión personal.
Y en el Ad secundum del mismo lugar: «a todos los artículos revelados asiente la fe por un único medio, cual es la Verdad primera, como se nos propone en las Escrituras interpretadas según la sana doctrina de la Iglesia. Por tanto, quien se aparta de este medio [la autoridad docente de la Iglesia] pierde totalmente la fe (totaliter fide caret)».
Es un error grave y muy difundido estimar que alguien es ortodoxo y tiene la fe católica en casi todo su pensamiento, aunque se desvíe en unas pocas cuestiones de fe y costumbres. En realidad, no tiene la fe católica si no admite toda la doctrina de la Iglesia.
Así es como la Iglesia entiende la naturaleza de la herejía y del cisma: «Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad (una) que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos» (Código Dº Canónico 751; Catecismo 2089). Y «el apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión “latæ sententiæ”» (Código 1364,1).
Según esto, muchos teólogos católicos actuales son herejes y están excomulgados, pues niegan con pertinacia una o más verdades de la fe católica, como, por ejemplo, la intrínseca y grave maldad del adulterio o de la unión estable homosexual. Son muchos, como digo, los teólogos católicos que niegan alguna, varias o todas las verdades que refiero ahora a modo de ejemplo: la preexistencia divina del Verbo, la historicidad objetiva de los Evangelios, y concretamente de la resurrección de Jesús, la condición única de Cristo como Salvador de los hombres, la virginidad perpetua de María, la realidad verdadera de la Presencia eucarística, la naturaleza y transmisión del pecado original, la existencia del purgatorio, de los ángeles, de los demonios, la posibilidad de una condenación eterna, la necesidad del sacramento de la penitencia, la condición sacrílega e inválida de una «Eucaristía» celebrada por fieles no ordenados, la necesidad de la fe y de las misiones, y como éstas, otras muchas verdades de la fe.
–No son católicos, sino solo de nombre. Han perdido la fe, y trabajan cuanto pueden para que otros cristianos, cuantos más mejor, también la pierdan. Hoy yo querría para los predicadores apostólicos el celo que muestran los predicadores anti-apostólicos.
–Están excomulgados, aunque no se haya dictado por parte de la autoridad de la Iglesia ninguna sentencia de excomunión: incurren en ella latæ sententiæ. Y si son sacerdotes y, estando excomulgados, celebran la Eucaristía y los sacramentos cometen sacrilegios.
–En aquellos casos en que ciertos teólogos son «herejes» es una vergüenza hablar de ellos como teólogos «disidentes». Los eufemismos no son cristianos, nada tienen que ver con el modo de hablar de Cristo y de los Apóstoles, como ya vimos (24-26). Solamente valen para expresar una realidad horrible con unas palabras débiles, suavizantes, que les quitan gravedad. Solo consiguen revestir una realidad pésima con una apariencia respetable, impidiendo así su corrección y sanación. El lenguaje eufemístico desde hace medio siglo hace estragos en la ortodoxia eclesial, y especialmente en el campo del ecumenismo.
–Muchos teólogos, siendo herejes y excomulgados, han enseñado y están enseñando durante varios decenios en Seminarios y Facultades católicas de teología, en noviciados y parroquias, en catequesis y ciclos de conferencias, y a través también de numerosas publicaciones, ampliamente difundidas por Librerías católicas, algunas de ellas diocesanas. Todo esto son hechos innegables.
Cuando en la formidable instrucción pastoral Teología y secularización (30-III-2006) la Conferencia Episcopal Española, en su LXXXVI Asamblea Plenaria, en el 40º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, expone y refuta un amplio elenco de graves errores contra la fe y la moral, expone y refuta lo que se ha estado enseñando durante 40 años, y en buena parte se sigue enseñando, en muchos de los centros y lugares que acabo de aludir. José Ortega y Gasset solía decir que no es infrecuente el predicador que «desde el púlpito, finge un maniqueo absurdo para darse el gusto de refutar al maniqueo». En este caso la Conferencia Episcopal no fingía errores y herejías, sino que hacía un exacto retrato del natural.
–Son muchos los que han enseñado y siguen enseñando impunemente durante decenios dentro de la Iglesia verdaderas herejías. Esto lo sabe cualquier católico medianamente enterado. No se les aplica la norma establecida por la Ley de la Iglesia: «debe ser castigado con una pena justa: 1.-quien enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por un Concilio ecuménico… y amonestado por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se retracta» (Código 1371,1). Más aún, algunos de ellos han sido promovidos a altas funciones eclesiásticas.
Orate, fratres. Oremos, hermanos, por la conversión de los herejes, especialmente por aquellos que se consideran y son tenidos por católicos. Corruptio optimi pessima. Oremos al Señor para que nuestra propia conversión ayude a la de ellos. Oremos por el pueblo cristiano y fiel, para que las herejías internas, que tantas veces lo confunden y desvían, sean superadas en la Iglesia de Cristo, «fundamento y columna de la verdad», por la doctrina ortodoxa.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.-Aquí se publicó la lista de los firmantes hispanos del manifiesto Kirche 2011. Son los de siempre.
Índice de Reforma o apostasía
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48 comentarios
La pérdida de su fe es causa de haberla separado de la vida, tendríamos que retornar o recuperar a Cristo presente en nuestra existencia para que no terminemos siendo uno de ellos, cierto?
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JMI.- Orar-pedir por ellos / hablarles, dándoles testimonio de la verdad con toda caridad y prudencia / darles buen ejemplo: que nuestra vida misma sea para ellos testigo elecuente de la verdad de Cristo y de la Iglesia
Pero suerte que siempre hay espíritus firmes y de ortodoxia inquebrantable dispuestos a hacer limpieza de tanto hereje recalcitrante e incorregible.
Y ahora en serio, suerte que nuestro señor Jesucristo (Dios y hombre verdadero, no sea que me vayan a meter también en el club de los herejes) ya fue crucificado una vez en Palestina, porque si volviera a la Tierra más de uno de estos impetuosos perseguidores de herejes lo volvería a crucificar sin duda.
¿Sería tan amable en informarnos de manera objetiva sobre este asunto? Siempre he respetado su opinión y sus conocimientos. Gracias.
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JMI.- No tengo información exacta sobre ese asunto. No le puedo decir.
En todo caso no está en juego ahí una cuestión doctrinal, que afecte a la fe, sino una cuestión que es de prudencia. La doctrina de la Iglesia, en cambio, es combatida por quienes piden -exigen- sacerdocio femenino, admisión en la eucaristía de parejas adúlteras o de parejas homosexuales, etc. Es asunto muy diverso.
Por otra parte conviene recordar que el Sínodo Episcopal III (oct-nov. 1971), que estudió a fondo el sacerdocio ministerial, atendiendo algunos pedidos y sugerencias, trató ampliamente del celibato sacerdotal y de la ordenación de hombres casados, y reafirmó la enseñanza y disciplina de la Iglesia latina, expresándolo así en el documento final con firmeza y claridad (nº 4, a-f). Los eclesiásticos aludidos aceptaron el dictamen.
A Carlos Freire. Otro de los firmantes, el cardenal Kasper, ha explicado bastante bien la diferencia existente entre contenido, contexto y firmantes de aquél documento de 1970 y los de este de 2011. Creo que la herejía o duda pertinaz no estaba en aquél documento; sí en éste.
Código Dº Canónico, c. 750: "Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria".
Si se proclama la verdad pero no se combate la mentira, se está a un paso de aceptar que verdad y mentira son la misma cosa.
Jamás en la historia de la Iglesia hemos estado en una situación como la actual. Hubo tiempos de permisividad contra situaciones escandalosas de pecado, corrupción, etc. Pero nunca como ahora la herejía ha vivido tan a gusto dentro de la propia Iglesia. Por eso el título de este blog, "Reforma o apostasía", no es un eslogan. Es una necesidad apremiante. O esto cambia, y mucho, o tendremos que pensar que estamos ante la anunciada gran apostasía anterior a los últimos tiempos. Y conste que sólo puede apostatar quien alguna vez ha tenido fe verdadera. Es decir, hablar de la apostasía del mundo es una solemne estupidez. Sólo apostatan los cristianos. Y más concretamente los católicos. Lo tenemos delante de nuestras narices.
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JMI.- Bueno, pero respondiendo a lo primero, unos monofisitas pueden estar en su herejía cristológica hasta el fin del mundo, permanecer en ella. La Iglesia Católica no. Puede difundirse en ella de modo invasor, p.ej., el arrianismo. Pero en sí misma tiene el ESanto, y más pronto o más tarde recupera la verdad católica: no puede en lla "instalarse" un error por tiempo indefinido. ELLA ES la columna y el fundamento de la verdad: la sostiene el ESanto enviado por Cristo desde el Padre.
Mateo 5: Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Es una rebelión directa contra la Palabra, la Tradición y el Magisterio. Son teólogos y saben sin excusas el daño y el mal que causan a la Iglesia.
2. Sobre los católicos divorciados y vueltos a casar, si estoy en lo cierto, pueden tener vida cristiana (misa, oración, confesión, dirección espiritual) con especialidades:
- no pueden ser absueltos en la confesión, porque la absolución les permitiría comulgar, y ello no es posible porque viven en pecado al unirse con otra persona.
- pueden hacer la comunión espiritual, y pueden ser oídos en confesión para que el confesor ponga sus pecados ante la Misericordia de Dios.
En definitiva, el divorciado vuelto a casar no puede ni ser absuelto ni comulgar porque convive en pecado. El divorcio y posterior casamiento afecta a tres sacramentos: matrimonio, confesión y eucaristía; y eso lo saben esto 144 rebeldes.
3. Estos 144 herejes caen en la misma intención que Eva, ser dioses, y se enfrentan a tres tentaciones, cada una de las cuales contiene una verdad aparente que seduce pero con un mal real que encadena:
a) "Bueno para comer": es bueno que los católicos divorciados y vueltos a casar coman el Cuerpo y beban la Sangre de Cristo.
b) "Agradable para los ojos": sus argumentos son agradables para el mundo que ve la eucaristía como un derecho e igualdad universal sin discriminación alguna y sin respeto por la Ley de Dios (se puede comulgar incluso en "pecado mortal")
c) Codiciable para alcanzar la sabiduría": el manifiesto de los 144 liberará por fin al mundo de una Iglesia opresora e interesada por el control de la conciencia, acabando definitivamente con dogmas y mítos que entristecen y que son aberrantes, sin lógica, razón y ciencia que los apoye (Pan de Cristo libre e igual para todos, prohibido prohibir)
¡Que susto! oremos y oremos y demos gracias a Dios por este blog y que le conceda muchos años más de vida y salud al que escribe. Pues la FE, nos llega por la predicación de la VERDAD VERDADERA.
Gracias Padre....
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JMI.- Ya andaré con más cuidado, porque un hondazo en un ojo, pongo por caso, tiene que ser cosa mala.
Me quedo esperando tu respuesta.
El Padre Iraburu no está haciendo una “porfiada defensa de algunas tradiciones de la Iglesia”, sino que con toda claridad expone aquello que la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición, auténticamente interpretadas por el Magisterio de la Iglesia, han enseñado siempre.
Cuando hay humildad de entendimiento para someterse a la enseñanza de la Iglesia, que es “columna y fundamento de la verdad” (1Tim 3, 15), la cosa se vuelve muy sencilla. El propio pensamiento se somete a la verdad enseñada y descansa en ella con toda paz, sabiendo que la Revelación es de origen divino.
Nadie habla aquí de meterse en las conciencias de los demás, juicio que solo le pertenece a Dios, pero cuando una persona se manifiesta abiertamente contraria a la enseñanza del Magisterio y lo enseña así a los demás, abusando de su calidad de sacerdote o teólogo, está claro que ya no cree en el origen divino de la Revelación ni en el papel del Magisterio para interpretarla, como enseña Dei Verbum 10. No hay que ser muy entendido para darse cuenta de esto.
Creo no equivocarme al decir que no ha tenido el Reverendo Padre José María Iraburu la intención de enfadarlo a Ud. de esa manera. Pero cuando está en juego la gloria de Dios y la salvación eterna de muchas personas –incluida la suya– ha de hacerse lo que se juzgue mejor. Ud. sabrá que los cristianos, siguiendo a Cristo nuestro Rey, hemos sido enviados a este mundo «para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37), y éste es un deber urgente de conciencia. El testimonio de la verdad constituye un acto supremo de caridad. Es por esto una grave injuria el que acuse Ud. al Padre Iraburu de cometer “faltas graves a la caridad” cuando en realidad, la mayor falta de caridad es la terrible y perniciosa confusión que aquellos teólogos siembran en el pueblo cristiano y que es causa de la perdición temporal y eterna de muchos. Salus animarum, suprema lex, la salvación de las almas es la ley suprema. Y la salvación solo viene de la verdad, como dijo también nuestro Señor “la verdad os hará libres”. Rezo para que Dios le conceda a Ud. la luz para juzgar rectamente de las cosas. Saludos.
Con el catecismo en la mano el Padre Iraburu no tiene el derecho de penetrar en el corazón de los hombres y afirmar categórica y absolutamente que han perdido la fe, ya que esto es algo que los católicos bien formados sabemos que solo lo puede hacer Nuestro Señor Jesuscristo.
Cito del Catecismo de la Iglesia Católica:
679. "Cristo es el Señor de la vida eterna.El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo"
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JMI.- Yo no entro para nada en el fuero interno. "De internis neque Ecclesia iudicat". ¿Qué sé yo lo que hay en el corazón íntimo de éste o de aquel teólogo, que, por otra parte, ni siquiera conozco personalmente (y aunque los conociera)? ¿Qué se yo si Hitler en su íntima conciencia quería hacer una gran caridad a la humanidad, purificándola de gitanos, judíos y discapacitados, por la vía de la eliminación? No seré yo quien le juzgue internamente: solo Dios es su Juez. Pero no tengo ningún inconveniente en afirmar que Hitler es-fue un homicida de masas. Hay datos objetivos de sobra para afirmarlo.
Si la Iglesia define la herejía como enseñar con publicidad y pertinacia en contra de una doctrina que Ella propone como verdad de fe, yo creo que es verdadero y cierto llamar hereje al que enseña en contra de etc., etc. Es una apreciación puramente objetiva, hecha con el Catecismo de la Iglesia Católica en la mano (cf. el nº que cito en el texto, 2089). Para saber que un teólogo dice herejías, y que manteniéndolas durante años es un hereje, es suficiente con saber leer y basta con que funcione el principio de contradicción, sin el cual no puede ejercitarse ni la razón y ni la fe.
De poco sirve replicarle argumentando que alude al fuero interno, y al mismo tiempo suponer que en todos los casos mencionados hay ignorancia invencible, lo que pertenece al fuero interno.
Tampoco es consistente hablar de falta de caridad, porque la caridad cristiana está al servicio de la Verdad, y es obra de exquisita caridad eclesial predicar la verdad y denunciar el error. Caridad social, caridad eclesial, que se preocupa por el bien común de la pacífica posesión de la fe.
Saludos
Y por eso causa escándalo: el relativismo y el lenguaje eclesiásticamente correcto nos tienen super-habituados al lenguaje suavecito y disfrazador de las realidades. No estamos preparados para que se signifiquen las realidades por sus nombres propios.
Pero más aún. No es solo que emplee el P. Iraburu "palabras" verdaderas habitualmente disfrazadas por otros eufemismos y atenuantes; es que en algunas ocasiones dice "verdades" católicas que, siendo obvias, se oyen muy muy poco. Y esto también causa escándalo.
Caro Gonzalo,
Muchas gracias por tu comentario. Me has alegrado la tarde. No sabes cuánto me he reído...
Estos teólogos pueden y de hecho lo hacen, pensar muy distinto a lo que usted estima una correcta hermenéutica eclesiológica. Su enorme tolerancia me sorprende y edifica. Bueno, eso era hasta que me di cuenta de que concede usted al hereje -espero no herir sensibilidades- la libertad de decir lo que quiera. Pero se ve que el P. Iraburu no merece tal privilegio de su parte. Olé! Libertad de expresión para el que yo quiero... así, así vamos de maravilla...
Dejando de lado la ironía, creo que el comentario que hace es muy ilustrativo del pensamiento moderno. Niega usted que haya una verdad y, en consecuencia, que ella pueda ser conocida. Siendo así, lo que el Padre hace en su post es una intromisión en fuero interno.
Pero los católicos sostenemos, como verdad de fe declarada en el Vaticano I, que el hombre puede con su razón y, aun más si ésta es elevada por la fe, llegar a conocer verdades. Por tanto, si alguien las niega, podemos decir que hierra... y en el caso de una verdad de fe, que es herética su afirmación.
Tan claro como 2+2=4.
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JMI.- Tengo que salir de casa ahora, y trato de responderle a mi regreso. Hasta luego, Pedro.
Parte usted, a mi juicio, de tres supuestos equivocados:
1) Que toda nuestra fe se encuentra en el Credo. Si así fuera, los protestantes tendrían la fe católica, pues muchos de ellos recitan el mismo credo (anglicanos, luteranos, etc.). En realidad, el Credo recoge el núcleo de la fe, pero la fe católica es mucho más amplia. Por no hablar de la moral católica, que no se encuentra en el Credo. Basta echar un vistazo, por ejemplo, a los cientos de páginas del Catecismo de la Iglesia Católica, o a las numerosas declaraciones dogmáticas de Papas y Concilios Ecuménicos que recoge el Denzinger.
2) Que para creer en el Credo, basta recitarlo. En realidad, no es suficiente aceptar las palabras del Credo, sino que hay que entenderlas como las entiende la Iglesia. Por ejemplo, es típico del modernismo afirmar que se cree en la Resurrección pero entendida como algo meramente espiritual o sucedido en la fe de los discípulos o reducido a la pervivencia del recuerdo... y eso no es lo que cree la Iglesia ni lo que se proclama realmente en el Credo. Un ejemplo concreto de los teólogos que usted cita: no entienden en su sentido verdadero la afirmación del Credo de que la Iglesia es Apostólica, pues no aceptan la autoridad apostólica del Magisterio para definir cuestiones de fe y moral, como la del sacerdocio reservado a los varones.
3) Que las verdades de fe son realidades aisladas. En realidad, todos los elementos de la fe están interrelacionados. Por eso decía Santo Tomás que quien niega una verdad de fe las niega todas. Si estos teólogos niegan la doctrina de la Iglesia sobre el sacerdocio, el matrimonio, la familia, etc., ese rechazo afecta al resto de sus creencias, que pasan a ser simples opiniones, las cuales se pueden abandonar a voluntad, según las modas del momento.
En consecuencia, está plenamente justificado decir que no tienen fe. Tienen ideas y opiniones, algunas de las cuales coinciden más o menos con la fe de la Iglesia, pero eso no es tener fe. Se dice con pena, pero es así.
Que Dios nos de a todos la verdadera fe.
Saludos.
ya estoy de vuelta. Lo malo es que tengo que volver a salir. Si uno tuviera únicamente el trabajo del blog, podría atenderlo mejor. Pero.
Dice usted: ... «no se apartan ni en un solo punto del Credo de la Iglesia Católica que recitamos en la Eucaristía».
–No pertenecen a la fe católica solamente las verdades incluídas en el Credo (el dogma, p.ej., de la Inmaculada no está en el Credo), ni solo las que han sido objeto de una definición dogmática. Una verdad que en materia de fe y costumbres ha sido enseñada en la Iglesia siempre y en todo lugar es una verdad de fe. Y negarla es herejía.
–Kirche 2011 hace muy graves acusaciones a la Iglesia acerca de varias graves cuestiones. Entre otras acusaciones, por ejemplo, el manifiesto afirma que la Iglesia se ha hecho culpable de una «perversión del mensaje libertador de la Biblia en una moral rigorista sin misericordia» o que debería reconocer en los fieles «la libertad de conciencia», como si ésta estuviera oprimida por la doctrina y la disciplina de la Iglesia. Son frases heréticas, inconciliables con el credo in Ecclesiam, que sí está formulado en el Credo. Pero como se ve son frases que por su vaguedad no permiten una evaluación precisa y exacta. Y son muchas. No entro ni a señalarlas ni a refutarlas.
–Parejas adúlteras y parejas homosexuales. Kirche 2011 exige que la Iglesia no «excluya» a las parejas que viven establemente su amor casadas después de un divorcio o en unión homosexual. Se entiende, que no las excluya de ciertos sacramentos, y concretamente de la comunión eucarística (ver Juan Pablo II, enc. Familiaris consortio, 1981, al final, sobre las uniones irregulares). Pero esta prohibición no es una cuestión meramente disciplinar de la Iglesia, que podría ser quitada mañana, sino una norma fundamentada en la misma fe católica y enseñada por la Iglesia siempre y en todo lugar. «No os engañéis... ni los adúlteros, ni los invertidos, ni los sodomitas»... (1Cor 6). Afirmar que la Iglesia tiene en caridad una obligación de recibir en la comunión eucarística, sin excluirlas, a las parejas adúlteras y a las homosexuales va contra la fe de la Iglesia. Es una doctrina herética.
En otro rato, en cuanto pueda, veo el tema del sacerdocio ministerial femenino que Kirche 2011 considera «necesario».
PD. No pretendo con estas cuestiones darle la razón en todo a los teólogos estos. No es esa mi intención, sino discutir unas afirmaciones que considero discutibles.
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JMI.- Sobre la libertad religiosa trataremos, quién sabe, en otra ocasión, si el Señor nos lo concede. Alguna tarde que estemos aburridos, sin saber de qué hablar.
–Sacerdotes casados y ¿sacerdocio femenino?. Kirche 2011 dictamina: «Die Kirche braucht auch verheiratete Priester und Frauen im kirchlichen Amt». «La Iglesia tiene necesidad de sacerdotes casados y de»... lo que sigue son palabras de significado ambiguo, ministerio de Iglesia, funciones... Algunas páginas-webs de lengua hispana, tal como está el patio, han traducido simplemente «ministerio ordenado».
Sobre el celibato sacerdotal en la Iglesia latina se pronunció el Concilio Vaticano II (Presbyterorum ordinis, 1965), Pablo VI en la encíclica Sacerdotalis coelibatus (1967), también lo hizo con gran firmeza y amplitud el III Sínodo de los Obispos (1977). Y todavía ha sido reafirmada esa doctrina y disciplina en varias ocasiones más. Discutir una y otra vez esta norma de la tradición, enérgica y claramente reafirmada por la Autoridad apostólica de los últimos tiempos, diciendo que es "necesario" cambiarla, es muy difícilmente conciliable con el credo in Ecclesiam.
Y sobre el sacerdocio ministerial femenino, que algunos lo ven también exigido, aunque en formulación cautelosa, por Kirche 2011, le copio por si acaso (por si acaso lo exigen) algunos párrafos de la carta apostólica de Juan Pablo II Ordinatio sacerdotalis (1994). Argumenta el Papa, con numerosos datos de Escritura y de Tradición apostólica, esa norma enseñada y vivida por la Iglesia católica siempre y en todo lugar. Cita el documento de la Congregación de la Fe elaborado en el mismo sentido por mandato de Pablo VI (Inter insigniores, rescripto al Arzobispo de Cantórbery, 1975), y concluye diciendo:
«Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».
A pesar de la fuerza y claridad de esta carta apostólica, fue resistida por algunos, y un Dubium fue enviado entonces a la Congregación de la Fe:
«Preg.- Si la doctrina, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis como dictamen que debe considerarse definitivo, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
«Resp.: Afirmativa».
Y con el favor de Dios, aún le añadiré en otro rato, estimado Pedro, una última observación.
1) Un hereje es quien niega pertinazmente, después de recibido el bautismo, una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma.
2) Que la homosexualidad activa es pecado grave, o que las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdotes por la misma naturaleza de este sacramento, son verdades de fe.
¿Conclusión?
No veo yo el problema... perdone que le diga.
Saludos
La Iglesia Católica precisa urgentemente de artículos como el que usted acaba de redactar. Felicito la lucidez de sus palabras y el aplomo de sus sentencias; poniendo los puntos sobre las "íes", con autoridad, con serenidad y sin acaloramientos, en un tema tan espinoso y explosivo como lo es la situación actual de una gran parte de "teólogos" autodenominados como católicos.
La prueba, de esta conflictividad, es el elevado número de respuestas que este artículo ha generado. De seguro, que la mía no será la última.
Pero hay algo que tengo que pedirle. Me gustaría que usted dedicase un artículo, precisamente a los efectos de la apostasía; especialmente en relación a la ceguera espiritual que esta causa.
Personalmente, creo que este es un punto fundamental, y que los católicos en general no tenemos en cuenta. Sin embargo, ( y usted lo recalca en este tema) si los teólogos siendo teólogos, PIERDEN LA FE, sin prácticamente darse cuenta, ¿qué no será del católico descuidado, sin a penas conocimiento teológico alguno?
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En referencia a un supuesto "intercambio de impresiones" entre creyentes y apóstatas, desearía puntualizar, que en la mayoría de los casos ( y que el Padre José María me corrija en caso contrario), el apóstata:
1o- NO SABE SIQUIERA que es APOSTATA.
2o- No tiene ni idea de lo que le estas hablando.
3o- No puede ver el error.
Es decir: está en una oscuridad espiritual total.
Esta oscuridad espiritual es consecuencia de un pecado específico. Cuando se comete un pecado, se ensucia el alma. Si este es mortal se pierde la caridad supernatural y la Gracia Santificante.
- Ahora bien: si este pecado NO ES contra la Fé esta no se pierde. Se puede tener Fé aunque no se pueda vivir por la misma. Es por esto, que aún estando en pecado mortal estamos por ejemplo obligados a ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Mientras no perdamos la Fé, siempre sabremos que estamos en el error, y siempre tendremos la posibilidad de enmendarnos mediante el sacramento de la penitencia.
No obstante:
-Si se peca contra la Fé, la consecuencia inmediata es que esta se pierde. La Fé Católica es la Verdad, toda la Verdad y nada más que la Verdad. Con la característica añadida, de que o se acepta en su totalidad, o se rechaza en su totalidad. Y una vez perdida la Fé, como consecuencia de la apostasía, a ver como se recupera!... porque estaremos en total oscuridad espiritual.
Es por esta causa, que los apóstatas no tienen ni idea de que les estamos hablando. Da igual que sean lo que sean: laicos, doctores en teología o arzobispos. No pueden ver lo que les estamos tratando de hacer ver; porque han pecado contra la Fé y han pérdido la Fé como consecuencia de este pecado contra la propia Fé. Por supuesto, una vez perdida la Fé, su entendimiento se nubla de tal forma, que quedan ciegos de entendimiento a toda verdad supernatural.
Es precisamente por esta misma razón que Nuestro Señor llamaba ciegos a los escribas y fariseos.
Pido disculpas por mi insistencia y re-insistencia en este punto tan específico. Pero repito:
Si 144 teólogos no han reparado en esto precisamente, y curiosamente apostatan tan alegremente, ¿que no será de los que no somos teólogos?
–«Son teólogos que han perdido la fe». El título de mi artículo es un latigazo, como ciertas expresiones de Cristo: «Raza de víboras. Sepulcros blanqueados, limpitos por fuera, llenos de podredumbre por dentro», etc. Procuro seguir a mi Maestro incluso en los modos de hablar, según conviene. Mi artículo parte del Kirche 2011, pero ya por la mitad, llegando a la cita larga de Sto. Tomás, da otro paso y trata de los teólogos disidentes en general, que muchas veces no son meramente «disidentes», sino «herejes». Y a éstos es a quienes el artículo aplica derechamente su título. Copio y pego de mi texto:
«Según esto, muchos teólogos católicos actuales son herejes y están excomulgados, pues niegan con pertinacia una o más verdades de la fe católica, como, por ejemplo, la intrínseca y grave maldad del adulterio o de la unión estable homosexual. Son muchos, como digo, los teólogos católicos que niegan alguna, varias o todas las verdades que refiero ahora a modo de ejemplo: la preexistencia divina del Verbo, la historicidad objetiva de los Evangelios, y concretamente de la resurrección de Jesús, la condición única de Cristo como Salvador de los hombres, la virginidad perpetua de María, la realidad verdadera de la Presencia eucarística, la naturaleza y transmisión del pecado original, la existencia del purgatorio, de los ángeles, de los demonios, la posibilidad de una condenación eterna, la necesidad del sacramento de la penitencia, la condición sacrílega e inválida de una "Eucaristía" celebrada por fieles no ordenados, la necesidad de la fe y de las misiones, y como éstas, otras muchas verdades de la fe.
«No son católicos, sino solo de nombre. Han perdido la fe», etc.
En Alemania, Austria y Suiza esos y otros errores doctrinales graves, lamentablemente, se dan con relativa frecuencia, como también en Holanda y en otros países. Y de ese campo es de donde nace la Kirche 2011.
Estimado Dr. Regis, por el tono de sus respuestas creo que no le vendría mal leer el siguiente texto (y conste que me refiero a su forma de expresarse y no a las verdades de la Santa Madre Iglesia).
"Hay gente que habla de Dios como si hubiera estado desayunando con él esta mañana...no es lo mismo certeza que seguridad. Yo tengo certeza en mis convicciones más firmes. Pero, sobre esas convicciones, no puedo tener la certeza que me da una ecuación matemática pura. Yo estoy convencido de que mi madre me quiso mucho. Pero sobre esa convicción no tengo la seguridad que tengo cuando digo que dos y dos son cuatro.
Es lamentable que muchas personas, por ignorancia de los principios más básicos de la hermenéutica, se aferren a una seguridad que les hace daño a ellos. Y desde la que pueden hacer daño a otros. Todo acceso a la realidad es, por eso mismo, una interpretación de la realidad. Y mucho más cuando hablamos de una realidad que nos trasciende...
El que piensa que él ve la realidad “tal cual es” y que, por tanto, las cosas son “como él las ve”, lo que en realidad está pensando es que todo el que no ve las cosas como él las ve, está equivocado. Una persona que piensa así y se aferra a semejante seguridad, aunque no se dé cuanta de lo que le pasa, es una persona que se ve superior a los demás. Y que, por tanto, piensa que los demás tienen que aprender de él, en tanto que él está llamado a enseñar. Y no tiene por qué modificar sus criterios, sus puntos de vista, sus propias seguridades. De una postura así, al fundamentalismo o incluso al fanatismo, hay sólo un paso."
A menos que usted no esté de acuerdo en que lo que ellos han dicho es contrario a la fe... en cuyo caso, no estaríamos hablando de "mi modo de expresarme" sino "de las verdades de la Santa Madre Iglesia" ¿No?
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JMI.- El título es un tanto equívoco, pero como al final del artículo dice (continuará) esperemos a dónde llegan las ideas que expondrá. Y esperemos que sean buenas y verdaderas.
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JMI.- Pues sí, efectivamente. Eso hace ver hasta qué punto hay verdades olvidadas, más aún rechazadas por convicciones contrarias, influidas por el mundo vigente.
Esta afirmación es difícilmente discutible, pues no dice más que lo afirmado explícitamente por la Iglesia (Catecismo, Código): "Los teólogos católicos que enseñan en forma incompatible con alguna verdad enseñada por la Iglesia como de fe católica, no son disidentes meramente, son herejes y por ello están excomulgados".
Algunos se retuercen en las tinieblas ante esta luz de verdad:
"No tiene usted caridad, debería avergonzarse, no es discípulo de Cristo"
"Usted no es nadie para juzgar la conciencia íntima de" etc.
Es una pena.
Pero refuerza en uno la convicción de que afirmar estas verdades es hoy enormemente necesario y urgente.
Es decir, no puede ser católico aquel que lee a un Queiruga cualquiera soltando herejías sobre la resurrección de Cristo y aun así le considera como teólogo católico.
Saludos.
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JMI.- Pero como ud. bien sabe, lo son muchas veces. Son exactamente herejías.
Podría tal vez aclarar criterios sobre la FSSPX .Muchos laicos estamos conbfundidos. Son ellos cismáticos o simp`lemente Ms Lefebre actuó en situación de emergencia y por lo tanto estarían de hecho en el seno de la Iglesia.Creo que sus seminarios se hallan atiborrados de postulantes y se hallan en las antítipodas de este grupo de teologos que Ud menciona.
Le gradecería sus conceptos y claras ideas al respecto
Gracias
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JMI.- Los comentarios han de versar sobre el artículo que comentan.
Fueron 143 al principio, ahora son 254 y sigue subiendo (más que en la Declaración de Colonia, por lo que la bonita comparación para decir que son menos ya no cuenta)
Ya hay miles de adhesiones, incluyendo la mía. Bueno, queridos martillos de herejes, ya tienen una bonita lista para empezar a excomulgar. Y digo excomulgar, porque yo no me voy a ir voluntariamente, así que a menos que nos echen, aquí nos quedaremos, y no vamos a callarnos...
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JMI.- De acuerdo, quito el "ahora son 144".
En todo caso, si lee mi "Reforma o apostasía", podrá comprobar que en muchos artículos afirmo que son MUCHOS los que se mantienen sociológicamente, incluso con sueldo, dentro de la Iglesia, habiendo perdido sin embargo la fe católica. Los "miles" esos a los que ud. alude triunfalmente los estoy aludiendo yo cada dos por tres: ninguna sorpresa. Confirma ud. lo que yo vengo diciendo hasta el cansancio. Que hay Iglesias locales en el Occidente descristianizado con más agujeros de herejías que un queso de Gruyère. En algunas (al menos en los niveles más ilustrados e influyentes) a veces son más los herejes que los ortodoxos. Éstos están arrinconados por aquéllos. Es un hecho.
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JMI.- En este mismo artículo se cita el Código, canon 1371,1.
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JMI.- Bueno, ya se entiende lo que quiere decir, pero alguna frase no es admisible.
"Para los adheridos a la Fe Católica, en su totalidad, es materia, son datos objetivos que se creen sobre hechos igualmente reales, objetivos".
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JMI.- "Las bases" son los Apóstoles y los Sucesores de los Apóstoles. En el testimonio de ellos se apoya nuestra fe católica, APOSTOLICA y romana, la que nos permite conocer al Cristo verdadero. Sobre ese "fundamento" edifica Cristo su Iglesia.
Lo demás es gnosis y servicio al Padre de la Mentira.
Lo saludo cordialmente y me encomiendo a sus oraciones!!!
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JMI.-La inerrancia de la SEscritura es un dogma de la fe católica, como Ud. sabe. También me figuro que sabrá que esa inerrancia afecta al objeto de la Revelación bíblica, no a cuestiones cosmológicas y semejantes, en las que el hagiógrafo se expresa según los conocimientos de la época. Cualquier libro, también los de la Biblia, ha de ser interpretado según se peculiar naturaleza. Y la Biblia no es un libro de ciencias cosmológicas, químicas, zoológicas, etc. Hay que leerla sabiendo lo que es y lo que pretende.
Es la Iglesia Católica la que más ha contribuído en la historia al desarrollo de la filosofía. Piense en un SAgustín, un StoTomás. Ella es la que la ha defendido del anti-racionalismo de Lutero ("la razón es la puta del diablo") y de la mayor parte de los sistema filosóficos de los últimos siglos, sobre todo del último tiempo, que en el fondo son agnosticismos filosóficos: no sabemos, ni podemos saber la verdad. Relativismo. No alcanza el pensamiento humano más que hipótesis más o menos acertadas, que van cambiando con el tiempo. Hoy en las Universidades se estudia "historia de la filosofía", el innumerable conjunto de pensamientos y sistemas, a veces absolutamente contradictorios entre sí (idealismo - realismo, etc.). "Alardeando de sabios, se hicieron necios" (Rom 1).
La Iglesia Católica ha entendido siempre la teología como "RATIO fide illustrata". Razón y fe, recuerde el gran texto de Juan Pablo II. Son una misma luz de conocimiento dada por Dios al hombre, una natural y otra sobre-natural, pero es imposible que se contradigan, porque las dos luces proceden de Dios, y trabajan unidas en la elaboración teológica.
En la Iglesia se cree una verdad "porque se ha enseñado siempre", en el sentido de que "el Espíritu Santo os guiará hacia la verdad plena" (Jn 16,13). Y el ESanto no se contradice a Sí mismo. Escritura, Tradición y Magisterio apostólico son las tres fuentes de la fe (Vat. II, Dei Verbum 10).
Le encomendaré al Señor en mi oración. Dios le guarde en la luz de la verdad.
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JMI.-Son apóstatas.
En el caso de que antes hubieran tenido la fe católica, claro.
Se llevarán a la hora de su muerte, un chasco formidable,Uh!!! SEÑOR EXISTES, creía que no, va ser un chiste formidable, esto va dirijido a ellos y a todos los que comenta el Padre José María Iraburu.
Y a todos lo que estan muy seguros de su salvación, corren peligro.
Realmente Padre, todo lo que comenta es excelente, defender a Nuestra Madre la Iglesia Católica Romana ,
Voy a leer atentamente lo que ha escrito, es la VERDAD!!!!!!!!
1. En principio, quien realiza una primera afirmación herética de forma pública y sabiendo que es una verdad de fe (en caso contrario no hay herejía), entonces estará equivocada, no será heresiarca.
La condición de pertinaz supongo que se dará cuando: o bien es llamado para que dé explicaciones y reciba información de la verdad e insiste en su error, o bien vuelve a insistir en el error (siempre sabiendo que va contra una verdad de fe).
Ahora bien, si católicos cualificados por el conocimiento y la jurisdicción (cardenal, obispo, abad, superior, cura, religioso, teólogo), enseñan una herejía -el demonio no existe- sólo por una vez sabiendo que es un dogma, entonces está equivocado, no es aún heresiarca excomulgado porque no es pertinaz.
Pero para mí, sólo por el hecho de haber divulgado públicamente una herejía una sola vez, no sería un equivocado, sino que ya sería automáticamente heresiarca y estaría excomulgado (cardenal, obispo, abad, superior mayor, teólogo), y no sería necesario el requisito de pertinaz, por la gravedad del hecho de proceder de personas con conocimento y jurisdicción, por lo que cualquier católico ya podría dejar de obedecer al obispo o cura, por ejemplo: perderían la jurisdicción pero no el orden ministerial.
--- ¿Es esto correcto?
2. Me parece que si alguien participa en una misa que ve que el cura es una mujer y sabe que esta misa es ilegítima, no necesitaría el requisito de ser pertinaz (volver a ir a otra misa ilegítima), sino que sería automáticamente heresiarca y estaría excomulgado.
--- ¿Es correcto?
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JMI.-1. Hay herejía cuando con pertinacia, habiendo sido debidamente corregido, se persiste en un error grave contra la fe.
2. La sola asistencia, a veces obligada en acto social, sin ningún signo de participación en la Misa ilegítima, puede incluso no ser culpable. Me figuro.
No hay sino que darse una vueltita por "Atrio", uno de los últimos bastiones de la resistencia progreeclesial.
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JMI.-Ya en InfoCatólica se ha mantenido bastantes veces que el Papa Francisco, cumpliendo fielmente con su ministerio, iba a defraudar las esperanzas de no pocos progresaurios.
Como los dos o tres que se despachan a gusto con el papa Francisco en esa web a que aludo, son los mismos que mantienen algunas webs minoritarias integristas (rechazadoras del Concilio Vaticano II, sedevacantistas pues, filolefebvrianas, o directamente lefebvrianas), considero que las principales plumas apologéticas de una web como "Infocatólica" deben seguir hilando fino y predicando buena doctrina católica en comunión con el sucesor de Pedro, si bien me temo que a estos católicos es muy muy difícil convencerlos:la mayoría parece convencida de que el papa Francisco es un antipapa, un hereje, un demoledor, el auténtico heraldo del Anticristo, un usurpador. Y ellos son el "único resto" de la Iglesia verdadera preconciliar.
E incluso en esas páginas no escasean los que, pretendiendo pasar por serios, por rigurosos, por celosos católicos con sólida formación teológica, se despachan al papa Francisco con calificativos como estos (una selección, no soy exhaustivo): papón, panchito, formicador, endemoniado, satánico, apóstata, masón, demoledor, homosexual a punto de salir del armario, enemigos número uno de la Iglesia, miserable, desgraciado, sinvergüenza...
Reparo en algo que dice usted, P. Iraburu, muy claro en su respùesta al Dr. Antonio Caponnetto: "Por menos de lo que usted dice del papa Francisco, Dr. Caponnetto, en otros siglos ya habría sido excomulgado". Me figuro qué habría sido de estos que osan llamar fornicario al papa Francisco, escondiéndose detrás de un alias o nick.
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