InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Archivos para: 2015

21.11.15

El Tiempo del Anticristo según Newman

Un amigo ha tenido la bondad de prestarme este excelente libro: John Henry Newman, Cuatro sermones sobre el Anticristo –La idea patrística del Anticristo, Ediciones del Pórtico, Buenos Aires 2006 (2ª edición); traducido por el P. Carlos A. Baliña.

En el Adviento de 1835, durante cuatro domingos consecutivos, John Henry Newman predicó en Oxford cuatro sermones que tratan respectivamente sobre el Tiempo del Anticristo, la Religión del Anticristo, la Ciudad del Anticristo y la Persecución del Anticristo. En estos sermones Newman interpreta los pasajes bíblicos relacionados con el Anticristo bajo la guía de los Padres de la Iglesia.

A continuación haré una síntesis del primero (pp. 21-41) de estos cuatro sermones de ese magnífico predicador que fue el Beato Cardenal Newman. Aunque Newman era todavía anglicano (su conversión al catolicismo ocurrió en 1845) este primer sermón es ya católico.

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15.11.15

Jihád: ¿guerra santa o lucha espiritual? (Samir Khalil Samir SJ)

22. ¿Cuál es el significado de ese término tan usado, con frecuencia de manera errónea, que es jihád?

La palabra jihád deriva de la raíz j-h-d que, en árabe, evoca la idea de esfuerzo, en general bélico. La palabra jihád se emplea siempre en el Corán con el sentido de lucha por Dios, según la expresión completa jihád fí sabíl Alláh, lucha por el camino de Dios. De ahí que se traduzca en las lenguas europeas como «guerra santa» por los mismos musulmanes.

Esta traducción ha sido puesta, recientemente, en tela de juicio por algunos investigadores, sobre todo occidentales, según los cuales el jihád no es la guerra, sino la lucha espiritual, el esfuerzo interior. Se practica también una distinción entre el jihád akbar y el jihád asghar, entre el gran jihád y el pequeño jihád. El primero sería la lucha contra el egoísmo y contra los males de la sociedad –en resumidas cuentas, un esfuerzo ético y espiritual–, mientras que el segundo sería la guerra santa destinada a combatir contra los infieles en nombre de Dios.

Todo esto es una elaboración que no se corresponde ni con la tradición islámica ni con el lenguaje moderno. Los grupos islamistas que adoptan la palabra jihád en nombre del islam no la entienden, ciertamente, en su significado místico, sino en su acepción violenta, y las decenas de libros publicados en estos últimos años sobre el jihád se refieren todos a la guerra santa. Por consiguiente, tanto en el plano histórico, desde el Corán en adelante, como en el sociológico, el significado actual de jihád es unívoco y designa la guerra islámica hecha en nombre de Dios para defender el islam.

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13.11.15

Comentarios patrísticos del dicho “No juzguéis y no seréis juzgados”

Muchos católicos de hoy, en su empeño por construir una Iglesia más “abierta”, “acogedora”, “inclusiva” y “misericordiosa”, insisten en que deberíamos dejar de lado las normas que “discriminan” a algunos fieles, en función de sus conductas o situaciones irregulares. Para justificar ese empeño, generalmente apelan a Mateo 7,1-2: “No queráis juzgar para que no seáis juzgados; pues con el juicio con que juzgareis, seréis juzgados: y con la medida con que midiereis se os medirá".

Para contribuir a refutar esa falsa interpretación de Mateo 7,1-2, vale la pena reproducir aquí la sección de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino que recopila diversos comentarios de los Padres de la Iglesia sobre esos dos versículos.

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12.11.15

Interpretación falsa de “No juzguéis y no seréis juzgados” (P. Ayúcar)

A lo largo de mis 16 años de servicio como apologista católico en Internet, me he topado más de una vez con cristianos que blanden la famosa frase evangélica “No juzguéis y no seréis juzgados” como arma arrojadiza contra cualquier juicio crítico que les moleste. Había pensado escribir algo contra la frecuente interpretación falsa (literalista, fundamentalista) de esas palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Pero he aquí que, buscando material al respecto, me encontré con un excelente artículo de un autor que yo no conocía: el Padre Miguel Ruiz de Ayúcar (1911-2004), jesuita español. Mejor que cualquier cosa que yo pueda escribir sobre este tema será recomendarles la atenta lectura de este artículo del P.  Ayúcar.  


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11.11.15

Las crisis de las culturas (Cardenal Joseph Ratzinger)

1. Reflexiones sobre culturas que hoy se contraponen

Vivimos una época de grandes peligros y grandes oportunidades para el hombre y para el mundo, un momento de gran responsabilidad para todos nosotros. Durante el siglo pasado, las posibilidades del hombre y su dominio sobre la materia crecieron de manera realmente inimaginable. Pero su capacidad para disponer del mundo ha hecho que su poder de destrucción haya alcanzado unas dimensiones que, a veces, nos causan verdadero pavor. En ese contexto, surge espontáneamente la idea de la amenaza del terrorismo, esa nueva guerra sin límites y sin frentes establecidos.

El temor de que ese fenómeno pueda muy pronto apoderarse de armas nucleares y biológicas no es, ni mucho menos, infundado; de modo que en el seno de los estados de derecho se ha tenido que recurrir a sistemas de seguridad que en épocas precedentes no existían más que en los regímenes dictatoriales. Con todo, se tiene la sensación de que, en realidad, todas esas precauciones jamás serán suficientes, porque no es posible ni deseable un férreo control sobre toda clase de armamento.

Menos visibles, pero no por ello menos inquietantes, son las posibilidades de auto-manipulación que el hombre ha conseguido. Ha logrado sondear los entresijos más recónditos del ser, ha descifrado los códigos más profundos del ser humano y ahora es capaz, por así decir, de «construir» por sí mismo al hombre que, de ese modo, no viene al mundo como don del Creador, sino como producto de una manipulación humana; un producto que, en consecuencia, puede ser seleccionado según las exigencias que nosotros mismos fijamos. Desde esa perspectiva, sobre ese hombre ya no brilla el esplendor de ser imagen de Dios, que es lo que le confiere su dignidad y su inviolabilidad, sino sólo el poder de las capacidades humanas. El hombre ya no es otra cosa que imagen del hombre. Pero, ¿de qué hombre?

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