16.07.13

Un amigo de Lolo - El amor al prójimo

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Seguramente es más fácil esperar del otro lo bueno si nosotros no somos rácanos en nuestro amor.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

El amor al prójimo

“Caridad es el beneficio que deja el capital del corazón, cuando se pone a renta el amor de Dios en los demás.”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (616)

Cuando a un discípulo de Cristo se nos pregunta por los Mandamientos de la Ley de Dios solemos contestar lo mismo que Jesús cuando le hicieron tal inquisición: son dos (aún siendo diez, claro) que resumen la norma divina y los expresamos teniendo en cuenta el amor a Dios y el amor al prójimo.

Sabemos quién es el prójimo porque Jesús lo dejó bien expresado cuando contó aquella parábola del buen samaritano. Desde entonces sabemos que nuestro prójimo es el otro, quien sufre, quien puede necesitarnos pero, en general, todo otro.

Pues bien, de lo mucho que hemos escuchado y leído acerca del Creador hay algo que nos informa acerca de su naturaleza: decimos que tiene entrañas de misericordia o, dicho de una forma traída de san Juan, que Dios es Amor y que tal forma de ser nos asegura, entre otras realidades, la mismísima vida eterna.

Y nosotros, que somos semejanza de Dios, hemos de reconocer que el Creador dejó inscrito en nuestro corazón una premisa sin cuyo cumplimiento sólo con arrogancia y presunción podemos decidir que somos hijos suyos. A tal premisa, decimos, ponemos el nombre, también, de amor. Al mismo, además, llamamos caridad.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos ni quedarnos cortos en el intento, que sólo amando al prójimo hacemos rendir nuestros talentos. Si sólo pensamos que somos capaces de hacer esto o lo otro pero no amamos… como diría san Pablo… no somos nada y de nada nos sirve lo que hacemos. A esto otro santo, Agustín de Hipona, lo culminó diciendo “ama y haz lo que quieras” pues sabía que la primera Ley del Reino de Dios es el amor y luego, mucho después, está lo demás.

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15.07.13

Serie oraciones, invocaciones – San Eleuterio: “Plegaria a la Virgen santa”

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dirigirse a Dios es un privilegio que sólo tienen aquellos que creen en el Todopoderoso. Debemos hacer, por tanto, uso de tal instrumento espiritual siempre que seamos capaces de darnos cuenta de lo que supone.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – San Eleuterio: “Plegaria a la Virgen santa”

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14.07.13

La Palabra del Domingo - 14 de julio de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El amor de Dios es muy generoso y lleno de esperanza en nosotros. Seguramente deberíamos hacer lo mismo con nuestro prójimo.

Lc 10, 25-37

Biblia

25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» 26 El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» 27 Respondió: = «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas = y con toda tu mente; = y a tu prójimo como a ti mismo.» = 28 Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.» 29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» 30 Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32 De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 3 34 y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” 36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» 37 El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

COMENTARIO

Misericordia quiero

Es bien cierto que muchos de los que escuchaban a Jesús eran personas muy preparadas en el conocimiento de la Ley de Dios y del comportamiento que, según la misma, tenían que seguir los hijos del Creador.

Aquel hombre que le pregunta a Jesús por fuerza sabía lo que quería el Todopoderoso de su persona. Sin embargo, pregunta a Jesús porque quería concreción o, lo que es lo mismo, que le dijera lo que, en verdad, era importante.

Jesús lo sorprende: ha de querer a su prójimo.

Sin embargo, aquel hombre, que tanto sabía y que debía ser tenido por sabio, no conocía quién era su prójimo. ¿Había, a lo mejor, demasiada preocupación por algo que no importaba tanto?

Jesús, para que entendiera quién era su prójimo, le pone ante la parábola del buen samaritano.

Aquel hombre se debía extrañar mucho porque tener por bueno a un samaritano (los judíos no estaban a bien con los de Samaria) era algo excesivo para él mismo. Y si, además, de las personas que podían haber auxiliado al robado y herido (un sacerdote y un levita) la más consecuente con la misericordia de Dios era un samaritano, debió pensar que estaba más que equivocado en su pensamiento.

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13.07.13

Serie P. Julio Alonso Ampuero - Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tener fe es saber que se es hijo de Dios y que se comprende qué significa eso.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación de la serie
P. Julio Alonso Ampuero

El P. Julio Alonso Ampuero, nacido en 1958, formado en el Seminario de Toledo, fue ordenado sacerdote en 1983. Estudia Sagrada Escritura en Roma y Jerusalén entre los años 1984 y 1987. Fue profesor de Introducción a la Sagrada Escritura y Cartas de San Pablo en el Instituto Superior de Estudios Teológicos “San Ildefonso” de Toledo además de formador durante varios años en el Seminario.

Hasta aquí una biografía urgente de este sacerdote que, por cierto, conoció al P. José Rivera, de quien escribió, para el volumen “José Rivera. Sacerdote, testigo y profeta” de BAC Biografías (2002) el artículo titulado “No hay amor más grande” en el que escribe sobre el misterio de la cruz en don José Rivera.

Sin duda alguna que la labor sacerdotal del P. Julio Alonso Ampuero debe ser, actualmente, grande. Sin embargo, aquí vamos a traer, en exclusiva, lo que ha publicado en la Fundación Gratis date y que son, como veremos una serie de libros que nos ayudan a comprender nuestra fe y nos permiten adentrarnos en realidades espirituales dignas de ser tenidas en cuenta.

En concreto, los libros a los que dedicamos esta serie son los siguientes:

-Historia de la salvación

Dice el autor que “Estas páginas intenta ayudar a descubrir de manera sencilla las cosas grandes que el Señor ha realizado en la historia de su pueblo y que quedaron consignadas por escrito en la Biblia”. Y a fe de quien esto escribe que consigue, a la perfección, que nos hagamos una idea más que acertada de lo que, a este respecto, ha sido la historia de salvación de la humanidad.

-Éxodo. El Señor de la historia

Dice el autor de este libro que tiene un objetivo claro al escribirlo y que es “acercar la Palabra de Dios a la gente y acercar la gente a la Palabra de Dios” y, teniendo en cuenta que “todo el comentario está basado en la más exacta fidelidad al texto bíblico”, podemos estar más que seguros de que lo ha conseguido.

-Isaías 40-55. El desierto florecerá

El P. Julio Alonso Ampuero tiene por cierto que el llamado Segundo Isaías (capítulos 44 al 55 del libro de tal profeta) es muy válido para ahora mismo. Si Isaías predicó en tiempos de exilio del pueblo judío, en nuestros días también nos encontramos en una época muy difícil donde el paganismo se está adueñando de multitud de realidades nuestras.

-Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles

Es meridianamente claro que a los Hechos de los Apóstoles corresponde darnos a entender cómo era la Iglesia en los primeros tiempos donde la evangelización empezaba. Es más, sin conocer lo que, entonces, constituyó la Iglesia, sus propios rasgos sin los cuales “ya no sería la Iglesia de Jesucristo”.

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12.07.13

Eppur si muove- ¿Santos problemáticos?

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La santificación, ser santos, no es nada fuera de lo común aunque sí está fuera del común de los creyentes según puede verse…

Y, ahora, el artículo de hoy.

Hoy día, se dice muchas veces, se puede ser santo con muy poco. Esto lo digo porque hay casos muy especiales de creyentes católicos que, al parecer, les era difícil ser considerados santos. Es más, cuando a uno de ellos se eleva a los altares, se ponen en solfa todo el procedimiento.

Por ejemplo, los que siguen:

San Josemaría
San Juan Pablo II
San Juan XXIII

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10.07.13

Un amigo de Lolo - Amar es darse

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Ciertamente ser cristiano es más difícil que ser mundano. El caso es que siendo cristiano se tiene al alcance la vida eterna y siendo mundano sólo un sitio donde yacer muerto.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Amar es darse

”¿Qué puede dar un hombre tan limitado? Lo que sea, lo importante es dar; que dar es amar. ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (361)

Seguramente, porque somos seres humanos y, por eso mismo, muy limitados en muchos sentidos, nos creemos que somos esto o lo otro. Legítimamente muchas personas pueden estar en la seguridad de que son importantes y que la labor que llevan a cabo también lo es.

Sin embargo, en la mayoría de los casos (todos no podemos ser importantes y nos debería bastar, simplemente, con ser) lo que nos pasa es que solemos tener una conocimiento equivocado de nosotros mismos y sobredimensionamos nuestras cualidades. Y, además, aunque esto parezca absurdo, nos ponemos a la altura de los demás y aplicamos aquello de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno.

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8.07.13

Serie oraciones-invocacionesPor las benditas almas del Purgatorio

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dirigirse a Dios es un privilegio que sólo tienen aquellos que creen en el Todopoderoso. Debemos hacer, por tanto, uso de tal instrumento espiritual siempre que seamos capaces de darnos cuenta de lo que supone.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Por las benditas almas del Purgatorio

El Doctor Angélico dejó escrito, acerca de la necesidad de orar por las almas, benditas, que están en el Purgatorio. Dice esto:

Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y las de allí.

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6.07.13

Serie Julio Alonso Ampuero - Espiritualidad del apóstol según San Pablo

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Tener fe es saber que se es hijo de Dios y que se comprende qué significa eso.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación de la serie
P. Julio Alonso Ampuero

El P. Julio Alonso Ampuero, nacido en 1958, formado en el Seminario de Toledo, fue ordenado sacerdote en 1983. Estudia Sagrada Escritura en Roma y Jerusalén entre los años 1984 y 1987. Fue profesor de Introducción a la Sagrada Escritura y Cartas de San Pablo en el Instituto Superior de Estudios Teológicos “San Ildefonso” de Toledo además de formador durante varios años en el Seminario.

Hasta aquí una biografía urgente de este sacerdote que, por cierto, conoció al P. José Rivera, de quien escribió, para el volumen “José Rivera. Sacerdote, testigo y profeta” de BAC Biografías (2002) el artículo titulado “No hay amor más grande” en el que escribe sobre el misterio de la cruz en don José Rivera.

Sin duda alguna que la labor sacerdotal del P. Julio Alonso Ampuero debe ser, actualmente, grande. Sin embargo, aquí vamos a traer, en exclusiva, lo que ha publicado en la Fundación Gratis date y que son, como veremos una serie de libros que nos ayudan a comprender nuestra fe y nos permiten adentrarnos en realidades espirituales dignas de ser tenidas en cuenta.

En concreto, los libros a los que dedicamos esta serie son los siguientes:

-Historia de la salvación

Dice el autor que “Estas páginas intenta ayudar a descubrir de manera sencilla las cosas grandes que el Señor ha realizado en la historia de su pueblo y que quedaron consignadas por escrito en la Biblia”. Y a fe de quien esto escribe que consigue, a la perfección, que nos hagamos una idea más que acertada de lo que, a este respecto, ha sido la historia de salvación de la humanidad.

-Éxodo. El Señor de la historia

Dice el autor de este libro que tiene un objetivo claro al escribirlo y que es “acercar la Palabra de Dios a la gente y acercar la gente a la Palabra de Dios” y, teniendo en cuenta que “todo el comentario está basado en la más exacta fidelidad al texto bíblico”, podemos estar más que seguros de que lo ha conseguido.

-Isaías 40-55. El desierto florecerá

El P. Julio Alonso Ampuero tiene por cierto que el llamado Segundo Isaías (capítulos 44 al 55 del libro de tal profeta) es muy válido para ahora mismo. Si Isaías predicó en tiempos de exilio del pueblo judío, en nuestros días también nos encontramos en una época muy difícil donde el paganismo se está adueñando de multitud de realidades nuestras.

-Iglesia evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles

Es meridianamente claro que a los Hechos de los Apóstoles corresponde darnos a entender cómo era la Iglesia en los primeros tiempos donde la evangelización empezaba. Es más, sin conocer lo que, entonces, constituyó la Iglesia, sus propios rasgos sin los cuales “ya no sería la Iglesia de Jesucristo”.

-Espiritualidad del apóstol según San Pablo

Aunque, como reconoce el P. Julio Alonso Ampuero, cuando aquel hombre que perseguía a discípulos de Cristo y pasó a ser perseguido por venir a serlo no pretendió plasmar en sus escritos su propio testimonio (ha de querer decir que tal fuera su intención) lo bien cierto es que el mismo ha quedado, precisamente, como ejemplo a seguir por parte de los cristianos a lo largo de los siglos.

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5.07.13

Eppur si muove - Yo concilio, tú concilias, él concilia, nosotros conciliamos, vosotros conciliáis, ellos concilian

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Estar de acuerdo con la Iglesia católica, para un creyente, es la mar de fácil: basta con estar de acuerdo.

Y, ahora, el artículo de hoy.

No crean que el título del Eppur si muove de hoy está puesto con guasa, cachondeo o algún tipo de malformación lingüística. No. El caso es que la conjugación del Presente de Indicativo del verbo “conciliar” viene la mar de bien al caso de hoy.

Dice el P. Casaldáliga que la Iglesia católica debe reconciliarse con la Teología de la Liberación. ¡No, no es broma! Porque debe creer que es la Esposa de Cristo la que debe buscar la comprensión de los teólogos de la liberación que es grupo donde se encuentra, claro está, el P. Casaldáliga o otros muchos de su pensar espiritual.

Pues bueno, podemos, pues conjugar, con consecuencias, tal verbo.

Yo concilio, quiere decir que estoy de acuerdo en lo que dices. Eso, en verdad, es poco posible en el caso de la Teología de la Liberación.

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4.07.13

Esperar una Encíclica

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El tiempo que nos ha tocado vivir se ha hecho casi ateo. El caso es que tiene un Padre que no se ha hecho antihumano

Y, ahora, el artículo de hoy.

Francisco I

Al parecer, y según todas las noticias habidas y por haber, mañana viernes, 5 de julio, el Papa Francisco dará a luz su primera Encíclica. El título es sintomático de la importancia que tiene el tema para la Iglesia católica y para sus fieles: “Lumen fidei” o, para los que no sabemos latín, la luz de la fe.

En una parte de la noticia publicada en esta casa se dice esto:

“La encíclica es una carta solemne sobre asuntos de la Iglesia o determinados puntos de la doctrina católica dirigida por el papa a los obispos y fieles católicos de todo el mundo y está considerada como uno de los documentos más importantes en el magisterio pontificio”

Como sabemos, este documento papal tiene mucho que ver con lo escrito por Benedicto XVI. Es más, al parecer, el Papa Francisco debe haber hecho poco más que completar alguna parte y decir, como parece que va a decir que el texto es, en gran parte, del Papa emérito. Y eso es lógico porque es, además, de justicia pues una cosa es que se sepa que, en algunos casos, hay personas que ayudan al Vicario de Cristo a elaborar determinados documentos (eso pasa en todos los campos donde una persona ejerza determinada autoridad) y otra, muy distinta, es que se sepa que ha sido un Papa quien había escrito, ya, parte de la Encíclica.

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