25.09.13

Yo acuso

Yo acuso
Aviso para españoles y creyentes de allende los mares

A lo largo de los meses (ya muchos) que llevamos de esta legislatura han pasado cosas. Otras, sin embargo, no han pasado y, al parecer, pudiera dar la impresión de que algunos no quieren que pasen.

Así, por ejemplo, el aborto sigue donde estaba y, en todo caso, los que gobiernan quieren que se siga matando pero de una forma más, digamos, light. Pero matar, lo que se dice matar al nasciturus se podrá seguir haciendo con protección de la ley que, en verdad, ¡hay que echarle!…

Si hablamos del imposible “matrimonio” entre personas del mismo sexo, la cosa está aún peor (que ya es decir) pues no se oyen ni campanas ni campanillas al respecto de que pudiera anularse una legislación aberrante que proclama como bueno y benéfico lo que no es más que un mero capricho de un grupo de presión homosexual que parece tener más poder que el que merece por número de sus miembros.

Y así, en temas que son muy importantes para los católicos las cosas siguen igual o pintan mal o muy mal.

Por eso, es indispensable acusar a quienes hacen lo que no deben hacer y se ciscan en su presunta fe católica con gozo de muchos y aplausos, siempre, de los discípulos de Satanás.

Leer más... »

24.09.13

Un amigo de Lolo - Entre lo que debemos ser y lo que somos

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Entre lo que debemos ser y lo que somos

“¿Qué es la humillación? Una reducción de límites. Somos de tierra y gloria confundidas. La soberbia es creerse sólo gloria; la
humillación, únicamente barro.”

Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (447)

San Pablo escribió, en un momento de franqueza casi sin igual, que cuando quería hacer algo bueno, sabiendo que eso era lo que quería hacer, acababa haciendo lo que no quería. Y eso, lógicamente, le preocupaba al de Tarso porque le ponía ante la realidad de lo que era su existencia como hombre que, hijo de Dios, mira al Padre avergonzado por no ser como quiere el Creador que sea.

En realidad, tal forma de actuar y de ser no es nada extraña en nosotros, hermanos de san Pablo e hijos, también, de Dios.

Leer más... »

23.09.13

Serie oraciones - invocaciones - Salmo 1

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones – Salmo 1

Leer más... »

22.09.13

La Palabra del Domingo - 22 de septiembre de 2013

Biblia

Lc 16, 1-13

“1 Decía también a sus discípulos: ‘Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; 2 le llamó y le dijo: “¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando.’ 3 Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.’ 5 ‘Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’ 6 Respondió: ‘Cien medidas de aceite.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.’ 7 Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’ Contestó: ‘Cien cargas de trigo.’ Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta.’8 ‘El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. 9 ‘Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. 10 El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. 11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? 12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? 13 ‘Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.’”

COMENTARIO

Hay que escoger entre Dios y el dinero, entre el Creador y el mundo

Jesús nos habla, aunque hay que reconocer que de forma algo enigmática, acerca de lo que más conviene a un discípulo suyo y a lo que tantas veces hace referencia cuando pone en conocimiento de los que quieran escuchar, la Verdad.

Es bien cierto que el mundo, con su mundanidad, nos atrae hacia sí porque quiere, llevado por su Príncipe Satanás, que nos alejemos de Dios y de lo que supone saberse y reconocer sus hijos. Nada mejor para el Mal que sembrar en el corazón del hombre astucias mundanas y vanas formas de comportarse.

Después de contar a los que le escuchan aquello del hombre rico y del siervo listillo (que consigue, en beneficio suyo pero, también, de su antiguo amo, que los deudores del mismo paguen algo de lo que le deben) a más de uno se le debió quedar la cara y el corazón sorprendido. ¿Qué habrá querido decir el Maestro con eso?

Dice que las personas de este mundo o, lo que es lo mismo, aquellas que viven en el mundo sin preocuparse por Dios y por el cumplimiento de su voluntad, son más “astutos” que las personas que son consideradas hijas de la luz o, lo que es lo mismo, hijas de Dios que sabe que lo son. Y al astucia va, muchas veces (tal es su intención y la razón por la que está puesta por el Maligno) en perjuicio de las personas justas que saben que no pueden transigir con los supuestos beneficios del mundo en el que viven.

Sabe Jesús que quien es seguidor fiel del Hijo de Dios y, así, de Dios mismo, puede lo menos pero, también, puede lo más. Con lo menos se hace grande y con lo más, acapara para sí el Amor del Padre que se da cuenta de que aquel hijo suyo, semejanza suya, ha comprendido cuál es su santa voluntad.

Seguramente lo más importante que dice Jesús y que resume a la perfección lo que quiso decir entonces a los que le escuchaban pero nos dice, ahora mismo, a los que leemos o, también, escuchamos esta parte del evangelio de san Lucas, es lo que dice, precisamente, al final del mismo. Deja para tal momento lo más importante para que se nos quede mejor guardado en nuestro corazón.

Leer más... »

21.09.13

Serie Fundación GRATIS DATE – Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, de Mons. Fernando Arêas Rifan

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

Tradición y Magisterio vivo de la Iglesia, de Mons. Fernando Arêas Rifan, Obispo y Administrador Apostólico

Leer más... »

20.09.13

Eppur si muove - Sor botifarra y sus admiradores o Dios los cría y ellos se juntan

-Pero bueno… otra vez con Sor Forcades.

-Es que, perdone que le diga, pero es para darle de comer aparte…

Parece que no hay forma de que Teresa Forcades a quien bautizamos hoy mismo con el nombre de “Sor botifarra” (para quienes no lo sepan la botifarra es un embutido que tiene mucha consideración en Cataluña y bien puede ser un símbolo de aquella tierra española) deje de meter la extremidad allí donde habla, donde es retratada con su consentimiento o, en fin, allí donde bien le parece aparecer.

Ya sabemos que Sor botifarra es una religiosa (no diré yo que católica) que se les da de independentista catalana. Allí donde tal causa saca la cabeza para que la vean, allí que está Forcades para gritar más que nadie y allí donde cabe dañar a la Iglesia católica, allí que se muestra ufana de ser uno de los arietes en su contra. Toda una joya de religiosa…

Pero es que, además, como esto no es suficiente para ella su graciosa forma de ser le granjea una serie de amigos, digamos admiradores de su causa y de las que defiende, que son lo mejor de lo mejor.

Estos son los admiradores de Teresa Forcades con los que, al parecer, gusta estar de acuerdo:

Leer más... »

19.09.13

Sembradores profesionales de cizaña

Cizaña

Sabemos que los sencillos en la fe católica pueden ser llevados por cualquier viento de doctrina porque es posible que entre unas cosas y otras su espíritu se vea sometido a ideas o pensamientos que, pareciendo ortodoxos son de lo más heterodoxo que uno pudiera imaginarse.

En este “negocio” de la fe (véase lo que eso supone para algunos) hacer de su capa un sayo les viene la mar de bien a más de un creyente que se dice, para pescar en río supuestamente propio, católicos. Es una forma, al fin y al cabo, de hacer lo que se pueda contra el bien de la Esposa de Cristo.

En realidad, sembrar en el surco del corazón del creyente (o de quien no siéndolo está en vías de serlo) la fe en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y su Iglesia y, también, en el Espíritu Santo, no parece muy difícil en cuanto las cosas, espiritual y doctrinalmente hablando están puestas de una forma tal que no debería haber dudas sobre ellas.

Pero siempre tienen que llegar a nosotros, a nuestro mundo de fe católica y, en fin, a nuestro universo de creyentes, aquellos que creen que por caminos colaterales también puede llegarse al definitivo Reino de Dios.

Y siembran sus doctrinas, muchas veces torcidas y otras equivocadas, al revés o lo mismo…

Leer más... »

18.09.13

A pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

Es de creencia común que cada cual tiene, a lo largo de su vida, momentos que calan en el corazón de una forma especial. Así, por ejemplo, cuando se conoce a una persona que, a lo largo de su posterior existencia, ha sido muy importante, eso mismo ha de dejar una huella grande en la vida de quien así lo siente.

El P. Pablo Cabellos hace mención en su artículo al momento en el que conoció a quien luego sería beato y, tras el transcurso del tiempo y el cumplimiento de las condiciones para eso, santo: san Josemaría.

Es bien cierto que algunas de las personas que podemos conocer han de ser muy especiales y, así, pensar que no somos dignos de que llegarnos ante ellas. Sin embargo, aquel sacerdote, fundador del Opus Dei no era nada estrafalario ni lejano sino todo lo contrario. No extraña, por lo tanto que el autor del artículo diga que quedó “convencido de haber conocido a un Padre muy cercano, a un hombre muy normal y muy extraordinario, a alguien que se empeñaba a diario en la lucha por la santidad y en arrastrar a tantos cuantos podía a esa pasión. Hoy, hace cincuenta años, conocí a un Santo".

Ahora, claro, habrán pasado hará unos cuantos días desde tal momento y la vivencia de tal encuentro y de tal momento se habrá enriquecido y quedará, siempre, en su corazón, e incluso, en lo que podamos ser capaz de entender como propio de nosotros mismos.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

Se cumplen hoy cincuenta años

Pablo Cabellos Llorente

Cuando escribo, se cumplen cincuenta años del día en que conocí a un Santo. Habrá pasado algún tiempo cuando se publique. Yo era un joven universitario que había pedido recientemente la admisión en el Opus Dei. Un buen grupo de gente en parecida situación nos reunimos para un curso de verano -donde descansar y formarnos- en el Colegio Mayor Belagua de la Universidad de Navarra. San Josemaría Escrivá pasaba unos días, si no recuerdo mal, en Elorrio, en la tierra vasca que tanto amaba, como toda la entrañable geografía española. Aunque sea una digresión, dijo de Valencia que le parecía que el Señor deseaba que amase particularmente a nuestra ciudad.

El veintitrés de agosto de 1963 se vino hasta Pamplona para visitarnos. Yo sólo conocía Camino y había escuchado en un viejo magnetofón una no menos vieja cinta con la grabación de la homilía “Vida de Fe", publicada años después. Me entusiasmaba -y me entusiasma- la fuerza de esa meditación, como me encantaron otras que conocí bastante más tarde. Ese era mi bagaje de la persona que nos visitaba y, claro, que era el fundador del Opus Dei y que, como vivíamos como una familia, se le llamaba Padre, pero no como el común denominador usado para hablar a un sacerdote o, en España, más habitualmente a un religioso, a quienes amaba san Josemaría, pero sabiéndose sacerdote secular cien por cien. Era el Padre porque era padre de veras, así, sencillo, como habría dicho un vasco.

Luego he pensado que los carismas que Dios reparte entre sus hijos, algunos -como en este caso- muy especiales, se traslucen en cierto modo al exterior. Si podía tener alguna idea fantasiosa del fundador, se me desvaneció nada más conocerlo: se veía a un Padre que generaba alegría y confianza conforme avanzaba de la puerta hasta llegar al oratorio para saludar al Señor -siempre era lo primero- y continuando después por el pasillo que conducía a la sala de estar. Éramos muchos porque se habían sumado los de otro curso que se realizaba en el Colegio Mayor Aralar. Éstos eran profesionales jóvenes que habían vivido en Roma.

A la naturalidad inicial, ya asombrosa, se sumaron más sorpresas: conocía detalles muy concretos de los llegados de Italia, tales como la operación quirúrgica del padre de un norteamericano, el estado de la construcción de una casa de retiros en Irlanda que comentaba con otro de este país, el interés por la familia de otro, etc. Esto no sucedió de golpe, sino a medida que los iba descubriendo entre los pocos sentados en sillas, los muchos colocados en el suelo y bastantes que permanecían de pie haciendo fondo. Aquello no tenía orden ni concierto: era una tertulia familiar en la que cada uno contaba lo que quería, otro preguntaba si cantábamos e íbamos a ello, después un chiste. Y entre una cosa y otra la reflexión sobrenatural, el impulso para orientar todo hacia Dios, el descubrimiento de horizontes apostólicos no imaginados.

Leer más... »

17.09.13

Un amigo de Lolo - Resucitaremos

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Resucitaremos

“El Cristianismo no arranca de una culpabilidad, sino de una esperanza”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (978)

“Creer y convertirse”. Son dos expresiones que manifiestan la voluntad de una persona acerca de qué es lo que quiere no para esta vida (que también) sino, sobre todo, para la que ha de venir cuando se cierre el telón de su existencia y tenga que acudir donde haya merecido acudir.

Existe la creencia errónea según la cual basta con no creer en Dios para librarse, automáticamente, de lo que supone la existencia del Creador. Sin embargo, para desgracia de muchos incrédulos, las cosas son como son y por la mañana amanece cuando sale el sol. Y ante la Verdad poco pueden hacer los que prefieren esconder la cabeza bajo tierra pensando que, así, pasa el “peligro” de sentirse hijos de Dios.

Pues bien, quien se sabe hijo del Creador sabe perfectamente que en esta vida está de paso o, como poco, a decir de Santa Teresa, que es una mala noche en una mala posada o dicho hoy día, en una mala pensión de las llamada de “mala muerte”. Es decir, que poco pasamos aquí con relación a lo que ha de venir tras nuestro final corporal.

Tenemos una esperanza clara que nos sostiene en el mundo y por la cual vivimos y existimos: la resurrección.

En efecto, resucitar, cuando llegue el momento en el que Cristo vuelva a la tierra para juzgar a vivos y muertos, ha de ser el anhelo de todos los que estamos más que seguros que todo esto, nuestra fe y Dios mismo, no son una ilusión que necesitamos para vivir sino que ambas realidades son más que ciertas, que lo vemos todos los días y que, no obstante, lo que nos espera es infinitamente mejor y dura para siempre, siempre, siempre.

Resucitar para toda la eternidad y que sea para una eternidad de vida y no de muerte, es lo que nos sostiene. Es una esperanza fundada en la resurrección de Jesucristo, Hijo de Dios, enviado por el Padre y Mesías de la humanidad toda. Por ella murió pero, no sin embargo, dejando de avisar acerca de los requisitos (¡sí, hay que cumplir algunas condiciones sine qua non!) citados arriba: creer y convertirse.

No basta estar más que seguros de que seremos salvados y vivir dormidos en los laureles. Si Cristo murió para que toda la humanidad se salve, no lo hizo porque estuviese seguro de que toda la humanidad se iba a salvar sino que, en todo caso, se salvarían aquellos que creyesen en Su persona y se convirtiesen. Así, sí; de otra forma, no.

El Amor de Dios, llegado directamente a nosotros (a falta de mayor fe en su pueblo elegido) es una garantía de verdad de la que no dudamos porque el Todopoderoso tiene, en efecto, todo el poder y nada para Él es imposible. Ni siquiera hacer posible que nosotros dejemos de pecar y nuestra esperanza se haga carne y sangre en nuestra vida. Ni siquiera eso.

¿Hay mayor esperanza?

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………….

Por la libertad de Asia Bibi.
……………………..

Por el respeto a la libertad religiosa
……………………..

Enlace a Libros y otros textos.

……………………..

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Si te dicen que alguien es creyente pero no practicante puedes dudar que alguna vez practicó la fe que dice tener y que Dios, en su vida, está muy alejado por voluntad de quien cree de tan extraña forma.

…………………………….
Para leer Fe y Obras.
…………………………….

InfoCatólica necesita vuestra ayuda.

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:


Y da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7), y haz click aquí.

16.09.13

Serie oraciones - Oración para aprender a amar, de la Beata Teresa de Calcuta

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – invocaciones – Oración para aprender a amar, de la Beata Teresa de Calcuta

Leer más... »