12.01.16

Un amigo de Lolo – No sentirse nunca solo

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

No sentirse nunca solo

 

“No estoy solo cuando alguien se muerde una lágrima para tomar la de otro; cuando el peso del mundo entero parece que doblega unos hombros y, sin embargo, no cae.

No estoy solo cuando hay quien sigue un llamamiento, se apropia una ración del dolor del mundo, traspasa una consolación que necesitaba, perdona un gran agravio, ahoga el resentimiento, espiga las rosas de su corazón.” (Surtidor del alma– No estoy solo).

 

Dice Santo Tomás de Aquino que como “todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros”. A esto se le suele llamar “comunión de los santos”. Por eso entendemos que, con ella, todos aquellos que somos hijos de Dios y formamos parte de la Esposa de Cristo tenemos, entre nosotros, una relación algo más que especial porque es muy profunda y esencial para nuestra fe.

Nuestro Beato Manuel Lozano Garrido comprender a la perfección lo que supone la citada comunión de los santos. Y en este texto lo da a entender con una claridad meridiana. Y, por decirlo de alguna manera que se entienda: lo que afecta a unos, afecta a todos.

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10.01.16

La Palabra del Domingo - 10 de enero de 2016

 

 

Lc 3, 15-16. 21-22

“15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; 16 respondió Juan a todos, diciendo: ‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego’.

21 Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, 22      y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo:  ‘Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado’”.

        

 

COMENTARIO

Aquel que bautiza con fuego

Muchos judíos esperaban, con franqueza y con fe, la llegada del Mesías. Y es que sabían que Dios, que nunca incumple sus promesas, había prometido que lo enviaría para que el mundo se salvase de la perdición eterna.

El caso es que muchas señales mostraban, en los textos sagrados del pueblo elegido por Dios para ser el Suyo, que el Enviado del Todopoderoso haría cosas grandes, que muchas otras cambiarían de signo y que, en general, vendría al mundo el perdón de los pecados. No extraña, por tanto, que muchos miraran a Juan el Bautista de una forma muy especial y esperanzadora.

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9.01.16

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – La simple y directa Verdad

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

La simple y directa Verdad

Y Jesús dijo… (Mc 12, 29-31)

“Jesús le contestó: ‘El primero es:   ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor’, ‘y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,  con toda tu mente y  con todas tus fuerzas’. El segundo es:   ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  ‘No existe otro mandamiento mayor que éstos.’”

Es una pregunta clave ésta que le hacen a Jesús. Como para ver si conocía la Ley de Dios esa clase de inquisición podía aclarar muchas cosas para sus presentes oyentes y para los que, en un futuro, conocerían de su doctrina y mensaje. Si la norma divina, en general, estaba constituida por los diez mandamientos que Dios entregada a Moisés, saber cuál es el más importante, el primero, no dejaba de tener importancia. Aunque, claro, el escriba ya sabía la respuesta. Quizá se tratara de una prueba de conocimiento de realidades espirituales de muy notable importancia. A lo mejor hasta era una trampa…

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8.01.16

Nuevo año: ¿Ha cambiado algo?

Ya ha empezado un nuevo año y que, por eso mismo, todo debe recomenzar porque, en realidad, parece que pocas cosas han cambiando.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que existen unas ideas paralelas a las que defiende la Iglesia católica como doctrina. A tal, digamos, Magisterio “paralelo” debemos enfrentar lo que la Esposa de Cristo tiene como bueno y benéfico por haber sido defendido por el Hijo de Dios.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica dice que el aborto (Catecismo 2270-2275) es un crimen hay quienes sostienen que, al fin y al cabo, ha sido aceptado por la sociedad y que se trata, en definitiva de una realidad propia de un mundo, dicen, “avanzado” que, eso sí, avanza hacia la fosa de la que tanto escribió el salmista.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica dice que la anticoncepción es “intrínsecamente mala ‘toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación (Humanae Vitae, 14), existe quien sostiene, como por ejemplo, en su día hizo el El P. Richard McCormick, que encabezó la oposición internacional de teólogos contra la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, que la anticoncepción no es más, al fin y al cabo, que el resultado de la elección de cada cual.

Así, por ejemplo, cuando la Iglesia católica defiende el celibato sacerdotal (Catecismo 1580) hay quienes sostienen que la Esposa de Cristo acabará aceptando el matrimonio de sacerdotes e, incluso, la entrada de la mujer en el sacerdocio.

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7.01.16

El rincón del hermano Rafael – Sólo Dios

 “Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

 VIII-Dios-y-mi-alma

Sólo Dios 

“Una paz muy grande llenó mi alma… Pensé que sólo Dios es bueno; que todo por Él está ordenado… Que qué me importa lo que hagan y digan los hombres… Para mí no debe haber en el mundo más que una cosa… Dios…, Dios que lo va ordenando todo para mi bien…”

 

El ser humano, como sabe cualquiera por experiencia personal, se apega a lo que no debe apegarse. En demasiadas ocasiones son las cosas mundanas las que nos atraen y nos atrapan. Y eso, por decirlo pronto, no es lo más recomendable para un creyente en Dios Padre Todopoderoso.

Sin embargo, hay hermanos nuestros que comprenden, que descubren a lo largo de su vida espiritual, que lo único que importa es Dios. Seguramente, a tal respecto, muchos podrán decir que si sólo importa Dios no importa el hombre.

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6.01.16

Cuando Dios se manifestó al mundo

“Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”.

Este texto del Evangelio de San Mateo (2,11) muestra un momento importante en la historia de la Salvación: ante un niño recién nacido tres poderosos hombres llegados de lejos se postran.

¿Es posible eso? Es decir ¿Cómo es posible que aquellos hombres, conocedores de muchos saberes, se entregaran en adoración a un niño que hacía bien poco había venido al mundo?

Aunque no sabemos cómo fue aquello, lo bien cierto es que los Magos conocieron del nacimiento de quien consideraron el Rey del mundo. Podemos imaginar que fue el Espíritu Santo quien guió los corazones de aquellos tres hombres que, queriendo cumplir con una misión que no sabían bien de dónde les había venido, lo dejaron todo y, siguiendo un camino que no creemos fuera fácil, llegaron a un lugar muy alejado de sus tierras de origen.

Entonces, en aquel mismo momento, podemos decir que el niño, a quien pondrían por nombre Jesús, se manifestó al mundo.

Manifestarse es, digamos, decir algo de sí mismo que todos puedan entender. Así, cuando alguien manifiesta sus ideas políticas, religiosas o económicas, lo que hace es dar a entender qué es lo importante para sí mismo. Y eso es lo que hace Jesús: se manifiesta para explicar, con menos palabras y más hechos, que es el Hijo de Dios.

Cuando el Hijo de Dios se manifiesta lo hace mostrando que viene el mundo como pobre, como un pobre puede ver la luz del siglo. Por eso a lo largo de vida va a tener muy en cuenta a las personas que, como él, no van a tener muchas posibilidades económica. Él, como otros anawin, sabrán que lo mejor es estar a la voluntad de Dios.

Pero Jesús manifiesta más cosas con su nacimiento en Belén, en condiciones tan precarias.

Por ejemplo, manifiesta que se puede ser grande viniendo de lo poco.

También, por ejemplo, que se puede amar a todo ser humano aunque se haya nacido en la más absoluta pobreza.

Jesús, además, aquel a quien tenemos por Emmanuel, dio a entender que el poderoso difícilmente podrá con lo que, interiormente, pueda tener un desfavorecido.

Hay algo, sin embargo, que no debemos olvidar: mientras Melchor le entrega oro, Él se manifiesta al mundo como el oro más puro, como el que ha sido purificado con el fuego del Espíritu Santo; mientras que Gaspar le entrega incienso, Él se manifiesta al mundo como sacerdote según el rito de Melquisedec; y, por fin, mientras que Baltasar le entrega mirra, Él se manifiesta como quien se entregará al Mal para que triunfe el Bien para siempre, siempre, siempre y lo hará sufriendo con un sufrimiento aceptado, doloroso pero gozoso.

Jesús se manifestó, por tanto, ante aquellos que habían acudido a postrarse ante un niño recién nacido. Ellos, seguramente, esperaban una estancia propia de un rey poderoso pero encontraron la de un Rey pobre que había venido a redimir al mundo. Y eso les animó a ser mejores, les conquistó el corazón y les hizo creer en Dios Todopoderoso que puede lo que, para el hombre, es imposible y, a veces, hasta impensable. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy

 

Dios se manifestó al mundo y el mundo no lo recibió.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

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5.01.16

Un amigo de Lolo – Lo que puede ser el sufrimiento

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Lo que puede ser el sufrimiento

 

“De cara al Cielo, el hombre que sufre se convierte en hoguera, en que se decante el oro del corazón.” (Reportajes desde la cumbre, p. 119)

 

Sufrir por sufrir o, lo que es lo mismo, encontrar gozo en el sufrimiento como algo enfermizo no puede ser del gusto de Dios Padre. Es decir, quien busca infringirse algún tipo de dolor no es que esté de acuerdo, precisamente, con la voluntad de Quien le ha creado. Otra cosa, muy distinta, es el hecho mismo de padecer enfermedad y sufrimiento sin haberlo buscado. Y es que quien lo busca está abusando de un derecho que, además, no le corresponde.

Pues bien, el Beato Manuel Lozano Garrido tiene bien claro, conoce y acepta lo que conoce: que cuando se sufre hay formas bien distintas de contemplar tal dolor y que todos los seres humanos somos capaces de entender las cosas como son.

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3.01.16

La Palabra del Domingo - 3 de enero de 2016

 

 

Jn 1, 1-18

1 En el principio existía la Palabra  y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios. 3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida  y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.      6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7     Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8         No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.11         Vino a su casa,          y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron          les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;

13 la cual no nació de sangre,  ni de deseo de hombre,  sino que nació de Dios. 14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,  gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí  se ha puesto delante de mí,  porque existía antes que yo.» 16       Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17       Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único,  que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

        

COMENTARIO                                         

En el Principio: en aquel Principio

El contenido de los Santos Evangelios es, por ser inspiración divina, verdaderamente maravilloso. Que proceden de inspiración de parte de Dios lo dice el hecho de poder aplicarse ahora mismo, siglos después de haber sido escritos.

Pues bien, hay textos, de todas formas, que expresan más que otros porque contienen una santa doctrina que va mucho más allá de lo que los mismos expresan. Y el de hoy es uno de ellos. Se mire por donde se mire y se haga como se haga la mirada sobre el mismo no se encuentra sino gozo, sino mucha información acerca de la historia de la salvación y, en fin, muchas formas de saber cuál es la voluntad de Dios.

Ciertamente no vamos a ser capaces de meditar sobre el total contenido de este esencial texto del Evangelio de San Juan. Es un verdadero privilegio hacerlo, al menos, sobre alguna parte del mismo.

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2.01.16

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – La fe que puede mover montañas

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

La fe que puede mover montañas

Y Jesús dijo… (Mc 11, 22-23)

“Jesús les respondió: ‘Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea  que va a suceder lo que dice, lo obtendrá”

De atender con prontitud y atención a lo que dice Jesús en estas escasas palabras nos daremos cuenta de la situación espiritual por la que pasamos sus discípulos.

A lo largo de su vida, llamada, pública, Jesús hizo cosas que no eran propias de un ser humano común.  Así, por ejemplo, curó a muchos endemoniados, curó enfermedades contagiosas y, en el colmo del poder, resucitó a muertos como su amigo Lázaro, al hijo de la viuda y a la hija de Jairo. Seguramente a más aunque nosotros no lo sepamos.

Queremos decir con esto que Jesús tenía un poder que excedía, en mucho, a lo que cualquier hijo de Dios tuviese o pudiese demostrar tener.

El caso es que el Hijo de Dios se dirigía al Creador antes de los momentos más importantes de su vida pública: antes de multiplicar los panes y los peces, antes de resucitar a Lázaro, etc. Oraba pidiendo la gracia a Dios de poder hacer esto o lo otro porque sabía que era importante para sus hermanos los hombres, en general, o para uno de ellos en particular.

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1.01.16

Comentarios de Precepto - Santa María, Madre de Dios

 

 

 

Están dedicados los “Comentarios de Precepto” al oportuno y merecido acercamiento a determinados días del año que considera la Iglesia Católica deben ser celebrados aunque no coincida su celebración con el Día del Señor. Por eso procuramos hacer un comentario a los textos en su conjunto y no, únicamente, al texto del Evangelio que comentamos los domingos.

 

Los textos para el día de hoy, Santa María, Madre de Dios, establecidos en el Calendario Litúrgico, son los siguientes:

 

Nm 6, 22-27

“Habló Yahveh a Moisés y le dijo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: ‘Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis: Yahveh te bendiga y te guarde; ilumine Yahveh su rostro sobre ti y te sea propicio; Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz.’ Que invoquen así mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.”

Sal 66

“Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.

¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga, su rostro haga brillar sobre nosotros!

Para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación entre todas las naciones.

¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!

Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos,  y a las gentes en la tierra gobiernas.

¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!

La tierra ha dado su cosecha: Dios, nuestro Dios, nos bendice.

¡Dios nos bendiga, y teman ante él todos los confines de la tierra!”

Ga 4, 4-7

“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.”

Lc 2, 16-21

“Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”

 

COMENTARIO

María, Madre de Dios y Madre nuestra

1.- El texto del libro de los Números representa muy bien el tratamiento que Dios da, y dará, a la Virgen María, quien aceptó, en la Encarnación, ser la madre de su Hijo. Eso que dice, “que el Señor te bendiga y te proteja, que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia, que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz y que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré”. Con todo esto nos viene a decir, a nosotros, sus hijos, que hemos de bendecir a María, que hemos de reclamar su protección, que hemos de demandar, de ella, la paz e invocar el nombre de Dios. Así, de esa forma, de esa magnífica forma, podemos comenzar este nuevo año de una manera profunda pero sencilla, digna y, a la vez, llena de futuro. Que hemos de tratarla como lo que es, como Madre de Dios y Madre nuestra.

2.- Según dice el Salmo 66, ese “que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias” y ese “que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra” nos trae al recuerdo, en este primer día del nuevo año, en este día de Sta. María, Madre, que hemos de agradecer, a Dios, a Nuestro Señor, todo aquello que somos, que nunca agradeceremos bastante, a este Nuestro Padre/Madre que nos creó a través de nuestros padres terrestres, lo que nos dio, que sólo con una vida acorde con lo que profesamos, actuaremos de forma coherente, sencilla, válida.

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