21.08.23

Si no hay palio, me llevo un paraguas

La vida parroquial en estos pueblos que Dios me ha dado es posible gracias a las Rafaelas y los Manolos que se ponen en jarras y sacan adelante las cosas con un convencimiento mezcla de fe, tradición y firmeza serrana. También ayuda, no crean, que el señor cura sea el primer cabezón o convencido de que las cosas tienen que salir aunque sea a mordiscos. Me van a permitir que les cuente dos cosas de estos días.

Martes pasado. 15 de agosto. En La Serna del Monte celebramos ese día a la Virgen del Socorro. No me digan por qué. Se celebra y punto. La Virgen colocada en sus andas y una pregunta de los fieles: “a ver si somos capaces de sacar a la Virgen, ya sabe que somos pocos y mayores". Mi respuesta: “ya nos apañaremos”. Total, que acaba la misa y les digo: “ahora la procesión, y me dicen que a ver si podemos… Pues claro que podemos, ¿o acaso nosotros, serranos de pro, nos vamos a arrugar? Vamos y que no se diga…” Por supuesto que la Virgen salió en andas y no faltó gente para hacerlo posible. 

Ayer, tercer domingo de mes, minerva en Braojos. Alguna vez ya les he contado que en Braojos, los terceros domingos de mes, y desde el año 1589, se realiza por el interior del templo una procesión con el Santísimo que, vulgarmente, se denomina “minerva". La verdad es que cada vez cuesta más trabajo. Me dicen que antiguamente la procesión llevaba cruz alzada, ciriales, estandarte de la hermandad, incensario, los hermanos con velas y el sacerdote con el Santísimo Sacramento bajo palio. 

Hoy, apenas conseguimos cuatro para llevar las varas del palio. Domingos hemos tenido en pleno invierno donde nos las hemos visto canutas para conseguir cuatro hombres para el palio. Un domingo, animando a la gente para que no dejen perder esta impresionante tradición, les dije: “no sé si vendrán o no, es igual. Mientras un servidor sea párroco de Braojos, habrá minerva cada tercer domingo aunque la haga yo solo". 

Llegamos a la sacristía y Cándido, el fidelíismo sacristán, me dice: “tú tranquilo, que mientras yo pueda, incienso no ha de faltar, y si no hay nadie para el palio, te tapo yo con un paraguas".

La fe es esto. No me conviertan la fe en ñoñería, sentimentalismo interior, blandenguería adolescente o costumbre que se va perdiendo. La fe es reciedumbre, es convencimiento, es seguir aunque aparentemente no tenga sentido, es mantener lo de siempre por más que digan que aquello hoy no es más que una tradición sin contenido religioso. 

En mi vida de fe en estos pueblos gente como Cándido, que se compromete a incienso y paraguas si hiciera falta, o esas Rafaelas que con lluvia, nieve o sol de justicia rezan, van a  misa y cuidan su su iglesia, te demuestran, con su fe y su convencimiento, que todo tiene su sentido. 

Ayer celebramos la minerva bastante bien. Con palio y hasta cruz alzada. Y el día que se dé peor pues nada, un servidor con el Santísimo, Cándido al lado y las Rafaelas de siempre cantando el Tantum ergo. 

Cosas de la Sierra. 

17.08.23

Reflexiones de este amargado que les escribe

Los datos son tercos, y comprendo que eso cabree y mucho. Encontrarte con que tus grandes apuestas pastorales de los últimos cincuenta o sesenta años, mantenidas con exultante frenesí, hayan conseguido dejar vacias las iglesias y el milagro de que nazcan tomateras en la plaza de san Pedro, tiene que ser algo frustrante.

Ante esta realidad ya me sé las respuestas: que lo importante es que ahora la gente va de verdad a misa, y no como antes, que por lo visto lo hacían amenazados por la pistola de los grises de Franco, y que los que nos empeñamos en hacer públicos los datos somos unos amargados, anti Francisco, incapaces de dar una idea y siempre con lo negativo por delante, y que a ver qué hacemos nosotros que parecemos tan listos.

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16.08.23

Replantearse la formación de niños y jóvenes

Sé que es algo muy duro, porque cuando uno lleva veinte, treinta, cuarenta años haciendo una cosa, de repente replantearse todo lo que ha hecho es tarea de titanes. Y si esto es a nivel individual, yéndonos a la Iglesia universal, o al menos la española, se convierte en algo insufrible. Sin embargo, vamos a tener que hacerlo. No hay más cáscaras.

Nos puede obnubilar el pensamiento el hecho de que en la JMJ de Lisboa se hayan dado cita más de 75.000 jóvernes españoles. Por favor, no perdamos la cabeza ni nos mostremos tan felices. En España, datos sociológicos, tenemos aproximadamente 7.500.000 jóvenes entre 15 y 29 años. Pero es que, además, y son datos que se encuentran sin mayor problema en la red, apenas un tercio de los jóvenes españoles se declaran católicos. Ojo. Se declaran, no que vayan a misa alguna vez. En el año 1990, jóvenes españoles que se declarasen católicos eran casi el 80 %. En 30 años nos hemos dejado cincuenta puntos por el camino.

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14.08.23

La primavera jurásica

La eclesial primavera primaveral tiene menos futuro que el Alcoyano en la Champions. Leo estos días que el teólogo Andrés Torres Queiruga va a ser uno de los ponentes en las jornadas de teología de Santiago de Compostela. Hace no mucho me hablaban de otras jornadas de teología con Marciano Vidal como gran invitado. Religión Digital, adalid de la primavera más primaveral, tiene como teólogos de cabecera a José María Castillo y Antonio Aradillas. 

Me he levantado tan benévolo que hasta puedo aceptar la sensatez de las reflexiones de Aradillas, me cuesta lo mismo que admitir pulpo como animal de compañía. Dios me libre de cuestionar la profundidad de las reflexiones de Torres Queiruga, Castillo o Vidal. Ya lo hicieron en su momento Doctrina de la Fe o la Conferencia episcopal. Aradillas tiene el diploma de haber sido suspendido por Tarancón. Me recuerda a los tiempos de la transición, donde el mayor logro eran las semanas pasadas en la cárcel, porque algunos no estuvieron más. Aquí lo mismo: son teólogos tan eximios que hasta han sido condenados por la Iglesia. 

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10.08.23

Las reglas de juego

Miren, a mí me da igual hablar de teología, estudir los evangelios, preparar la misa de mañana o jugar al parchís. O ponemos antes claras las reglas de juego o es que ya ni me molesto en perder un minuto de mi tiempo.

Empecemos por el parchís, de reglas facilitas y de conocimiento universal. Si me invitan a una partida de parchís y me empiezan que si esto depende, ahora se cambia, yo creo que es mejor, y aunque se sale con cinco por qué no puede valer seis y si te como una ficha en vez de veinte me cuento treinta porque sí. Yo ya ni empiezo la partida. 

Vamos ahora a la fe de la Iglesia. Hartito estoy de reuniones con laicos y sacerdotes en las que se discrepa de todo, se duda de todo y se relativiza todo con argumentos tan sólidos como “es que esto es machista", “eso es una bobada”, “a Dios qué más le da” o “no pasa nada por cambiar” o cuyo centro de interés sea “los horrores de la inquisición", “ya ves lo de las cruzadas", y “qué requetemalísimos fuimos en América". Si me añaden como principio moral que “lo importante es que la gente se quiera", es que prefiero el parchís aunque me hagan trampas.

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