A mis hermanos y hermanas misioneros: ¡¡¡ GRACIAS !!!
Sí, gracias por ser las manos y los brazos de Cristo allá donde nadie quiere ir.
Gracias por llevar el Evangelio donde no ha sido predicado. Gracias por limpiar las llagas de los heridos, por alimentar a los desnutridos, por enseñar a los que de otra forma nunca habrían salido del analfabetismo.