16.06.09

Las cosas de palacio van despacio.... pero van

Como acabamos de informar en InfoCatólica, el expediente sobre la obra del teólogo Andrés Torres Queiruga en la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe sigue su curso. Ni se ha parado, como algunos sugieren hoy, ni estaba ya a punto de ser como la gallina cuando pone un huevo, como los mismos sugirieron días atrás. Ayer se trató sobre ese tema en la comisión, como de hecho ya ha ocurrido en otras ocasiones tanto con ese expediente como con otros. Y es que el trabajo se les acumula a los obispos de “Doctrina de la Fe". Lo de Queiruga está bastante avanzado pero ni siquiera es seguro que salga algo para la próxima Permanente de septiembre. Lo que sí puedo decir es que, salvo que pase algo muy raro, antes o después habrá nota sobre el gallego. Y sobre otros teólogos cuyas obras están siendo analizadas por la comisión.

Parece que la llegada del arzobispo de Granada a la presidencia de “Doctrina de la Fe” está suponiendo ya un impulso a su actividad. Por decirlo suavemente, hay menos reparos a la hora de ir cerrando determinadas carpetas que llevaban abiertas demasiado tiempo. Hay ganas de trabajar y eso se va a notar en los próximos años, siempre que desde la Permanente de la CEE no haga de lastre de la labor de la comisión. No lo veo probable.

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15.06.09

Hoy se aborda lo de Torres Queiruga en la comisión para la doctrina de la fe

Este martes empieza la nueva reunión de la Permanente de la CEE, pero hoy tendrá lugar la jornada de trabajo de la comisión episcopal para la doctrina de la fe, presidida por el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez. La semana pasada causó bastante conmoción en determinado sector de la Iglesia, la filtración de que dicha comisión tendría ya preparada para su publicación una nota en la que quedaría de manifiesto la inconformidad con la doctrina católica de parte de la obra del teólogo gallego Andrés Torres Queiruga. Por lo que me cuentan el mosqueo que hay por la filtración es considerable, pero estas cosas pasan cuando se recurre al fax para anunciar a los miembros de la comisión cuál es el orden del día. El email, sobre todo si va encriptado, lo lee sólo el interesado. El fax, cualquiera. A ver si toman nota para futuras convocatorias, señores míos.

En vista de las críticas furibundas que se han lanzado ya contra la comisión, conviene saber para qué existe la misma. Lo leemos en la propia web de la CEE:

La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe tiene la misión de procurar que lo que se diga en la Iglesia, de palabra o por escrito (la doctrina), sobre el Evangelio salvador de Jesucristo responda de verdad a ese Evangelio tal y como lo entiende la Iglesia, la Esposa de Cristo a la que asiste el Espíritu de la verdad. Dicho de otra manera: la misión de la Comisión doctrinal es promover la ortodoxia y velar por ella.

Ser cristiano no consiste sólo en conocer sin errores la doctrina cristiana. El cristianismo no es principalmente una doctrina. Es el modo nuevo de vida hecho posible por Jesucristo, el Hijo de Dios crucificado y resucitado. Y ser cristiano es vivir en la libertad que nos da la unión con Cristo por el amor a su persona y la obediencia a su palabra. Pero ¿cómo sería posible la vida cristiana si no conociéramos bien sus secretos? La doctrina es importante porque hay que conocer la fe, la caridad y la esperanza para poder vivir con fe, caridad y esperanza. La ortodoxia (la doctrina verdadera) y la ortopraxis (el modo de vida bueno y justo) van estrechamente ligadas entre sí de muchas maneras.

En vista de cuál es la misión de dicha comisión, caben dos posibilidades:

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12.06.09

Fray Nelson, menos "Nelson", más Fray

No sé si serán ya 12 o 13 los años que han pasado desde que me encontré por primera vez a Fray Nelson en un foro llamado “Foro del Reino de Dios", abierto y moderado por un pastor evangélico del que creo recordar que se llamaba Carlos Devetac.

Por aquel entonces yo era el típico protestante evangélico que cada vez que se encontraba en un foro con un católico “bien formado", me le tiraba al cuello con las típicas acusaciones de idolatría y paganismo por adorar imágenes y sostener doctrinas ajenas a la Escritura. Muchos de esos debates no acababan precisamente con buenas palabras, aunque tampoco recuerdo haber caído en descalificaciones gruesas e insultos con nadie.

Con Nelson la cosa fue distinta desde un principio. Tuvo una paciencia cuasi infinita conmigo y aunque no nos movíamos de nuestras respectivas posiciones, conseguimos alcanzar primero el respeto mutuo y luego un cariño sincero, propio de cristianos que aun estando distantes en muchas cosas, reconocen en el otro a un verdadero hermano en el Señor.

Sólo hubo una ocasión en la que Nelson se mostró especialmente duro y dolido conmigo. Fue cuando otro forista protestante me propuso que me preparara para ser pastor evangélico, a lo cual le respondí que esa era una de las posibilidades que había previsto para mi vida. Por aquel entonces mi teología particular tenía influencias un tanto diversas. Era arminiano en relación a la predestinación y la gracia, cada vez más universalista (me refiero a la herejía origenista sobre la apocatástasis) y preterista en cuanto a escatología, y bastante menonita, con un buen toque cuáquero, en eclesiología y teología sacramental. Todo ello sin renunciar a un pentecostalismo moderado, lejos de los histerismos presentes en el mundillo evangélico pentecostal. Por tanto ese Luis Fernando pastor habría sido ciertamente un tipo peculiar. Fue entonces cuando Fray Nelson me abordó directamente vía messenger y me dijo algo parecido a esto: “¿De verdad, Luis Fernando, que quieres seguir dividiendo el cuerpo de Cristo, que es su Iglesia?“. El fraile dominico parecía realmente enfadado ante la posibilidad de que yo acabara “inventándome” otra denominación protestante más y guiando a otras almas por ese camino. Hoy estoy convencido de que me faltaba el “carisma” para lograr tal cosa, pero tampoco se ha dado la oportunidad de saber si hubiera sido posible.

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11.06.09

El drama de que te digan demasiado tarde que tu fe no es la de la Iglesia

Desde hace tiempo he sabido que, por fin, la comisión para la doctrina de la fe de la Conferencia Episcopal Española ha decidido hacer caso a las indicaciones que desde Roma, concretamente desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, se han recibido de cara a poner coto a todos aquellos teólogos españoles que, como bien explica el documento “Teología y secularización”, han causado un daño posiblemente irreparable en miles de fieles. No en vano dice dicho documento que “determinadas presentaciones erróneas del Misterio de Cristo, que han pasado de ámbitos académicos a otros más populares, a la catequesis y a la enseñanza escolar, son motivo de tristeza".

¿De tristeza? No, señores obispos, no sólo de tristeza. De INDIGNACIÓN ante su negligencia, ante su absoluta dejación de funciones a la hora de impedir tal cosa. Pero eso lo dejo para más adelante en este post.

José Manuel Vidal, director de Religión Digital, anunció ayer que el teólogo gallego Torres Queiruga puede ser el primero en ser objeto de una “condena” por parte de la comisión doctrinal de los obispos españoles. No descartaría que eso fuera una táctica para lograr que el “palo” sea menor o que incluso no llegue a darse, pero sinceramente me da lo mismo. Para empezar, la comisión no tiene capacidad de condenar canónicamente a nadie. Eso le corresponde a Roma y no tengo nada claro que Roma pase de pedir a los obispos españoles que cumplan su cometido a actuar ella misma en consecuencia. Porque lo normal sería, digo yo, que si los obispos españoles encuentran que la teología de Queiruga no es conforme a la fe católica, desde el dicasterio del cardenal Levada se abriera un proceso contra el teólogo. En dicho proceso quedarían garantizados su derecho a la defensa y se le daría la posibilidad de retractación antes de proceder a cualquier sanción canónica. La Iglesia, incluso cuando castiga, siempre debe buscar el arrepentimiento del pecador y la vuelta a la verdad del que se ha separado de la misma.

Ahora bien, lo que resulta desolador, al menos para mí, es ver la reacción de decenas de católicos, teólogos, sacerdotes y laicos, ante la mera posibilidad de que nuestros obispos digan que la doctrina de Torres Queiruga no es conforme a la doctrina de la Iglesia. Copio unos cuantos comentarios del post de Rumores de Ángeles dedicado a este tema:

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10.06.09

Monseñor Cardoso, o la dignidad de un arzobispo católico de los pies a la cabeza

Para ser sincero, pensé que ya no daría más que hablar el triste “affair” de la escandalosa actuación de monseñor Fisichella al criticar al arzobispo de Recife por su proceder en el caso del aborto cometido sobre una niña brasileña embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro. Pero resulta que a monseñor Cardoso no le da la real gana que todo quede así. Y me parece perfecto. Es una cuestión de justicia el que en la mismísima Roma se reivindique la actuación del arzobispo brasileño y de su archidiócesis. Y es también de justicia que monseñor Fisichella, que por su cargo en la Iglesia debería de haber mostrado especialmente cercano a su colega de episcopado, pida disculpas por aquel artículo infame en L´Osservatore Romano.

Y precisamente el periódico del Vaticano ha tenido un comportamiento absolutamente censurable en todo ese escándalo. Monseñor Cardoso ha denunciado que el periódico oficial de la Iglesia se ha negado a publicar su versión de los hechos. Si eso es cierto, y yo me lo creo, el director de L´Osservatore debería de ser cesado fulminantemente. Da lo mismo que monseñor Fisichella sea un curial. Lo mínimo que debió haber hecho, y no lo hizo, fue ponerse en contacto con el arzobispo brasileño antes de escribir nada. Sentarse delante del ordenador en una oficina vaticana para arremeter con quienes hicieron todo lo posible por salvar a la niña y a los gemelos es indigno de un sucesor de los apóstoles y supone un mancha espantosa en la carrera de un hombre que apuntaba alto.

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