15.08.09

Caamaño, gracias por mostrarnos el camino a seguir

Pues sí, hoy quiero darle las gracias al actual Ministro de Justicia, el masón Francisco Caamaño, por haber provocado una de las reacciones más contundentes que se recuerdan contra el totalitarismo zapateril, ese que en sus primeros años se disfrazó de buen talante y que hoy muestra descaradamente sus garras y sus colmillos. Y es que hasta para ser malo hay que ser listo. Sin duda Caamaño es lo primero, pero no parece ser lo segundo. Amenazar a los médicos con meterles en problemas legales si se niegan a realizar un aborto es propio de un tipo con pocas luces. Acusar a la objeción de conciencia de ser un acto de desobediencia civil, como si esta última fuera algo espantoso, es lo normal en un sujeto que se piensa que estamos en la Cuba de Castro o la China de Mao.

Lo bueno es que ante tanta ignominia masónico-caamañista, la profesión médica ha salido en masa a ponerle las cosas claras a ese hijo de la viuda. Al fin y al cabo, el juramento hipocrático incluye la siguiente sentencia:

Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasare mi vida y ejercere mi arte en la inocencia y en la pureza.

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13.08.09

Masiá se mofa de sus superiores en la Compañía de Jesús y de toda la Iglesia

Lo del todavía jesuita Juan Masiá Clavel es de traca. Hace unos días aseguró en su blog que su superior en Japón le había pedido que acabara con sus actividades periodísticas en España. Decidió entonces dejar de escribir en su blog en Religión Digital, lo que le sirvió para llevarse el aplauso y el apoyo de todo ese sector de la Iglesia que tiene de católicismo auténtico lo que yo de cienciólogo. Pero como está claro que la cabra tira al monte, Masiá no ha podido resistir la tentación de aparecer en Santander para ejercer de estrella más fulgurante de la galaxia de los defensores de la cultura de la muerte en este país. El doctor Montes, que de eso sabe mucho, no dudó en invitarle a su curso de verano en la Universidad Internacional Menédez Pelayo. Y es que en relación a la defensa de la dignidad de la vida humana, Montes y Masiá son como Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto. El problema está en que a uno le retiraron de la dirección del servicio de urgencias en un hospital y el otro se sigue presentado como profesor de ética de una universidad católica y jesuita.

En realidad, lo que ha dicho Masiá hoy no debe de sorprender a nadie. Este jesuita se mofa de su orden, se cachondea de su Iglesia y se lanza cual vitorino recién picado contra los obispos españoles. Pero el problema no está en que Masiá sea lo que es. El problema es que la orden fundada por san Ignacio de Loyola no le haya puesto en la puñetera calle hace tiempo. Masiá, como he dicho en repetidas ocasiones, es el síntoma de la profunda corrupción que afecta a buena parte de la Iglesia en general y a la Compañía de Jesús en particular. En cualquier otro momento de la historia de la Iglesia Católica desde su fundación hace veinte siglos, este sujeto habría sido ya como mínimo suspendido a divinis y expulsado de su orden. Pero hoy no. Hoy todavía tenemos que soportar que los medios de comunicación de toda España titulen que un jesuita apoya la eutanasia. Y eso es un ESCÁNDALO y una VERGÜENZA intolerable no sólo para todos los jesuitas, que parecen empeñados en suicidarse desde hace 40 años. Eso no lo pueden aceptar ni los obispos, ni los cardenales, ni el mismísimo Papa Benedicto XVI. Cabe por tanto apelar a Roma para que intervenga de una vez y acabe con este asunto de una vez por todas. Con Masiá no valen medias palabras. Sólo entiende el lenguaje de la disciplina. Vuelvo a repetir que el ciudadano Juan Masiá Clavel es libre para opinar lo que le apetezca sobre el aborto, la eutanasia y el lucero del alba. El sacerdote y jesuita Masiá no es libre para hacer lo mismo.

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12.08.09

Los nuevos monjes quieren hábito

En pleno cumplimiento de refrán que dice que “no hay mal que cien años dure", la realidad de vida consagrada en EEUU, y posiblemente en el resto del mundo, empieza a dar un giro hacia sus raíces, hacia su esencia. El informe del que nos hacemos eco hoy en InfoCatólica señala en esa dirección. Que los nuevos aspirantes a ingresar en las órdenes religiosas busquen aquellas en las que se sigue usando el hábito puede parecer ridículo a los que no entienden que aunque “el hábito no hace al monje", lo normal es que el monje lleve hábito como símbolo externo de lo que es una realidad interior. Lo que ocurre es que cuando no hay realidad interior adecuada, el símbolo externo acaba desechándose.

Pero no es sólo una cuestión de hábitos. El informe habla también de la búsqueda de una vida comunitaria conforme a las reglas tradicionales. Y es que poca cosa tan ridícula hay como un fraile o una monja de clausura pasándose media vida fuera del claustro, dando conferencias, charlas y titulares anti-magisteriales a los medios de comunicación. Poca cosa tan absurda como unos religiosos pasándose por el forro el carisma de los fundadores de sus órdenes. Poca cosa tan estúpida como unos monjes y unas monjas mundanizados, que en vez de ser luz del mundo y ayuda para la Iglesia han dejado que el mundo, en la concepción bíblica del término, les corrompa una vocación cristiana de vida entregada a Dios y a su Iglesia.

Las consecuencias “pastorales” de la deriva de la vida consagrada tras el “pastoral” concilio Vaticano II están a la vista. La crisis de vocaciones al sacerdocio “diocesano” es un chiste comparada con la que se ha producido en muchas de las grandes órdenes religiosas. Al fin y al cabo, ¿quién puede querer ser jesuita, franciscano y dominico, por poner tres ejemplos obvios, en aquellos países -no todos- donde jesuitas, franciscanos y dominicos han estado en la vanguardia de la disidencia eclesial? Si uno quiere meterse a revolucionario, lo normal es dedicarse a la vida política, no a la religiosa.

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10.08.09

Así que defender la vida es un insulto gravísimo a la democracia, ¿verdad?

Los socialistas entienden que la democracia es un sistema por el cual ellos imponen las leyes y todo aquel que les critique no es demócrata. A la portavoz del PSOE en el Senado, favorable a que las niñas que pueden mantener relaciones sexuales puedan abortar, el Bebé-Aído le parece un gravísimo insulto a la democracia. Y yo digo que si la democracia es lo que esa señora dice, pues que “vivan las caenas", porque siempre será preferible cualquier sistema en el que los seres humanos tengan derecho a nacer y en el que los padres puedan impedir a sus hijas menores de edad que cometan un crimen.

Que la democracia española está en crisis es algo cada vez más evidente. El poder judicial está politizado desde hace tiempo, el gobierno usa a la policía para atacar al principal partido de la oposición, la unidad de la nación está en peligro por una política autonómica desastrosa en las últimas décadas y la ingeniería social fruto del laicismo radical se ha convertido en el pan nuestro de cada día desde hace más de cinco años.

El partido con alma totalitarista que nos gobierna por la voluntad de una mayoría de españoles no está dispuesto a que nadie le plante cara. Y si vemos lo que son capaces de hacer con el Partido Popular, al que empiezan a tratar de forma similar a como Chávez trata a sus opositores venezolanos, ¿qué no harán con los ciudadanos que se organicen para oponerse civilmente a sus propósitos?

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7.08.09

¿Hace falta que la Iglesia nos diga que no debemos ver la tele-basura?

He de reconocer que el cero absoluto es una cifra bastante apropiada para calificar mi interés por el mundillo de la prensa del corazón. No recuerdo haber visto nunca un programa entero de esos que pululan por las tardes en las parrillas televisivas y que rompen los índices de audiencias en las noches de los viernes y los sábados. En mi opinión, sentarse delante de la pantalla de televisión para ver cómo unos desechos humanos venden sus miserias morales tiene el mismo sentido que irse de paseo a un vertedero para ver las montañas de basura apiladas unas al lado de las otras. El olor “físico” del vertedero debe de ser muy parecido a la pestilencia “espiritual” de los multi-adúlteros y multi-fornicarios que asoman sus gaitas por la caja tonta. Y sin embargo, a millones de españoles les encanta desperdiciar horas de su ocio consumiendo ese material, señal inequívoca de que el temple moral de nuestra sociedad está a niveles más cercanos al subsuelo infernal que al espacio celestial.

A pesar de que, como digo, no soy consumidor de esos programas, el otro día vi en Periodista Digital que se había producido una pelea entre dos de los habituales de la prensa rosa: un tal Pipi Estrada, al que yo situaba más bien en el ámbito deportivo, y el ya entrado en años Jimmy Giménez Arnau. Ni sé ni me importa a cuento de qué se pegaron, pero el caso es que el primero le ha roto el tendón de aquiles al segundo, además de lesionarle uno de los oídos. O sea, la cosa es más seria de lo que pudiera parecer en un primer momento y ya veremos si no acaba con pena de prisión para el Pipi. Pero eso no es lo más peculiar de este personaje. Ayer leí que el pájaro ha presumido de haberse acostado con más de 3000 mujeres. No sé si en este caso cabe aplicar aquello de “dime de qué presumes y te diré de qué careces", pero ¿qué más da? ¿alguien se imagina a un tipo diciendo eso por televisión en la España de los 80? No digo en la España de Franco, no. En la de los 80.

Yo creo que un católico con la conciencia bien formada no sólo no debe de ver ese tipo de programas, salvo alguna cata ocasional para comprobar si la degeneración va a más, sino que incluso ha de procurar ser un instrumento activo contra los mismos entre sus familiares y amigos. Cuando en mi casa se hace zapping y se llega a un canal donde emiten esa basura, inmediatamente digo “¡Quita eso!". De hecho, me pasa algo parecido con muchas de las series que se hacen en este país. Casi todas proponen unos valores que se dan de tortas con los míos y los que quiero para mis hijos. A ver si con la TDT llega más variedad y podemos elegir de verdad entre la basura y lo decente. Porque si lo que vamos a tener es más de lo mismo, mi televisor acabará por convertirse en un trasto casi inservible. Sólo lo usaré para ver deporte.

Luis Fernando Pérez Bustamante