16.10.09

Son la nada pero hacen daño

El padre Guillermo ha escrito un interesante artículo titulado “El riesgo de la heterojustificación”. Destaco el siguiente párrafo:

Cuando uno se aproxima al pensamiento de algunos cristianos, ilustres por sus conocimientos, por sus publicaciones, por su excelente bagaje intelectual, surge a veces la duda de si esa unificación, de si esa coherencia, se ha logrado del todo. Parecería como si, en algunos casos, se mantuviese una especie de doble personalidad. Como si, en el fondo, una sospecha acerca de la racionabilidad de la propia fe, y de la visión del mundo que de ella se deriva, obligase a apuntalar el propio edificio intelectual en cimientos ajenos, aparentemente con mayores visos de verdad según los criterios más ampliamente admitidos en las academias del mundo.

Tiene mucha razón don Guillermo. Hoy he visitado el blog de un jesuita que sólo tiene de jesuita el nombre y el apoyo de quienes han sumido a la orden en una crisis que San Ignacio, en mi opinión, solucionaría cerrándola y refundándola. Ese señor, que se chotea de sus superiores con gran prestancia, comparte el blog con un “teólogo” budista.

Estoy convencido de que los lectores de dicho blog encontrarán buena parte de las enseñanzas del budismo pero apenas una que pueda identificarse ya no con el catolicismo sino con el cristianismo de cualquier signo.

Pues de eso habla el padre Guillermo. Un sector de la Iglesia, que incomprensiblemente sigue dentro de la misma, reniega de su fe, se avergüenza de su fe, quiere convertir su fe en otra cosa. Y para ello se echan en manos de un sincretismo patético que ni siquiera es capaz de ofrecer algo genuino que pueda llevar a la creación de otra religión. Su esterilidad espiritual es semejante a la intelectual -al menos en este caso-. Llenan de palabras huecas su falta de fe, su falta de nervio cristiano. Son olas espumosas que al llegar a la orilla desaparecen y no dejan nada. Sin embargo, alcanzan el éxito del mundo, que entregado a la falta de compromiso espiritual firme, busca que los hijos de la nada les prediquen el mensaje de la nada. Lo dijo el apóstol san Juan “ellos son del mundo; por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios; quien conoce a Dios nos escucha a nosotros, quien no es de Dios no nos escucha. Por aquí conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error” (1 Jn 4,5-6. Jn 15,18-27).

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Gracias, don Jesús

Dije hace un par de días en este blog que la noticia sobre el informe favorable al aborto del Instituto Borja de Bioética era la más nefasta de todas las que había dado desde que me dedico a esta profesión de informar. De hecho, reconocí que la misma me había hecho daño. Llevo mucho tiempo acostumbrado a ver como desde dentro de la propia Iglesia hay gente que se dedica a combatir sus enseñanzas, pero lo del IBB supera todo lo imaginable.

Pues bien, si la noticia del escándalo de ese instituto indigno es la peor que he dado, sin duda la mejor es la entrevista que he realizado a monseñor Jesús Sanz Montes, presidente de la comisión episcopal para la vida consagrada de la CEE. Que además don Jesús sea mi obispo es algo circunstancial, aunque bien que me alegro de que lo siga siendo. Lo cierto es que es una gozada el ver a un obispo de nuestra Iglesia ser tan claro y rotundo, sin salirse por la tangente ante preguntas ciertamente directas y “complicadas".

Don Jesús reconoce el daño que hacen los disidentes, los que atentan contra la comunión eclesial. Admite que los responsables de los religiosos e incluso los obispos tienen la obligación de intervenir. Reconoce que la Iglesia es en ocasiones demasiado lenta a la hora de atajar casos tan escandalosos como los del IBB. Y anima a los fieles a no desfallecer. Algunas de sus frases son para enmarcar:

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15.10.09

Miret

Enrique Miret Madgalena ha fallecido esta semana a los 95 años de edad. Por cortesía y respeto he preferido esperar a que hayan pasado un par de días tras su entierro para escribir un post sobre esta figura del “progresismo eclesial". Pero la actualidad está tan animada últimamente, que o le dedico unas líneas a don Enrique ahora o no se las dedicaré nunca.

Desde su muerte he hablado al menos con dos personas que le han conocido personalmente. Ambas han coincidido en que era un hombre afable y de trato agradable. Resumiendo, era un buen tipo. Y yo me lo creo. Pero mi opinión no va a versar sobre su forma de ser sino sobre su forma de pensar y de escribir.

Miret ha sido llamado profeta por aquellos que consideran profetas a todos aquellos que, como norma de vida, se dedican a arremeter contra el magisterio de la Iglesia Católica. Da igual lo que afirmen esos personajes. Ya pueden decir barbaridades incompatibles con la fe de todo cristiano, que como le añadan una coletilla anti-jerarquía, pasan a ser los santones del progresismo eclesial. Mientras los católicos tenemos como santos y profetas a quienes verdaderamente lo son, estos hijos de la disidencia encumbran a sus santorales mediáticos a todos los que huelen a heterodoxia. Y cuando mueren, se dedican a hacer noticias y artículos que más se parecen a las hagiografías del medievo que al periodismo del siglo XXI.

A don Enrique recuerdo haberle visto varias veces en televisión. Si la memoria no me falla, llegué a verle en La Clave, dirigida y presentada por Balbín, allá cuando yo andaba entre la infancia y la adolescencia. La última vez de la que tengo certeza de contemplarle en la pantalla pequeña, compartió la misma con otros contertulios, entre los que se encontraba César Vidal. Recuerdo que Vidal le dejó dramáticamente planchado en relación a la veracidad histórica de los evangelios. Ver a un Miret balbuciente y sin respuesta a los argumentos de César me provocó no poca satisfacción.

No he leído ningún libro de Miret Magdalena, ni pienso hacerlo. No me hace falta tal cosa para saber que estoy ante alguien del que dudosamente se puede decir que haya profesado la fe cristiana, al menos en sus últimas décadas de vida. La hemeroteca del diario El Mundo recoge tres encuentros digitales (1,2,3) en los que respondió a las preguntas de los lectores. Merece la pena recoger aquí algunas de las preguntas y sus respuestas:

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14.10.09

¡Basta ya de impunidad en la Iglesia de Cristo!

Desde que empecé como coordinador, posteriormente director, de Religión en Libertad en abril del 2008, he publicado multitud de noticias buenas, regulares, malas y nefastas. Hasta ayer, la palma de las últimas se la llevaba el caso Pousa, el sacerdote de la archidiócesis de Barcelona que aseguró en El Periódico que había pagado abortos. La noticia, desgraciadamente, no se puede encontrar ya en la base de datos de ReL, porque cuando en septiembre se mudaron a un nuevo servidor tiraron a la basura todo el trabajo del año anterior. Pero doy fe de que fue lo más leído mientras estuve en ese portal. El mero hecho de que un sacerdote pague un aborto es un escándalo de dimensiones considerables y todavía somos muchos los que nos preguntamos cómo es posible que su arzobispo no tomara medidas canónicas contra él.

También ha sido una tarea poco gratificante el informar sobre las actividades de religiosos que se separan públicamente del magisterio de la Iglesia. Los Masiá, Forcades y cía nos han proporcionado momentos “inolvidables". Y en otro orden de cosas, el anuncio público de la “vida secreta” de Maciel ha sido fuente de desazón, pues cuando se ama a la Iglesia, duele mucho el ver a personalidades destacadas de la misma dar un ejemplo de podredumbre moral y de traición a Cristo y al resto de los fieles.

Pues bien, todos esos escándalos no me han causado tanto daño personal como el que sufrí ayer al leer que un instituto de bioética plagado de sacerdotes y religiosos católicos ha emitido un informe en el que se muestra conforme con la futura ley del aborto. No estamos hablando de un fraile o una monja más o menos “mediáticos". No, hablamos del provincial de los jesuitas en Cataluña, de otros jesuitas, uno de ellos presidiendo el patronato del instituto, de un escolapio, de miembros de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios. Por eso, los medios de comunicación pueden decir sin faltar a la verdad que un instituto de bioética cristiano apoya la nueva ley. El hecho de que el Instituto funcione como entidad privada y, que yo sepa, no dependa institucionalmente de la propia Iglesia Católica, no quita ni un ápice de gravedad al tema. Los jesuitas, el escolapio y los hospitalarios no dejan de serlo cuando toman decisiones sobre el funcionamiento del IBB. Y ellos son responsables al 100% de lo que allá se publica, incluido este alucinante informe titulado “Consideraciones sobre el embrión humano”. No hay prácticamente ninguna aberración contraria a la doctrina de la Iglesia sobre la vida humana desde su concepción que no aparezca en dicho estudio.

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13.10.09

Lo del obispo de Marquette es de nota

Convendrá el lector conmigo que no todos los días se produce la noticia de que un obispo ha censurado la presencia en su diócesis de otro prelado. De hecho no recuerdo que tal cosa haya ocurrido nunca en las últimas décadas. Lo más parecido podría ser la petición del cardenal de Viena al auxiliar de Salzburgo para que no acudiera a una manifestación contra el aborto en la capital austriaca, pero no le impidió intervenir en el encuentro previo a la marcha. Por tanto, creo que inaudito lo que ha hecho monseñor Alexander K. Sample, obispo de Marquette, al pedir a monseñor Gumbleton, obispo auxiliar emérito de Detroit, que no ponga sus pies en la diócesis de aquél. Pero inaudito no significa ni indecente ni condenable. Todo lo contrario. Monseñor Sample ha demostrado ser fiel al mandato recibido del Señor y de la Iglesia para pastorear adecuadamente el rebaño que le ha sido encomendado. Y si para proteger al rebaño hay que impedir que se acerque al mismo un mal pastor, aunque éste esté jubilado, se hace.

Para ser sincero, desconozco totalmente la trayectoria del auxiliar emérito de Detroit. En diversos blogs de católicos norteamericanos fieles a la Iglesia he leído que se caracteriza por defender posturas contrarias a la fe de la Iglesia en temas como la homosexualidad y la ordenación de mujeres. Vamos, es lo que se entiende como un “obispo progre". Y entre los progres, casi casi el que más. Ahora bien, incluso los obispos progres suelen tener el cuidado de no decir burradas. No parece que esa prudencia esté presente en monseñor Gumbleton. Si ya es absurdo que un sacerdote o un religioso vayan en contra de la enseñanza de la Iglesia en doctrinas pertenecientes al depósito de la fe, la situación roza el esperpento si el disidente es un obispo, aunque sea un mero auxiliar. ¿Qué sentido tiene ser obispo y no estar en comunión con la fe de la Iglesia?

Monseñor Sample ha dado además una lección al resto de la Iglesia. Ha dejado a un lado a ese sujeto opresor en que se ha convertido el lenguaje político y eclesialmente “correcto” y ha puesto las cosas en su sitio. Lo grave no es que este obispo le haya dicho a monseñor Gumbleton que no asome su episcopal careto por Marquette, sino que el auxiliar de Detroit, aun manteniéndose en posturas disidentes respecto al magisterio, pudiera seguir siendo auxiliar hasta cumplir los 76 años. Es decir, Roma ha consentido que un obispo como ese, que hoy tiene que sufrir la vergüenza de que le digan que sus posturas hacen daño al pueblo católico de una diócesis hermana, haya sido obispo en ejercicio durante la friolera de 38 años. El hecho de que no pasara de ser auxiliar indica que en la Ciudad Eterna vieron que había sido un error el hacerle obispo. Pues un error no se tapa con otro. Si al primer indicio de que monseñor Gumbleton se apartaba de la fe de la Iglesia se le hubiera advertido de que a la próxima pasaría a ser emérito y, de continuar en esa línea, se le reduciría al estado laical, hoy no tendríamos que asistir al espectáculo de un obispo censurando a otro.

Bien por el buen pastor de Marquette. Ojalá otros pastores con mayor responsabilidad que la suya sigan su ejemplo.

Luis Fernando Pérez Bustamante