Mirar a Cristo
Homilía de Benedicto XVI en la misa con ocasión del 850° aniversario de la fundación del Santuario de Mariazell, en Austria
Queridos hermanos y hermanas,
Con nuestra gran peregrinación a Mariazell celebramos la fiesta patronal de este Santuario, la fiesta de la Natividad de María. Hasta aquí, desde hace 850 años, acuden personas de varios pueblos y naciones, personas que rezan llevando consigo los deseos de sus corazones y de sus Países, las preocupaciones y las esperanzas más íntimas. Así Mariazell se ha convertido para Austria, y mucho más allá de sus fronteras, en un lugar de paz y de unidad reconciliada. Aquí las personas experimentan la bondad consoladora de la Madre; aquí encuentran a Jesucristo, en el cual Dios está con nosotros como afirma el pasaje evangélico de hoy - Jesús, de quien la lectura del profeta Miqueas dice "y El será la Paz" (cfr 5,4). Hoy nos insertamos en esta gran peregrinación de muchos siglos. Nos detenemos ante la Madre del Señor y le pedimos Muéstranos a Jesús. Muestra a nosotros peregrinos Aquel que al mismo tiempo es el camino y la meta: la verdad y la vida.
El pasaje evangélico, que acabamos de escuchar, abre ulteriormente nuestra mirada. Este presenta la historia de Israel a partir de Abraham como una peregrinación que, con subidas y bajadas, por caminos breves y por caminos largos, al final conduce a Cristo. La genealogía con sus figuras luminosas y oscuras, con sus éxitos y sus fracasos, nos demuestra que Dios también escribe derecho sobre los renglones torcidos de nuestra historia humana. Dios nos deja nuestra libertad y, sin embargo, sabe encontrar en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor. Dios no fracasa. Así esta genealogía es una garantía de la fidelidad de Dios; una garantía de que Dios no nos deja caer, es una invitación para orientar nuestra vida siempre nuevamente hacia El, para caminar siempre de de nuevo hacia Cristo.