InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Publicado originalmente en Religión Digital

21.08.07

No tomarás el nombre de Dios en vano

No sé bien el porqué, pero uno de los mandamientos que más he procurado tomarme en serio desde que era pequeño, es el de no tomar el nombre de Dios en vano. Es muy significativo que en la oración que nos enseñó Jesús, lo primero que decimos tras reconocer la paternidad divina es "santificado sea tu nombre". Los judíos se tomaron tan en serio ese mandato que evitaban -y evitan- llamar a Dios por su nombre -Yavé-, para que así no hubiera posibilidad alguna de usarlo en vano.

Para mí eso de tomar el nombre de Dios en vano tiene muchas "variantes". No creo que se trate solo de evitar la blasfemia, ni de hablar de Dios en términos despectivos. No, hay una forma mucho más sutil y peligrosa de caer en ese pecado. Por ejemplo, cuando usamos el nombre de Dios, especialmente en la persona del Espíritu Santo, para hacerle decir lo que en realidad queremos decir nosotros. En determinados ámbitos cristianos, tanto católicos como protestantes, es típico oír a muchos decir "el Señor me ha dicho esto" o "el Señor me ha dicho lo otro". Por no hablar de aquellos que están con la palabra "espíritu" en la boca a todas horas para justificar cualquier heterodoxia pasada, presente o futura. En ellos el Espíritu se convierte, pues, en el comodín perfecto al que adjudicar una visión eclesial concreta y la mayor de las veces revolucionaria.

Leer más... »

19.08.07

Monseñor Osoro, dígale que se lea esto al párroco de Fátima, en La Calzada

Excmo. y Rvmo. Sr. D. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Oviedo,

He leído con preocupación que Don José María Díaz Bardales, sacerdote de su diócesis, confiesa su incapacidad de explicar a sus fieles lo que son las indulgencias. Supongo que porque él mismo no entiende la doctrina que las sustenta o, lo que es peor, la entiende pero no la acepta. En caso de que sea lo primero, la solución es facilísima: pídale afectuosamente que se lea el texto de Pablo VI que voy a copiar a continuación. Es largo pero sustancioso y catequético. En caso de que el problema resida en que su presbítero tenga el mismo concepto sobre las indulgencias que el que tienen los protestantes evangélicos con los que me suelo encontrar en la red, usted sabrá lo que debe o puede hacer. Ahí ya no entro, más que nada porque el padre Díaz Bardales no es mi párroco ni la suya es mi archidiócesis. Y aunque lo fuera, es usted el responsable último de la formación de sus curas.

Queda suyo en Cristo,
Luis Fernando Pérez

——-

«Indulgentiarum doctrina»
Constitución apostólica del Papa Pablo VI sobre la revisión de las indulgencias
Solemnemente promulgada el 1 de enero de 1967

1. La doctrina y uso de las indulgencias, vigentes en la Iglesia católica desde hace muchos siglos están fundamentados sólidamente en la revelación divina [1] que, legada por los Apóstoles «progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo», mientras que «la Iglesia en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios».[2]

Leer más... »

18.08.07

Hay que acabar con los espectáculos que se producen por el cambio de párrocos.

No hace falta que dé nombres de pueblos, porque todos conocemos casos recientes y pasados. Cada cierto tiempo ocurre lo mismo. Un obispo decide trasladar a un párroco y el pueblo se pone en pie de guerra. La última moda parece ser tomar el templo parroquial como lugar de manifestación. Pues no señores, esto no puede continuar así.

Ha de reconocerse el hecho de que es bueno que unos parroquianos aprecien a su párroco. No lo es que se cree una relación de dependencia tal, que parezca que la fe de aquellos dependiera de la presencia de determinado cura. Los párrocos pasan, las parroquias y los parroquianos quedan. Y los obispos no son seres caprichosos que gustan de cambiar párrocos como el que se cambia de muda cada mañana. Antes de lanzarse a la calle a protestar como energúmenos, algunos deberían de plantearse que una parroquia no tiene el copyright sobre ningún sacerdote. Si tanto quieren al que se va, den gracias a Dios porque otros fieles de la diócesis van a recibirle como sacerdote. Si tan cristianos son, que oren al Señor para que el nuevo párroco pueda servirles fielmente.

Además, la situación que se crea tanto al saliente como al entrante es muy incómoda. El que se va debería de ser el primero en desmovilizar a cualquier grupo de fieles que se olvide de quién está a la cabeza de la Iglesia local, que es la diócesis. El que entra debe de tener la suficiente templanza como para no dejarse aplastar por el ambiente crispado que se encuentra. Debe de tener paciencia y cierto don de gentes. Y si su temperamento es poco compatible con todo esto, debe de pedir al Señor sabiduría durante el tiempo en que dure el "enfado".

Leer más... »

El niño y la imagen

Escribí este "mini-cuento" al poco de regresar a la Iglesia. Ya casi me había olvidado de él, pero la presencia de un protestante iconoclasta entre los comentaristas de días pasados me ha refrescado la memoria.

El cuento del niño y la imagen

Érase una vez un niño pequeño, de unos 9 años, que había nacido en una familia católica en la cual sus padres tuvieron a bien enseñarle lo poco o mucho que sabían sobre Jesucristo y sobre la fe cristiana.
Ese niño nunca tuvo por costumbre el orar a imágenes porque su mamá le había dicho que para hablar con Dios sólo hacía falta el querer hacerlo, ya que Dios escuchaba siempre a los niños que querían hablar con Él.
Aunque a aquel niño le enseñaron varias oraciones (el "padrenuestro", el "yo confieso", el "ave María", el "credo", el "cuatro esquinitas tiene mi cama", el…..), lo cierto es que llegó a adquirir la sana costumbre de combinar en sus rezos las oraciones ya prefijadas junto con las oraciones que le salían del alma sin un guión previo.

Leer más... »

17.08.07