InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Febrero 2014

13.02.14

La gran farsa: ¿quién defiende hoy en España el derecho de esta mujer?

Llevo bastante tiempo sin ver las tertulias políticas de Intereconomía TV y 13TV, pero hoy he hecho una excepción y me he puesto a ver El Gato al agua. Hace un rato han estado debatiendo sobre la reforma de la ley del aborto. Como siempre, unos a favor, otros en contra y otros que no se sabe si suben o si bajan. Pero justo cuando parecía que acababa el debate, el presentador, Javier Algarra, ha dado paso a este vídeo:

El vídeo se comenta por sí mismo. Seguro que muchos proabortistas de vía estrecha dirán que en España eso no puede pasar. Que es un caso “extremo” -como si ellos no usaran casos extremos para justificar su infamia-. Que incluso con la ley Aído ese tipo de abortos tan avanzados (7 meses y medio de gestación) son ilegales. Los que conocen la historia del doctor Morín saben bien que eso sí ha pasado en este país. Y que no hay nadie en la cárcel, al menos todavía, por matar a fetos que podían vivir perfectamente fuera del seno materno.

Ahora bien, fíjense ustedes en un dato. Se supone que con la ley actual, la del PSOE, un aborto de esa naturaleza es un delito del cual es responsable tanto la madre como el médico que lo practica. Si se aprueba la reforma que propone el gobierno del PP, el médico puede acabar en la cárcel, pero la madre no. La madre que consiga que maten a su hijo dos días antes de salir de cuentas, se puede ir a su casa tan campante. Es más, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ese que los medios de comunicación de la derecha “conservadora” y liberal de España presentan como apóstol de la vida, presumió de que su ley sería la primera en este país que quita cualquier responsabilidad penal o económica a las mujeres.

Lo que el caso de Gianna Jessen demuestra es que una vez que la cultura de la muerte, del aborto, es liberalizada penalmente, no hay manera de impedir salvajadas como las que sufrió esa joven. Por cierto, su testimonio tiene la grandeza del perdón que solo alguien tocado por la gracia de Cristo puede ofrecer.

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12.02.14

PPrietas las filas, impasible el ademán

El Partido Popular demostró ayer que tiene control sobre sus diputados. Cabía la posibilidad de que unos cuantos decidieran demostrar su condición proabortista radical -que la tienen- apoyando la proposición no de ley del PSOE que pedía al gobierno la retirada del anteproyecto de reforma de la ley del aborto. Finalmente, aunque determinadas fuentes sostienen que 4 diputados populares podrían haberse abstenido o votado en contra -no hay manera de saberlo-, se ha impuesto la disciplina de partido. La insigne Celia Villalobos (*), vicepresidenta del Congreso y abierta defensora del “derecho” a matar a los seres humanos antes de nacer, dijo que no tenía intención de apoyar la propuesta del PSOE porque eso sería traicionar a su partido. Es decir, está antes su fidelidad a las siglas que su conciencia, por muy corrompida que la tenga.

¿Creen ustedes que eso significa que dentro del PP hay unión en relación a esta reforma? De ninguna de las maneras. El diario El País publicó ayer una información en la que indicaba que decenas ayuntamientos han sacado adelante mociones contra la reforma con el apoyo del PP. Dichas mociones no valen para nada, pero demuestran dónde está cada quién. De hecho, son conocidas las protestas contra la reforma realizadas por presidentes autonómicos y dirigentes destacados del Partido Popular. No ha habido ninguna ley en la historia de la democracia en España que haya recibido tanta oposición y rechazo por parte de los miembros del partido que la presenta. Decir que el PP es provida es como asegurar que Madame de Pompadour era pura y casta.

Los titulares de la prensa de papel de hoy en España son elocuentes. El País titula: “El PP impone disciplina de voto en el aborto ante las fisuras internas“. El ABC: “El PP vota unido en defensa de la vida” (no es broma, les aseguro que eso han titulado). La Razón: “Lección de unidad del PP ante la ley del aborto“. El Mundo sitúa la noticia en un lugar menor de la portada. La Vanguardia: “El PP aguanta el envite del PSOE por el aborto“. Y El Periódico: “El PP se retrata con la ley de Gallardón“.

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10.02.14

Este que firma no piensa ver una sola película de Natalia y Marián

El cine español es muy libre de seguir escorado a la izquierda o la extrema izquierda. El cine español es muy libre de aprovechar todas las galas de los Goya para montar un numerito reivindicativo de su ideología. Llevamos años contemplando el mismo espectáculo y es evidente que no van a cambiar.

Estando las cosas como están, era muy previsible que este año asistiéramos a alguna movida proabortista. Y así ha sido. Las actrices que han obtenido los Goya a la Mejor Actriz Revelación y a la Mejor Actriz, han dicho en sus discursos que no quieren que nadie decida por ellas. ¿Y en qué consiste la decisión? En matar a los hijos no nacidos.

¿Quiénes son esas dos actrices? Natalia de Molina y Marián Álvarez. ¿Cuáles sus películas? “Vivir es fácil con los ojos cerrados” -que se lo digan a los que se niegan a abrir los ojos a la realidad del aborto- y “La herida” -que se lo digan a los fetos troceados por manos asesinas-.

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9.02.14

La encuesta de Univisión a católicos de todo el mundo

Univisión ha realizado una encuesta a 12.038 católicos de los cinco continentes. Según se indica en la breve ficha técnica, el margen de error es del 0.9%, así que se supone que es bastante fiable. En todo caso, nos encontramos con un problema fundamental al no indicarse si esos católicos encuestados son practicantes o no. Ese dato no es baladí, porque parece evidente que no será lo mismo lo que responde alguien que vive su fe que aquellos que la tienen de adorno en su vida.

Aun así, resulta la mar de interesante analizar los datos. Por ejemplo, a pesar de la presión mediática y social a favor de la supresión del celibato entre el clero diocesano, prácticamente la mitad de los fieles (47%) está en contra. Solo un tres por ciento más (50%) está a favor. En relación al acceso de las mujeres al sacerdocio, son más los contrarios (51%) que los favorables (45%).

Sorprendentemente hay un 18% de católicos que está en contra del uso de anticonceptivos. Un 78% está a favor, pero tengo casi la certeza absoluta de que es mayor el porcentaje de los que hacen uso de los mismos.

En relación al aborto, uno de cada tres católicos (33%) cree que no deben permitirse nunca. Un 65% opina que sí en algunos casos, pero los señalados en la pregunta son el peligro para la vida de la madre o del feto. Solo un 8% está favor de que el aborto sea libre.

Y en cuanto al “matrimonio” homosexual, dos de cada tres católicos (66%) se oponen, y no llega a un tercio (30%) los que lo apoyan.

Por último, la valoración del Papa Francisco es muy positiva, aunque son algo más los que consideran este pontificado como bueno (46%) que los que lo califican de excelente (41%). Solo un 6 por cierto opina que es mediocre o malo.

Sin embargo, lo más significativo de la encuesta estriba en la diferencia por continentes. Aunque que solo se ofrecen datos diferenciados en la pregunta sobre el celibato sacerdotal y el “matrimonio” homosexual (*), no creo que sea muy aventurado asegurar que en el resto de temas las respuestas sufrirán los mismos cambios en cada continente.

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8.02.14

La gracia es lo que marca la diferencia

Los últimos versículos del capítulo 5 de la epístola de San Pablo a los gálatas son una descripción de la diferencia entre ser de Cristo y ser del mundo. El apóstol acababa de arremeter contra aquellos que insistían en hacer cumplir a los cristianos, incluidos los de origen gentil, todos los preceptos de la ley mosaica. No porque la ley fuera mala, que no lo es, sino por la manifiesta incapacidad del hombre de justificarse solo mediante su esfuerzo personal en cumplir dicha ley. Como luego dijo san Pedro para zanjar la polémica en el concilio de Jerusalén:

¿por qué tentáis a Dios queriendo imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros fuimos capaces de soportar? Pero por la gracia del Señor Jesucristo creemos ser salvos nosotros, lo mismo que ellos. (Hch 15,10-11)

San Pablo habla de una libertad que solo puede venir dada por la gracia y que, desde luego, no puede ser utilizada como herramienta para pecar:

Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne, antes servios unos a otros por la caridad. Porque toda la Ley se resume en este solo precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Pero si mutuamente os mordéis y os devoráis, mirad que acabaréis por consumiros unos a otros.

Hay quienes piensan que la gracia es una especie de salvoconducto para seguir viviendo como si no estuviéramos llamados a la santidad, como si fuera una “barra libre” a todo tipo de pecados. Nada más lejos de la realidad:

Os digo, pues: Andad en el Espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otro se oponen de manera que no hagáis lo que queréis. Pero si os guiáis por el Espíritu, no estáis bajo la Ley.

El cristiano que quiere andar en las cosas del Espíritu de Dios sabe bien cuál es la tendencia de su carne, de sus deseos personales. Casi siempre, y lo mismo sobra el “casi", se opone a la voluntad divina para su vida. Por eso es esencial aprender a conducirse bajo la dirección del Espíritu Santo, que es quien obra en nosotros la santificación. Somos una especie de contradicción andante en la que por una parte queremos ser fieles a Dios y por otra no cedemos en aquello que nos aleja de Él: “No sé lo que hago, pues no pongo por obra lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Rm 7,15).

Pero si Cristo ha dado su vida por nosotros no es para que vivamos derrotados sino, muy al contrario, para concedernos el tiempo necesario para alcanzar la dicha de poder seguir los pasos de aquella mujer que dijo “Fiat” a las palabras del ángel que le anunciaba la Encarnación del Verbo de Dios en su seno.

Lo que tenemos ante nosotros no es ni más ni menos que dos caminos: el de la vida y el de la muerte:

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