InfoCatólica / Joan Antoni Mateo García / Archivos para: 2016

11.07.16

¿Confesionario? ¡Sí, gracias!

¿Confesionario? ¡Sí, gracias!

 “Cada confesionario es un lugar privilegiado y bendito desde el cual, canceladas las divisiones, nace nuevo e incontaminado un hombre reconciliado, un mundo reconciliado.” ( San Juan Pablo II)

Por su interés ofrezco a los lectores del blog la respuesta a una consulta sobre los confesionarios que he recibido para mi columna en el semanario “Cataluña Cristiana”.

CONFESIONARIOS

 

¿Por qué no hay ya confesionarios en muchas iglesias? Creo que son de gran ayuda para facilitar la confesión. He de reconocer que siempre he sido muy vergonzosa y que me cuesta mucho confesar mis pecados. Hace poco fui a una iglesia y pedí al sacerdote si me podía confesar. Me dijo que me sentara en un banco y que allí me confesaría. Yo le dije que no, que deseaba el confesionario pero se ve que no tenían ninguno… ¿Dice algo la Iglesia al respecto? A mi, personalmente no me va eso de confesarme de cara a cara…

Hace poco respondía a una consulta sobre la vergüenza, muy natural, de confesar los pecados. Yo creo que todo lo que suponga facilitar la recepción del Sacramento de la Penitencia debe ser considerado una prioridad pastoral. En este sentido se ha pronunciado muchas veces el Papa Francisco, animando a los confesores a hacer de la confesión una experiencia gozosa de liberación y perdón.

En esta perspectiva hay que decir que, efectivamente, la cuestión de la sede penitencial no es algo secundario, sino algo mucho más importante de lo que parece a primera vista. Estos días, en la Basílica de Tremp, hemos inaugurado una nueva sede penitencial que facilita la discreción y el anonimato de los fieles. Más de una persona que la ha utilizado me ha comentado que le resulta mucho más fácil la confesión. Me da la impresión que en la renovación de los espacios celebrativos realizada en los últimos decenios no se ha dado la importancia que merece a la sede penitencial o confesionario. Me pregunta usted si la Iglesia dice algo al respecto. Efectivamente. Lo dice de dos modos.

Uno, de manera preceptiva y otro a modo de recomendación. El Código de Derecho Canónico establece: El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio…Por lo que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé normas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionarios provistos de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fieles que así lo deseen”.

Y también que “no se deben oír confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa”. A nivel de exhortación dice el Papa Francisco: “Dejen las puertas abiertas de las iglesias, así la gente entra, y dejen una luz encendida en el confesionario para señalar su presencia …". Benedicto XVI hablaba de la necesidad de volver a habitar los confesionarios y decía a los sacerdotes “queridos hermanos, es necesario volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el Sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar donde habitar más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y confortación, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia Divina…”.Confesionario

15.04.16

¿Ha abolido el Papa Francisco la necesaria confesión de los pecados mortales?

Recojo en este breve escrito de título provocativo la respuesta a una consulta sobre la dificultad de expresar verbalmente los pecados en la confesión. Algunos han malinterpretado unas palabras que el Papa dirigió a los misioneros de la misericordia, como si el Pontífice validara que ya no es necesaria la confesión de los pecados mortales  como un requisito ordinario fundamental del sacramento de la Penitencia…

 

Me bloqueo…

 

Leí́ su respuesta sobre la necesidad de confesar los pecados en el sacramento de la Penitencia. Lo entiendo y estoy de acuerdo. Pero tengo una grave dificultad. A veces, en la confesión, me bloqueo, me quedo en blanco sin saber qué decir. Nervios, vergüenza… Hay un confesor que me tranquiliza y comprende lo que quiero decir, pero también he encontrado sacerdotes que me dicen que vuelva cuando esté más tranquilo. ¿Qué piensa usted?

 

Mire, la practica de la confesión requiere de un aprendizaje, tanto para el penitente como para el confesor. Con mucha sabiduría, antiguamente no se daba a todo sacerdote por lo pronto las licencias para confesar.Todos recordamos nuestras primeras confesiones en la infancia, algo nerviosos y azorados y también recordamos con afecto buenos sacerdotes que nos lo ponían fácil y nos animaban. Lo normal es poder verbalizar las dificultades y pecados en un proceso que resulta muy saludable.

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29.02.16

"Me confieso sólo con Dios". - No vale.

“Me confieso con Dios…”. –No vale.

¿Qué decir a alguien que dice «yo ya me confieso con Dios» y no quiere confesar sus pecados en la confesión sacramental? Me cuesta confesar mis pecados, incluso a veces siento vergüenza. Tal vez sí seria más fácil confesarse directamente con Dios o que la Iglesia suprimiera la obligación de confesar los pecados…

Hay que aceptar la salvación que Dios nos ofrece y de la forma con que Él nos la ofrece.

Lo que me convendría, me gustaría, me apetecería… tiene muy poca importancia cuando es Dios mismo quien nos dice lo que quiere de nosotros. Y el Señor ha establecido ofrecernos su misericordia de manera ordinaria a través de la realidad de la Iglesia y de sus sacramentos.

Voy a responderle con unas palabras textuales del papa Francisco:

«Es la comunidad cristiana el lugar donde se hace presente el Espíritu, quien renueva los corazones en el amor de Dios… He aquí por qué no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, sino que es necesario confesar humilde y confia- damente los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este sacramento, el sacerdote no representa solo a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él… Sí, tú puedes decir: yo me confieso sólo con Dios pero nuestros pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia, a los hermanos, en la persona del sacerdote… También desde el punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote estas cosas que tanto pesan en mi corazón.»

Como ve, en la enseñanza de la Iglesia, la confesión de los pecados graves no solo es necesaria sino que es, además, muy saludable y conveniente. Para una fundamentación más dogmática me remito a una columna que escribí hace años con el título de Ex- homologesis. Y respecto a la vergüenza, también dice el Papa:

«Cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un sinvergüenza… incluso la vergüenza hace bien, porque nos hace humildes, y el sacerdote recibe con amor y ternura esta confesión, y en nombre de Dios perdona.»

No viviremos a fondo este Año de la Misericordia si no redescubrimos en nuestra propia vida la maravillosa experiencia de recibir la misericordia de Dios en el sacramento de la penitencia. En la bula El rostro de la Misericordia, dice el papa Francisco: «De nuevo ponemos en el centro con total convencimiento el sacramento de la Reconciliación porque nos permite tocar en carne propia la grandeza de la misericordia.»

Por tanto, si pudiéndote confesar no te confiesas, no vale.