De Oriente a Occidente. Tradición de Dios y tradiciones de hombres.
Me ha ocurrido repetidas veces que, al hablar de música litúrgica, ha terminado aflorando esa tediosa estabulación entre “conservadores” y “progresistas". Para evitar confusiones innecesarias, aclaro que estoy refiriendo estos términos a interlocutores católicos sin disenso respecto a las cuestiones fundamentales de doctrina.
Pues bien, algunos de tales “progresistas” litúrgicos consideran como un apego a “tradiciones humanas” el considerar la tradición musical litúrgica de la Iglesia un bien que acoger, conservar y fomentar. Por el contrario, ellos reivindican su actitud como más “abierta a la acción libre del Espíritu", reclamando como necesaria una continua adaptación de la liturgia, y por ende de la música cultual, a las sucesivas mutaciones sociológicas.
Hace poco tuve la ocasión, por motivos profesionales, de pasar varios días en Rumanía. Dado que se trata de un país de mayoría ortodoxa pude presenciar varias celebraciones según este rito. En la música se percibía una variedad de estilos dentro de la tradición propia. Por una parte escuché entonaciones de origen posiblemente antiquísimo, con inflexiones de la voz muy sutiles que a buen seguro también existieron originalmente en el canto gregoriano, pero que por motivos técnicos (el sistema de notación, quizá) desaparecieron ya hace siglos de la música occidental. También sonaron piezas polifónicas que por su estilo bien podrían datarse en los siglos XVIII o XIX. El día 14 de septiembre, cuando allí se celebra con muy especial solemnidad la Invención de la Santa Cruz, el coro era numeroso. Pero el resto de los días que pude asistir era sólo un grupo de 4 o 5 cantores con poderosa voz el que asumía prácticamente en solitario el canto litúrgico, incesante. Recordé entonces una indicación que a veces aparece en los libros litúrgicos de canto gregoriano y que siempre me había resultado llamativa, sobre todo en esta época nuestra más acostumbrada a coros y asambleas que a solistas: “uno o dos cantores entonan…“. Tal y como escribí en un artículo anterior, la costumbre moderna de asignar al pueblo la mayor parte del canto litúrgico no parece corresponderse con ninguna práctica especialmente antigua ni originaria en la liturgia cristiana.
Todo formaba una unidad orgánica, armoniosa. Hasta el edificio de la iglesia, construido en los años 1930, no desmerecía nada de los deslumbrantes modelos antiguos: todo manifestaba una querencia por lo eterno, lo estable, lo atemporal. Las imágenes pictóricas que llenaban los muros, el iconostasio, el pan de oro que producía luminosos destellos por todos los rincones, y hasta el intenso olor de hierbas aromáticas infundían la certeza de entrar en la Casa de Dios, en el cielo en la tierra.
En fin, con toda la magnificencia propia del genio oriental, que siempre será diferente del carácter occidental más inclinado a lo breve y lo práctico, y dejando aparte el problema de su actual separación respecto a Roma, lo que allí podía verse era un culto cristiano antiquísimo, genuino.
Esta impresión de la liturgia ortodoxa se ha visto confrontada recientemente con mi encuentro con la grabación discográfica original de varios de los grandes éxitos musico-litúrgicos del catolicismo hispanohablante postconciliar. Lo cual me ha hecho recordar una vez más cuán subjetiva es la noción de tradición que a todos nos viene a la cabeza en un primer momento. En general tendemos a considerar como “lo tradicional", “lo de siempre", aquello que hemos vivido desde la infancia. Pero cuando uno se pone a investigar un poco suele descubrir que la mayoría de las cosas no son tan inmemoriales como creía.
En lo tocante a la música litúrgica, los que hemos nacido o crecido después del Concilio Vaticano II no hemos conocido apenas otra cosa que el nuevo repertorio implantado en los años 70 y 80. También aquí puede darse una vaga impresión subjetiva de “ancestralidad". En mi caso, aunque hace ya mucho tiempo que dejé de experimentar tal vivencia, no ha dejado de causarme una incisiva impresión el constatar el origen tan concreto de varias de esas canciones reputadas ya como “tradicionales”, pero que no dejan de tener su origen en la pluma de un mismo autor y deben su difusión principalmente a esa misma grabación efectuada a finales de los años 60.
He pensado en la secuencia de acontecimientos: el papa Juan XXIII convoca un Concilio ecuménico, que entre otras cosas pide una reforma de la liturgia en continuidad con la Tradición del rito romano. Las indicaciones conciliares sobre tal reforma se publican en diciembre de 1963 dentro de la Constitución Sacrosanctum Concilium. Pero poco después, en un ambiente social agitado por diversos factores socio-políticos, andando por medio el mayo parisino del 68, aparece esta grabación entre las primicias hispanohablantes de la nueva música litúrgica. Las voces de los cantores son bellas y diestras, lo mismo que la dirección musical. Pero las melodías, la instrumentación y la armonización, aunque están hechas con profesionalidad, son deudoras del estilo “pop” de moda en aquellos años, muy similar, por ejemplo, a la bandas sonoras del cine español de la época. Al margen de otras consideraciones, este estilo ya ha perdido toda la frescura “pastoral” que se le pudo atribuir en su día.
Tales melodías fueron rápidamente popularizadas por los párrocos y responsables musicales de las parroquias y conventos, en plena fiebre por la novedad. Toda una generación de músicos litúrgicos abandonó la música que se venía haciendo por esos años (en general muy bien orientada, gracias al cristalino magisterio sobre todo de San Pío X, Pío XI y Pío XII) para abrazar el nuevo repertorio. Las nuevas canciones fueron consolidándose para muchas personas como la nueva “tradición". Y esto hasta el punto de que, a día de hoy, cada vez resulta más difícil solicitar un lugar estable dentro del culto para el canto propio de la liturgia romana, que es el canto gregoriano (Sacrosanctum Concilium 116), y para aquellos estilos que nacieron de él como la flor del tallo, y que por eso fueron constantemente bendecidos por la autoridad de la Iglesia.
Y aquí es donde yo me pregunto: puestos a asignar a alguna tradición el calificativo “humana", ¿cuál de estas tradiciones es más merecedora de ello?
- Por una parte, la tradición litúrgico-musical del rito romano, esta sí, de origen inmemorial, sostenida constante y explícitamente durante 1500 años por el magisterio de la Iglesia y defendida por el Concilio Vaticano II en 1963 y por pronunciamientos posteriores.
- Por otra, una nueva “tradición" sin un vínculo nítido ni explícito con ninguna indicación concreta de la Iglesia, surgida más bien como expresión de unos tiempos de entusiasmo y confusión, en los que tantas ilusiones personales quedaron ante la historia entretejidas con la desorientación de la fe acaecida en tantas personas, y el abandono de muchas vocaciones.
Y entonces no puedo evitar la nostalgia que sentí al presenciar en la liturgia ortodoxa rumana la vitalidad de aquella raíz litúrgica común a todos los cristianos, la que también informó siempre el rito romano dentro de su característica sobriedad. Y veía cómo en ese país en el que también hay coches, supermercados, internet y teléfonos móviles, también hay una gran cantidad de gente de todas las edades que acude a unas celebraciones litúrgicas espléndidas y larguísimas, siempre de pie o de rodillas… pues no hay bancos para sentarse.
Para evitar malentendidos: no estoy reivindicando una imposición obligatoria del gregoriano en todos los lugares, cosa que por cierto tampoco se podría sostener según la normativa eclesiástica vigente a día de hoy. Tampoco creo que merezca la pena gastar tiempo en tratar de convencer a nadie de que le guste más el estilo musical de Palestrina que el de Simon and Garfunkel. Una vez que nos dejamos introducir en el terreno de lo subjetivo, sobre gustos no hay nada escrito.
Pero lo que sí me pregunto es hasta qué punto es justo utilizar la expresión “tradiciones de hombres", que Cristo empleó con ciertos judíos herederos de formas y errores surgidos en el Antiguo Testamento, para aplicarla a las grandes tradiciones litúrgicas que de modo armónico, constante y unívoco se han ido desarrollando en la Iglesia cristiana, en el Nuevo Testamento, esto es, en la Iglesia que es el mismo Cuerpo de Cristo, columna y fundamento de la verdad, sostenida y dirigida por el Espíritu Santo.
Y me pregunto también si, en un plano mucho más profundo que el de la música litúrgica, no estaremos incurriendo en un error más serio: pretender, de un modo excesivo e impaciente, someter la liturgia de la Iglesia, testimonio objetivo de la fe y la oración de la Iglesia a través de las generaciones, a las apetencias subjetivas predominantes en cada coyuntura histórica.
Finalmente: no sé si acabará prevaleciendo esa idea de que es conveniente en estos tiempos, por argumentos pastorales, adaptar la liturgia a la variedad de preferencias subjetivas. Y ello hasta el punto de admitir en el culto estilos musicales que, confesémoslo, resultan insufribles para los que deseamos una plena y clara coherencia con la tradición. El magisterio del papa Benedicto XVI iba exactamente en la dirección contraria. Francisco no se ha pronunciado explícitamente sobre la cuestión, aunque algunos ya están dando por hecho que el mismo Espíritu Santo que hasta hace menos de un año parecía soplar hacia el este, ha cambiado de opinión y ahora sin duda sopla con fuerza hacia el oeste.
Pero, en fin, si se diera tal caso: ¿Será posible que, entre esa diversidad de preferencias subjetivas, también fueran reconocidas aquellas que gozosamente quieren rendirse por completo y sin condiciones ante la objetividad de la tradición litúrgica tal y como es, tal y como ha llegado? ¿Será posible que, además de permitirse esos “nuevos” estilos de música litúrgica que se supone gustan a las “mayorías” actuales, se pueda también no sólo facilitar con amplitud el rito romano tradicional, sino también celebrar, al menos en algunos lugares, el Novus Ordo en toda su amplitud, esto es, prescindiendo de las limitaciones que por motivos pastorales a día de hoy siguen bloqueando su pleno despliegue en casi todos los lugares? ¿Será posible que en algún sitio se celebre regularmente el Novus Ordo con el canto del celebrante presente en todas las partes en que está previsto? ¿Con una presencia de los cantos gregorianos propios de cada momento, presencia firme y no dubitativa, ni vergonzante, ni recortada ni excepcional? ¿Con uso habitual los demás géneros propios de la tradición musical católica?
¿Serán quizá las catedrales los únicos lugares capaces de ello? ¿Ha de darse definitivamente por cerrada la puerta de las parroquias por estimaciones de índole pastoral?
Índice del blog Con arpa de diez cuerdas
43 comentarios
Son mini-poquísimos, Raúl, los que te hagan caso. Pero lo que dices es "la verdad" católica, lo que la Iglesia ha enseñado siempre. No ceses de proclamar la verdad, aunque la inmensa mayoría esté engañada, sorda a "esa" verdad católica. La verdad que afirmas, rechazando los errores que la contra-dicen, es como una semilla buena, que dará fruto abundanto cuando y como quiera nuestro Señor Jesucristo, que vive y REINA por los siglos de los siglos. Amén.
Hace varios decenios (por eso no recuerdo bien los detalles, pero lo cuento a ojo) que un español emigrante a un gran país de Hispanoamérica llevó unos gorriones, pajarito desconocido en el país. Hoy son los gorriones allí cientos de millones. Éste es un argumento natural sobre la inmensa fecundidad de lo mínimo. Pero esa fecundidad es infinitamente mayor en el orden cristiano sobrenatural: Cristo vino al mundo "para dar testimonio de la verdad", y que obra en aquel que sigue dando ese testimonio. Y obra por el ESanto, que nos "guía hacia la verdad completa".
Clama, ne cesses!
Esa verdad que promueves acabará prevaleciendo, Dios sabe cuándo y cómo.
________________
RdT: Seguiremos, seguiremos, aunque a veces uno reciba el eco casi desde las propias paredes. Pero también antes de San Pío X muchas voces en el desierto tuvieron que ver sucederse las décadas y los pontífices.
"Cuidado con que nadie os envuelva con teorías y con vanas seducciones de tradición humana, fundadas en los elementos del mundo y no en Cristo" (Col 2,8).
Sin embargo, ya cumplidos los treinta años, comencé a escuchar musica antigua (anterior al siglo XIV), gregoriano y musica ortodoxa.
Fue entonces cuando tuve la clarísima vivencia de "ancestralidad", "eternidad", "inmutabilidad", "sacralidad", "misterio", "sobrenaturalidad", "luminosidad celestial", "alegría interior"...
Todo eso a pesar de que mi oído no estaba acostumbrado ya que me había educado en la pachanga liturgica.
Es cuestión de "sentido de lo sagrado" más que de costumbre o educación.
Estamos perdiendo ese "sexto sentido".
Me pasó lo mismo cuando conocí la misa tridentina o cuando asistí al Novus Ordo bien realizado en un monasterio. Aquello era "otra cosa" y evocaba "otro mundo".
Creo saber que en la tradición hindú se considera tradicion aquello que se ha estabilizado durante quinientos años.
No es mala medida. Cincuenta años no son nada... ¡ánimo!.
Como curiosidad, ya que se habla de Rumanía, dentro de la minoría alemana que habitaba en Transilvania, y dentro de la tradición luterana de la mayoría de estos germano-rumanos, hay una gran cantidad de templos, los cuales están en el interior de recintos amurallados, que a pesar de las dificultades que ofrecía el vivir en un entorno hostil, se preocuparon de tener un órgano de tubos. Se cree que pueden haber unos 250 en la región, la mayoría, por desgracia, en mal estado. Hay un pequeño vídeo que se puede encontrar escribiendo en un buscador "Aire fresco para los órganos de Transilvania" que está en español.
Tiempo habrá para comentar más cosas de este artículo. Pero quiero decir que no hay que estar desesperanzado: igual que en la actualidad hay pocos seminaristas, pero raro es que el que recibe el sacramento de la ordenación sacerdotal, que no vista como un sacerdote, cada vez hay más gente que quiere volver a la "música de antes" en las Iglesias.
De hecho, puede la música gregoriana y la polifonía, nos venga más por la actividad de recuperación de la música, que están llevando a cabo los católicos norteamericanos, que por la acción propia. En España somos así. Con todo, creo que la gente se va llevando cada día más sorpresas, y no deja de ser sorprendente que, a principios de octubre, las "Pelayas" de Oviedo, abrieran su templo al público para rezar cantando en gregoriano, dentro de diversas actividades culturales que tuvieron lugar en la ciudad asturiana... y tuvieran que volver a abrir otra vez el templo al público una semana después, pasada esa actividad cultural, debido a que quedó gente que no pudo asistir, porque podía peligrar la seguridad de los asistentes si seguían llenando el templo.
Creo que el poner negro sobre blanco, que el Concilio Vaticano II, no prohibió el canto gregoriano, sino que permitió en algunos casos, por razón de la actividad misionera, el uso de la música propia de los pueblos a evangelizar. Y ver como han "gestionado esa Ley", dar a conocer cómo se ha gestionado esa Ley, puede ser lo más positivo de todo.
Saludos.
Lc. 14, 23: "Fuérzalos a entrar". Lc. 19, 27: "A aquellos que no quisieron que yo reine, traedlos aquí y matadlos en mi presencia". El pacifismo no es cristiano. Por supuesto que no estoy pregonando aquí una jihad cristiana. Nuestra religión es la religión de la misericordia . . . y al mismo tiempo de la justicia. Nada de jihad cristiana; sí una CRUZADA. Defendamos el patrimonio de nuestra Tradición. Partiendo del mismo Magisterio deberíamos movernos más, denunciar más los abusos que hoy se siguen dando, sobre todo bajo la protección del talismán de la tolerancia (que no es lo mismo que misericordia) por razones pastorales.
Lo comparo con el caso de la Comunión en la mano. Es cierto que la disciplina actual lo permite como parte del derecho de fiel. Pero eso no significa que OBJETIVAMENTE no introduzca el peligro de la banalización y trivialización de la Santa Eucaristía y, por tanto, acarree un debilitamiento en la fe en la presencia real. He conocido algunos fieles que comulgaban en la mano y que no perdieron ni un ápice de su fe en la presencia real. Pero en cuanto les hablas de las ventajas de comulgar en la boca y de rodillas (así como de las desventajas de la praxis contraria), inmediatamente cambian y les ha ayudado a profundizar y reafirmar más su fe. En cambio he conocido a muchos más cuya fe y devoción se ha debilitado -cuando no perdido- por comulgar en la mano. Esa es la realidad objetiva, se quiera o no reconocer.
Aplicando esto a la música sacra, creo que deberíamos hacer algo parecido. Actualmente la normativa eclesiástica no permitiría imponer el bellísimo y sublime gregoriano en todas partes, cierto. Pero la misma normativa con el Magisterio en la mano nos daría margen amplio para catequizar más positiva y negativamente, o sea, denunciando la terrible pérdida y desacralización que supone el nuevo canto litúrgico de origen pop de los 60-80, o de origen más moderno sentimentalista al estilo de la Hna. Brenda y afines, cuyas cualidades artísticas están fuera de duda, pero que NO son canciones litúrgicas AL SERVICIO Y CULTO DE DIOS, sino ante todo para la emotividad del hombre. Este es el punto clave al que le deberíamos hincar más el diente. Una ayuda de más arriba (Magisterio) en este sentido no nos vendría nada mal.
Por eso termino respondiendo a una pregunta que tú mismo formulas en el artículo: Sí, Raúl, estamos sometiendo la liturgia de la Iglesia a las apetencias subjetivas del momento. Y en el pecado llevamos a penitencia.
Por eso, que la Hna. Brenda y afines, con todos mis respetos, que se queden para las procesiones, jornadas, rosarios, encuentros, etc. PERO para el culmen de la Sagrada Liturgia, es decir, la Santa Misa, sólo el GREGORIANO. No seamos más cómplices mudos de este DESAGUISADO, por usar un eufemismo.
___________________
RdT: creo que la religiosa cantante citada es la Hermana Glenda, no Brenda. Por lo demás, de acuerdo.
Si Ud. pretendiera "para el culmen de la Sagrada Liturgia, es decir, la Santa Misa, sólo el GREGORIANO", iría en contra de la disciplina litúrgica actual de la Iglesia. Cosa que, me figuro, no pretende.
Por supuesto que no pretendo ir en contra de la disciplina litúrgica de la Iglesia. ¡Dios me libre!
Sin embargo, todos sabemos que las disciplinas pueden cambiar. A veces incluso DEBEN cambiar. ECCLESIA SEMPER REFORMANDA IN CAPITE ET IN MEMBRIS (que no significa que la Iglesia siempre deber estar "aggiorándose" al mundo). La actual disciplina cambió la anterior. ¿Hemos ganado? A a luz de los resultados, ¿podemos honestamente decir la música actual en nuestras iglesias, OBJETIVAMENTE es mejor o igualmente decorosa para el culto divino?
¿Quién mejor que Ud. para saber que formalmente (subjetivamente) se puede esta actuando con le mejor intención del mundo y, en cambio, materialmente dejando mucho, muchísimo que desear?
¿No será nuestro deber esforzarnos por corregir esa situación?
Si nos callamos, va a pasar (bueno, ya ha pasado) con el canto gregoriano como con el latín. Más que sobradamente sabe Ud. que la Sacrosanctum Concilium NUNCA dijo que se desterrara el latín de la Liturgia de la Misa. Al contrario, pidió expresamente que se mantuviera y que, al mismo tiempo, se fomentaran las lenguas vernáculas. ¿Por qué, cómo terminó sin embargo su Santidad Pablo VI, con gran dolor de su corazón, reconociendo la terrible pérdida que suponía, normativizando la Misa sólo en lengua vernácula? Pues porque hubo grupos de presión que con no muy buenas artes fueron en contra de la disciplina del Concilio Vat. II. Si ahora nosotros -porque no soy el único- nos proponemos luchar -siempre con el debido respeto a la jerarquía, sin malas artes- por rectificar y enmendar la disciplina actual, por una más acorde con la tradición que emanó y mantuvo el Vat. II, ¿es eso una pretensión revolucionaria de rebelión contra la disciplina actual de la Iglesia? ¿No podría catalogarse como una corrección caritativa semejante a la que San Pablo le hizo a San Pedro? Quisiera creer, aunque con mis defectos, que estoy o intento estar en el segundo grupo.
Si Ud. pretendiera "para el culmen de la Sagrada Liturgia, es decir, la Santa Misa, sólo el GREGORIANO", iría en contra de la enseñanza del Concilio Vaticano II y de la posterior disciplina litúrgica actual de la Iglesia. Cosa que, ciertamente, no pretende.
Cuando uno entra en el templo, los sentidos son excitados al instante: primero el olor a incienso perfumado; luego el canto de fondo; luego la belleza artística del templo.
Es un aire místico que perdió el rito romano y que solamente puede encontrarse quizás en las abadías benedictinas tradicionales de Francia, por ejemplo.
Sin embargo el rito romano tiene algo que no tienen los ritos orientales: el silencio y el canto "angelical". Los orientales cantan continuamente y en tono grave, como un bajo continuo.
En fin, a quienes tengan la posibilidad, asistan a alguna liturgia oriental católica. Es una experiencia única.
Yo, estando en Londres, me pasé un día sábado por la catedral ortodoxa de san no-recuerdo-el-nombre que está en Candem. Eran víspras. En la iglesia había entonces cinco personas solamente: el cura, un cantor, dos abuelas que hablaban griego y yo, católico en comunión con Roma (aunque Roma no esté en comunión conmigo, cada vez lo tengo más claroooo).
Evidentemente las Vísperas se celebraron cantadas de principio a fin, entre el cura y el cantor, mientras las abuelas hacían no sé qué (fregar o arreglar algo para el Domingo, creo) y yo estaba con la boca abierta de asombro, por la belleza del griego (la lengua más bella que todos quieren hablar, según san Isidoro), de la música y por la esencia de la Liturgia: la gloria debida a Dios. ¿Por qué? Pues porque allí no había cinco personas, sino OCHO. Pero claro, las otras TRES son precisamente aquéllas de las que menos se preocupa la liturgia católica "re"formada, que es fundamentalmente asambleo-trópica, y de ahí todos los desvaríos.
Se trata de Dios presente, y de la gloria que le es debida a Él solo, y no tanto de los asistentes.
Ese día entendí lo que es la Liturgia. ¿Cómo no entenderlo?
Días como hoy.
En días como hoy es cuando en las parroquias con "coro" no hay coro, y cuando lo hay, lo que cantan está a más años luz de lo habitual de lo que se debe cantar.
La aludida disciplina litúrgica de la Iglesia ni quita ni pone al caso, porque lo cierto es que lo que se pasan por el arco del triunfo es siempre lo mismo: el PROPRIUM MISSAE. Es decir: la vertebración escriturística, catequética, orante y mistagógica de la Misa.
El problema es que tú no has entendido el elemento fundamental de los "re"formadores de los años sesenta: el Rito Romano ya no tiene nada "objetivo".
No entiendo cómo gente inteligente duda de la existencia de este principio fundamental de la "re"forma de los sesenta, expresado para siempre en estas indelebles palabras del cardenal Tarancón:
"centrarse sólo en el valor objetivo de los símbolos es peligroso"
(Card. Tarancón, "La Iglesia en el mundo actual", Ed. Hinneni, Salamanca, 1965).
Puede ser que el Novus Ordo tenga menos riqueza simbólica que el rito romano tradicional, del mismo modo que éste último es más sobrio y parco que los ritos orientales. Pero es que no se trata de organizar un campeonato de símbolos.
En general sigues confundiendo la ordenación litúrgica en sí con el modo empobrecido e incluso desviado de celebrarse que ha llegado a ser predominante en muchos momentos y lugares. Dado tu interés y conocimientos sobre el tema, cabría esperar un poco más de profundización. Te animo a ello. Aunque sigas prefiriendo el rito tradicional, que la cuestión no tiene nada que ver con esto.
El rito romano tradicional sin duda es un prodigio de verdad y belleza, pero no quiero ni imaginar cómo resultaría celebrado en los años 60 por los mismos que al parecer estaban absolutamente aburridos de él hasta el punto de que se lanzaron a deformar y desobedecer la liturgia reformada desde el primer momento. Desde luego, no creo que esas misas tradicionales fueran tan bellas y profundas como las que se celebran hoy, o como las que se ven en youtube.
Por último, lo que dijera el cardenal Tarancón en ese libro no tiene categoría de autoridad interpretativa sobre la ordenación litúrgica de la Iglesia universal. Otra cosa es que represente bien la inclinación ideológica de aquellos años (con el rito tradicional todavía en plena vigencia, no lo olvides), y que indique el caos que se estaba fraguando a la vuelta de la esquina. Pero en sí es intrascendente para hacer una valoración del ritual fruto de la reforma en sí.
Y con esto queda cerrada esta cuestión que al parecer, y por tu inasequibilidad al desaliento, ha de salir en todos los artículos.
¿Podría, por favor, decirme exactamente qué enseñanza magisterial del Vat. II, qué parágrafo en concreto, qué canon, qué palabras, qué documento papal posterior al Vat. II estoy impugnando? Damos por sentado que doctrina o enseñanza es distinto de su aplicación o disciplina posterior, ¿me equivoco? Porque sobre eso se sustenta mi última respuesta.
Agradecido de antemano.
Lo que trato de decir es que lo que propones es imposible. Lo que tú propones es trasplantar un elemento intrínsecamente integrante de un determinado rito, en este caso el CANTO GREGORIANO, a otro rito totalmente diferente, en este caso el Novus Ordo.
Veamos: el Rito Tradicional se consolida a la vez que nace el canto gregoriano, y éste pasa a ser un elemento intrínseco del otro.
La Sacrosanctum Concilium puede decir lo que quiera decir, porque lo que dice aplica, en todo caso, al Rito Tradicional y no al Novus Ordo, que todavía no había sido inventado.
Los intentos de trasplantar ese órgano, el canto gregoriano, a ese cuerpo que es el Novus Ordo han sido infructuosos por el mismo mecanismo por el que a veces los trasplantes médicos fallan: porque el organismo receptor lo rechaza. No cabe el gregoriano, si lo vemos cabalmente, dentro del Novus Ordo.
Prueba de ello es, por ejemplo, que los Ofertorios han sido eliminados.
La otra parte del gregoriano, no menos importante, que es el Oficio, tampoco cabe en la Liturgia de las Horas.
Empéñense todo lo que quieran, pero no es una determinada actitud pastoral lo que ha expulsado al gregoriano del Novus Ordo, es que ese tipo de música, ese conjunto magno de oraciones, ese rito, es totalmente ajeno al Novus Ordo. Y no digamos nada la incompatibilidad absoluta entre el Officium Divinum y la Liturgia de las horas.
Es absolutamente imposible esa compatibilidad, salvo como pieza de museo (las Misas gregorianas de Notre Dame) o como híbrido curioso (las Misas del Bromptom Oratory).
Y naturalmente que el gregoriano es intrínseco al Novus Ordo, por cuanto éste es la forma ordinaria del rito romano, del cual el gregoriano es el "canto propio". Y ello por afirmación de quien tiene la potestad para afirmarlo.
Otra cosa es que "intrínseco" no sea sinónimo de "uso exclusivo", como tampoco lo es en el rito tradicional, no nos engañemos. En cualquier archivo parroquial antiguo puedes encontrar fajos y fajos de partituras con introitos, graduales, ofertorios, comuniones, responsorios, salmos y antífonas compuestas para las más variopintas agrupaciones musicales: solistas, coros, con saxofones, con violines, con figles, con bombardinos, con flautas... Es decir, cuando pasaba algo parecido a lo que pasa ahora, y acabó llegando una solución con San Pío X, después de décadas y décadas en que el problema parecía no tener solución. Como ahora.
Tampoco significa nada el hecho de que la ubicación litúrgica de algunos de los cantos gregorianos haya cambiado en el Novus Ordo respecto al rito tradicional. No es ni mucho menos la primera vez que ocurre. En uno de los artículos anteriores hablaba de la antífona Ave Virgo Sanctissima, que después de gozar de una considerable frecuencia en su uso, desapareció completamente de los libros litúrgicos. También en el Oficio Divino se han dado a lo largo de los siglos diversas reformas, cambios en el orden de los salmos, modificaciones y supresiones en las lecturas, etc.
Claro está que, una vez asumida la autoridad de la ordenación litúrgica derivada de quien tiene la facultad de promulgarla, que es la Sede Apostólica, después la opinión y la sensibilidad de cada cual dará lugar a unas preferencias u otras. Pero esas afirmaciones categóricas que haces, como que el gregoriano del Oficio no cabe en la Liturgia de las Horas, y cosas similares no hay por dónde cogerlas.
¿No has estado nunca en un monasterio benedictino donde canten gregoriano? ¿No es gregoriano lo que cantan? ¿No son antífonas de comunión lo que cantan en la comunión? ¿No son introitos lo que cantan al llegar al altar? ¿No son ofertorios lo que cantan en el ofertorio, según la ordenación vigente del Ordo Cantus Missae? ¿No son himnos, antífonas y salmos con las entonaciones de toda la vida en los modos correspondientes lo que cantan en las horas? ¿A qué llamas entonces vinculación del canto gregoriano con la liturgia?
Esta rigidez analítica desproporcionada debilita tu propia reivindicación del rito tradicional, que por lo demás me parece estupenda.
Si me sigues acusando de lo mismo y de su contrario, es decir, a la vez de "excesiva rigidez analítica" y de "preferencias personales", te tendré que sacar a colación el famoso argumento de Chesterton a favor de la Iglesia (ver "Orthodoxia"): la Iglesia está en lo cierto, en tanto haya quien le acuse de ambos contrarios sobre el mismo aspecto.
Evidentemente vemos el asunto de forma diversa. Tú lo ves como una necesidad profesional. Es decir: hay que hacer lo mejor posible con lo que tenemos y preparar la Misa del próximo Domingo.
Pero claro, yo me cojo los textos y la cuestión toma otro cariz. Al Novus Ordo le pasa como al personaje Albert (trasunto del monstruo de Frankenstein) en la serie infantil de 1988 (apenas la recuerdo) "La tía de Frankenstein". Nadie duda de que Albert tiene ojos que ven, piernas que andan, manos que trabajan y un corazón que se enamora de Clara... sí... el problema es que Albert tiene en la cabeza una CREMALLERA que le cierra el cráneo. Pues con el Novus Ordo pasa lo mismo: tiene cosas, retazos de cadáveres, vive porque efectivamente consta de validez sacramental, pero allí, en su frente, tiene la maldita cremallera.
Pero no es ese el tema. Nunca es ese el tema. El tema es que tu trabajo y tus desvelos por el continuismo litúrgico son vanos y están condenados al más absoluto fracaso. Por dos razones:
RAZÓN 1: de una forma u otra todos los continuistas tendéis a afirmar que el problema no está en el Rito Moderno, sino en la propia Iglesia. Es decir: tenemos un desastre. Hasta aquí estamos de acuerdo. Yo creo que el desastre es cuestión de un libro. Vosotros creéis que el desastre es consecuencia de que la Iglesia toda, todos los obispos, todos los liturgistas, todos los rectores de seminarios, todos los párrocos, todas las delegaciones de pastoral litúrgica, todas las órdenes e institutos religiosos, todos los institutos de misión, todos y cada uno de los fieles (poco más o menos) llevan CINCO DÉCADAS equivocándose en la interpretación y aplicación del Novus Ordo.
La solución es atractiva, claro que sí, es la solución de los continuistas. Pero el problema es que ponéis en juego la inteligencia y la prudencia de muchos durante muchas décadas. Ponéis en juego la credibilidad humana de la Iglesia, porque echáis la culpa a todo el mundo menos a vosotros.
Yo creo que la praxis litúgica de la Iglesia en los setenta, en los ochenta y en los noventa y en los dos mil no es otra cosa que una aplicación correctísima del Novus Ordo. El Novus Ordo es eso: lo que vemos de él.
RAZÓN SEGUNDA: el gregoriano sólo es compatible con la Liturgia moderna de modo museístico. Es decir: la compatibilidad del gregoriano con el Nuevo Rito es como la de la momia de Ramsés II con la urna de cristal en la que está metida (dicho sea de paso, acto impío donde los haya, porque hasta Ramsés II merece un sepulcro y sus despojos descanso y de su alma sólo Dio sabe). Sois museísticos.
Te voy a poner un ejemplo muy claro: la incompatibilidad absoluta entre el Oficio de Lecturas y el Oficio de Tinieblas del Primer Domingo de Adviento.
En el primer nocturno:
Ant 1: Véniet ecce Rex * excélsus cum potestáte magna ad salvandas gentes, allelúia.
Ant 2: Confortate * manus dissolutas: confortamini dícite: Ecce Deus noster véniet, et salvábit nos, allelúia.
Ant 3: Gaudéte omnes * et lætámini: ecce quia véniet Dóminus ultionis addúcet retributiónem: ipse véniet, et salvábit nos.
Ant 4: Gaude et lætáre, * fília Ierúsalem: ecce Rex tuus véniet tibi: Sion, noli timére, quia cito véniet salud tua.
Ant 5: Rex noster * adveniet Christus, quem Ioánnes prædicávit Agnum esse venturum.
Ant 7: Ecce vénio * cito et merces mea mecum est, dicit Dóminus: dare unicuíque secúndum ópera sua.
Ant 8: Gábriel Ángelus * locútus est Maríæ, dicens: Ave, grátia plena: Dóminus tecum: benedícta tu inter mulíeres.
Ant 9: María dixit: * Putas qualis est ista salutatio, quia conturbáta est ánima mea, et quia paritura sum Regem, qui claustrum virginitátis meæ non violabit.
Ant 10: In advéntu * summi Régis mundentur corda hóminum, ut digne ambulémus in occúrsum illíus: quia ecce véniet et non tardabit.
Respon 1: Aspíciens a longe, ecce video Dei poténtiam veniéntem...
Respon 2: Missus est Gabriel Angelus
Respon 3: Ecce dies veniunt
Oficio de Lecturas "re"formado:
Antífona 1: Mirad, viene ya el Rey excelso, con gran poder, para salvar a todos los pueblos. Aleluya.
Antífona 2: Alégrate y goza, hija de Jerusalén: mira a tu Rey que viene; no temas, Sión, tu salvación está cerca.
Antífona 3: Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará.
Responsorio 1: Levantaos, purificaos
Responsorio 2: Mirando a lo lejos
La aplicación del canto gregoriano del I de Adviento al Oficio de Lecturas es bastante problemática, como podemos ver. Sólo 1/3 responsorios coinciden y sólo 2/10 antífonas. Se ha eliminado 7 salmos. El himno es "ad libitum".
Yo no veo cómo se apañan en los "monasterios benedictinos" que tú mencionas, salvo creando un monstruo de Frankenstein litúrgico.
Y, por supuesto, la unidad indisoluble Oficio-Misa también está quebrada.
En fin: no hay lugar para el gregoriano salvo en función museística.
1. "Rigidez analítica" y "preferencias personales" no son contrarios. Más bien la primera se deriva de las segundas.
2. No "todos " llevan equivocándose 50 años. La mayoría sí, porque siempre es así. Como durante 150 años todos hacían música operística italiana, hasta el motu proprio de 1903. Efectivamente, "todos estaban equivocados". Como con las mayorías arrianas, o el jansenismo en ciertos momentos, etc. Nada nuevo bajo el sol. La verdad no se decide por votación. Y el error se extiende como el fuego.
3. El problema es que tú crees que "el gregoriano" es lo que sale en el Liber Usualis, y que el Liber Usualis ya estaba poco menos que en el Arca de Noé. Cuando la realidad es que también el Liber Usualis está lleno de "cremalleras", dado que la evolución litúrgica siempre ha sido así: esto se añade, esto se quita, etc. Que el número de cambios del Novus Ordo sea cuantitivamente superior a reformas litúrgicas de los últimos 500 años no añade gran cosa en lo cualitativo. La organicidad del desarrollo no reside en el número de antífonas que cambian de sitio, sino en el órgano que promulga esas reformas, cuya autoridad se mantiene a través de los siglos y es el único garante verdadero de la organicidad.
4. La comparación que pones va en la misma línea. ¿Por qué la ordenación litúrgica de himnos, salmos y antífonas que emana de las reformas de San Pío X o de Pío XII no tiene cremalleras, y sí las tiene la de Pablo VI? Desde cuando el lugar natural de una antífona es el del Liber Usualis, cuando perfectamente pudo antes no existir o existir en otro lugar?
Bueno, son cosas que hemos repetido muchas veces ya. Es suficiente para este artículo.
______________
RdT: No es necesario citar nombres propios. Basta saber que es fielmente representativo de lo que se hizo en aquellos años, exceptuando Lucien Deiss y muy poquito más.
Como curiosidad, en marzo de este mismo año, apareció un artículo en inglés, que muestra un renacimiento de la música gregoriana en los Estados Unidos. Yo no sé inglés y tengo que fiarme de las traducciones automáticas. Pero el que quiera más información, puede poner en su buscador la frase "The Renaissance of the Mass Propers" y podrá acceder al artículo. Al parecer, una mejor traducción al inglés de los textos del Misal Romano, y la publicación en este Misal de 2010, de la Instrucción del Misal, habría sido el pistoletazo de salida, de algo que nos negamos a creer que sea una simple moda: del retorno del canto gregoriano a la liturgia.
En todo caso, el Yesterday de los Beatles, o se canta en inglés, o requiere una traducción que más bien sea una adaptación que una traducción literal del texto. Si no, el cantante se expone al ridículo de tener que decir en español, lo que en inglés tal vez no suene tan mal como en nuestro idioma. En otras composiciones, puede suceder y sucede lo mismo, si se las traduce literalmente.
______________________
RdT: Eduardo, creo que Tulkas no se refería a las traducciones sino a que, efectivamente, las antífonas y salmos de los maitines del rito tradicional son distintas de las del Oficio de Lectura en el Novus Ordo.
Pero, como le dije a Tulkas, no sigamos por ahí. Es un poco pesado que la zona de comentarios se centre en este tema con tanta frecuencia.
Este blog en general no trata sobre los problemas musicales del rito tradicional -que gracias a Dios los tiene pocos- ni tampoco de su comparación/oposición con el nuevo, sino a lo mucho que en cuanto a música debe corregirse y mejorarse en la celebración de este último.
Este es el quid de la cuestión. Afirmar que el contexto de la celebración litúrgica es irrelevante, y que hay que centrarse en el misterio eucarístico, es desconocer la naturaleza humana.
para poner el alma en presencia de Dios, hace falta hacer un aparte, una separación con el mundo cotidiano (pues el camino del cristiano es no ser del mundo, aunque se esté en el mundo).
Decir que todo aquello que rodea a la eucaristía (incluyendo la música) no tiene verdadera importancia (aduciendo falsamente que la "simplificación"- o más bien el descuido y cutrez- son más "cristianas") es tanto como decir que da igual estudiar en un entorno silencioso y bien iluminado que en una discoteca. Los cristianos somos seres humanos, no ángeles. Necesitamos que el ambiente litúrgico nos impulse a elevar nuestra alma a Dios durante las celebraciones sacramentales.
Celebrar con reverencia y adecuada disposición interior la Santa Misa también ayuda a salvar el alma. Estas cosas no son accesorias, son muy importantes.
Saludos cordiales.
Hay otros elementos, como las nuevas plegarias eucarísticas, que sí merecen otro juicio, puesto que están expresamente aprobadas por la Iglesia, y cualquier católico debe aceptarlas no a regañadientes, sino como algo igual de sagrado que los elementos de la liturgia tradicional.
Esto no quita que la propia sensibilidad pueda encontrar mayor o menor dificultad para ello. Yo, por ejemplo, compartía el proyecto de Benedicto XVI que se llamó "la reforma de la reforma", en la línea de fomentar un mutuo enriquecimiento entre la forma ordinaria y la extraordinaria del rito romano. Por lo que se ve, encontró fortísima oposición, así que habrá que seguir esperando.
Y el gregoriano no es que tenga todavía sitio en el Novus Ordo, sino que tiene el mismo sitio que en la liturgia tradicional. Simplemente ha ocurrido que se ha aumentado el número y variedad en las lecturas de la Misa siguiendo el expreso mandato del Vaticano II (y esto a mí personalmente sí me parece un gran enriquecimiento), y ello ha exigido una reordenación de los cantos que están más directamente relacionados con la lecturas, principalmente los graduales y las antífonas de comunión.
Finalmente, tal y como he dicho repetidas veces, pido a los comentaristas no caer en la desacreditación patente o latente del Novus Ordo por comparación con la liturgia tradicional. Existen opiniones fundamentadamente críticas con elementos concretos de ambas formas, tanto de la tradicional como de la nueva, y el tema suele acabar embarrancando en callejones sin salida bastante insalubres espiritual y teológicamente.
Hoy, a diferencia de hace varias décadas, hasta el pueblo pequeño puede acceder a una cantidad brutal de información. Y entre la información a la que puede acceder, está a centenares de libros partituras... y a gente que les puede guiar en el proceso de mejorar la música en la liturgia. Siempre habrá lugares donde será imposible mejorar la música de la Liturgia. Pero en otros, salvo que quieran conservar la música inadecuada para reducir tiempo en el purgatorio, a poco que la gente tenga capacidad para hacer una música medianamente decente, quedará como el mal sueño de medio siglo.
_____________________
RdT: No hay obligación de imponer el gregoriano indiscriminadamente y a rajatabla: ni es lo que está mandado, ni sería prudente. Pero sí creo que hay que desactivar ese subjetivismo extremo al que te refieres, y mostrar la importancia de aceptar los signos y lenguajes objetivos a través de los cuales se da el encuentro con Dios en la Iglesia. Pero no para excluir otras experiencias más personales, sino para que estas mismas puedan fundamentarse sobre base firme. Y ahí es donde entra la necesidad de desactivar ese rechazo tan absoluto e incluso visceral que algunas personas sienten hacia el gregoriano y otros elementos de la tradición objetiva de la Iglesia.
_________________
RdT: De acuerdo en parte pero creo que, como de costumbre, te pasas de frenada.
En todo caso, volvía a estar en el área de discusión que deseo omitir en los comentarios.
_____________________
RdT: Los comentarios de alguna manera forman parte del artículo, y como bien dices, corresponde al blogger administrarlos. Ya se ha dicho varias veces que la calidad de los comentaristas es uno de los puntos fuertes de Infocatólica, y que una buena parte de ello se debe precisamente a la moderación de los comentarios. Ésta permite por una parte cerrar el paso a la morralla que sobreabunda en los foros de opinión de internet, y por otra evitar que las líneas de debate acaben desviándose del contenido de cada artículo.
Lo que decías en este comentario volvía a desviar una vez más la discusión hacia el tema habitual en tus comentarios, que está relacionado con el blog sólo de modo muy tangencial.
Pero hay como dos tipos de comentaristas: los buenos y aquéllos a los que les duele la Iglesia.
Tienes razón: yo no soy de los del primer categoría.
Porque tengo la intuición de que los que están contra el gregoriano, no están precisamente a favor de la polifonía al modo de Palestrina. Ni siquiera están a favor de la música litúrgica al modo italianizante, que tanto recordaba a la ópera.
Como punto a favor, he de decir que esos temas "superñoños", no remiten a otras realidades mundanas, pues nada tienen que ver ni con Simon & Garfunkel, si con Dylan, ni con una Misa Campesina de Godoy. Pero salvo que sirvan como descuento de tiempo de permanencia en el purgatorio, no veo motivo para que sean usadas en la liturgia. Si la razón es motivar a que los niños asistan a la misa, pues alguien debería pensar en hacer algo para el "periodo de transición" que va desde la niñez a la edad adulta, suponiendo que no se quiera hacer nada por los miembros de la edad adulta. Porque el que tenga hijos, sabrá que los Teletubies, a partir de cierta edad, no despiertan su interés. Y que dibujos que veían antes con pasión, pasados unos años le son indiferentes.
A mí no mr "gusta" el gregoriano, y Palestrina me aburre. Donde esté Messiaen que se quite Beethoven y donde esté Bruckner que se quite Bellini.
Es cuestión de que llevamos una temporada ya larga durante la cual desde los púlpitos (con perdón) se nos ha inculcado que:
- el latín es malo
- es gregoriano es malo
- rezar en Misa es malo
Es decir: autodemolición desde la cabeza.
_____________________
RdT: Estas tres últimas afirmaciones, tan radicales y tan simples-simplificadoras, no sé si son un mero recurso retórico por tu parte para dar más fuerza a tu pensamiento, o si realmente te las crees así. Las dos primeras son incorrectas, o cuando menos están muy lejos de la verdad precisa. Pero la tercera es un absoluto disparate. Lo que se pide, y se pedía desde antes del Vaticano II es que la oración durante la Misa no sea paralela a ella, sino que se integre en la misma. Lo que se pide es que la oración de los participantes en una celebración sea animada y dirigida por la propia liturgia, y que no se dé un divorcio entre el aspecto ascendente y el descendente de la liturgia. Y sin duda, la oración litúrgica durante las celebraciones, es mejor, más rica, más profunda, más conforme con la voluntad de Dios y con la tradición de la Iglesia que las prácticas piadosas que haciendo de la necesidad virtud pudieron ser frecuentes durante un determinado lapso de tiempo.
Tu segundo comentario directamente lo he borrado. No sé si habrá algún porcentaje de verdad o aproximación a la verdad en el hecho que relatabas, pero ese tono despectivo hacia personas concretas, falto de caridad y repleto de orgullo intelectual que ni por asomo trata aunque sea un poco de "salvar la proposición del prójimo", no es aceptable en este blog.
Ya sé que con seudónimo es fácil soltar cualquier enormidad, pero yo me encargaré de ahorrárselas a los lectores.
Ni me las creo ni me las dejo de creer. Las he visto, comentadas desde el púlpito, repetidas, reafirmadas en privado. Son un hecho, no una opinión.
Refuerzan mi posición? Efectivamente. Lo que no la reforzaría es que sucediese lo contrario: que se afirmase en las homilías y en privado q el gregoriano es "musica santa", el latín "la lengua catòlica" y recomendar el uso de misales. Pero eso ni lo vemos ni lo veremos.
Después defiendes un principio general y verdadero: la Liturgia es siempre superior a la piedad personal y a las devociones. Pero siendo así, aplícalo al ejemplo que te puse y que me has borrado. El Oficio será siempre superior a las devociones aleatorias ("de devociones a bobas nos libre Dios" como decía St. Teresa) y facilitar la participación del pueblo en el mismo será signo de prudencia pastoral y mérito. Lo contrario, será lo contrario.
Finalmente, el formato de los foros es anónimo por necesidad, use yo pseudónimo o use yo mi DNI, en tanto que no soy personaje público en el ambiente eclesiastico. Pero eso ni quita ni pone. Veritas in re, est res ipsa.
__________________
RdT: El problema no es el anonimato, sino las enormidades, y el que éstas se deslicen más fácilmente desde el primero.
Día 7 de diciembre de 2006 en la catedral de Santiago de Compostela. Más de cuarenta músicos en la catedral de Santiago de Compostela. El objetivo: Vísperas de la Virgen, Monteverdi.
Contexto? Un concierto!
No fue una celebración, fue un con concierto!
Podrían haber sido unas verdaderas vísperas. Sí!
Lo fueron? No, fue un concierto, un concierto!
Reforma de la reforma? Vía pulchritudinis?
Ja, ja....
Y así innumerables.
Vísperas en la catdral, lo que se dice vísperas... ni se las esperaba ni las hubo.
_________________
RdT: Ya sabes por qué he borrado el principio.
19.La Razón más alta de la dignidad humana,consiste en la vocación del hombre a su unión con Dios.
Apostolicam actuasitatem. 4. La fecundidad del apostolado seglar depende de su unión vital con Cristo.Del prólogo de la Biografía de San Juan de la Cruz.
San Juan de la Cruz, es tan del siglo venidero,que se las sabia todas, como estar presente y ayudando a morir, al que está agonizando.Denunciando uno de los fallos de los humanismos en boga,secularizante, y desacralizado, dijo muy bien el profesor Muñoz Alonso que "estamos ahorcando a Dios en las cuerdas de nuestros silogismos".San Juan de la cruz fue más lejos , y por eso se acerca más que eso a la crisis que nos toca presenciar. Cuando la osadía de la razón la pone en rivalidad con la Fe, y con los organos de defensa y transmisión de está,lo que hace es ahorcar en las cuerdas de sus propios sofismas al humanismo que diviniza. Ahora bien, si el silogismo parte de alguna verdad, y lo inspiran nobles intenciones,aunque resulte erróneo y equivocado, el sofisma es un atentado a la misma razón es un atentado a la misma razón y moral..........
San Juan de la Cruz repitiendo uno de,uno de los postulados fundamentales de todo su sistema, enjuiciaría así esta sofística del humanismo acual."Que está es la bajeza de de nuestra condición de vida; que como nosotros estamos,pensamos-podría dhaber dicho queremos-que estén los otros, y como somos juzgamos a los demás, saliendo el juicio y comenzando de nosotros mismos y no de afuera...Pero, a la verdad que todo bien del hombre- entre otros la objetividad, que nos une,define, relaciona y destina-venga de Dios, y el hombre de suyo ninguna cosa pueda buena, con verdad se dice que nuestro levantamiento es levantamiento de Dios"Ll4,8),Si tanta y tan pretenciosa literatura, y acción renovadoras de hoy, fuesen menos subjetivas, más humildes,respetuosas y caritativas en un encuentro común en la verdad,de seguro no se verían forzadas , a autoconfesar su debilidadd.... teniendo que recurrir a la táctica de bombandear previamente,con una repetición de slogans y de piezas prefabricadas, a la historia, al patrimonio intelectual y espiritual de siglos, al magisterio ordinario y extrordinario de la Iglesia, a instituciones y personas, con tal de abrirse paso en exclusiva."Es SJC Sabiduria de los santos saber los misterios y verdades con la sencillez, que los propone la Iglesia" Por eso mismo los Santos,que razonaron de esa base, y que además describieron sus experiencias de esos , mismos misterios y verdades,ostetan una de las más auténticas y autorizadas formas del carisma y profetismo, válidos para ayer, hoy y para el mañana.Estimado Raúl, y Padre, la sacralidad, y lo que usted comenta,su conocimiento sobre música sagrada, esta conforme con la Verdad, no con la bajesa mía, y claramente de los que se creen que están en el tercer cielo.Mi comentario anterior lo quise ilustrar, más claramente, de la Unión con el Señor,con la VERDAD,surge el cuerpo místico, la verdadera comunidad, en la Parroquia,estoy más cerca que nunca si es serio, con las personas que me rodean, con el cielo,con ustedes.Y Usted,siguiendo al magisterio, no lo quiero adular, tiene esa sabiduria que cita san Juan de la Cruz.A Cristo pór Maria y con el Papa.Todo los demás es cascara, que le hace muchisimo daño a la Iglesia y la Humanidad, es claro que la decadencia del mundo, se debe, al diagnóstico de benedicto XVI,Homilia al clero de Roma, caos.ya renunciante, leer la homilia del cardenal burke.Lo felicito y vuelvo a alentar, lo acompaña en esa linea EL SEÑOR,yo tengo que agachar la cabeza, y leer todas sus consideraciones, y la de muchos participantes,Ojo !! agachar la cabeza dando gracias a Dios por que Usted,el padre existen.A Cristo por Maria y con el Papa.
__________________
RdT: Muchas gracias por la parte que me toca. Eso sí, le ruego que no escriba tan seguido, resulta muy confuso e incómodo de leer. Introduzca por favor más puntos, puntos y aparte, incluso separaciones de párrafos, etc. Todos se lo agradeceremos.
A Cristo por Maria y con el papa.No le recomiendo a nadie alejarse de Dios y su Iglesia, la conversión, deja muchos defectos del hombre anterior.
Desearía que D. José María Iraburu, ya que se dio el tiempo de acotar mi comentario, se diese también el tiempo (él u otra persona de buena voluntad) de aclararme dicha acotación.
En resumidas cuentas me decía que dejar ("imponer") SÓLO el gregoriano para el culmen de la Liturgia (la Sta. Misa), iría contra el Magisterio Conciliar del Vat. II y las normas disciplinares actuales. No sólo contra las "normas" (tema sobre el cual habría mucho, muchísimo que conversar, pues la norma reina que impera es la de que "por razones pastorales. . . "; y por ahí se cuela literalmente de todo), sino contra las enseñanzas magisteriales de la Iglesia. He preguntado cuáles, pero no he recibido respuesta.
Me parece un tema muy importante el de las actitudes que se tomen frente a los problemas. Hemos de intentar ser coherentes en todo. Siquiera intentarlo. Y creo que hay algo de contradictorio entre el apoyo que D. José María Iraburu le da a tu artículo en el primer comentario y la objeción que plantea al mío con el que tú mismo estabas de acuerdo.
No sé si yo he entendido mal, me he expresado mal o D. José María no me ha entendido. Ya no lo sé. Así que te agradecería que tú, si puedes, el mismo D. José María u otra alma buena, por favor, me aclarara los términos. Si no, me voy a quedar con la impresión de un comentario subjetivista, viniendo de quien viene. No me escandaliza, puesto que nadie está libre de caer en eso.
_________________
RdT: yo creo que la cuestión reside simplemente en no confundir la primacía debida al canto gregoriano en el rito romano con su exclusividad. Y esta no es una cuestión que tenga que ver exclusivamente con el magisterio postconciliar. Los papas anteriores que han hablado de ello (Benedicto XIV, Pío X, Pío XI, Pío XII) nunca pidieron la exclusividad del gregoriano, sino que reclamaron enérgicamente para él la preferencia, y lo pusieron como modelo supremo de música sacra, en el cual toda nueva composición litúrgica debía inspirarse. Esta enseñanza está en el Motu Proprio Tra le sollecitudini (1903), en la Sacrosanctum Concilium del Vaticano II (1963) y en el Quirógrafo de Juan Pablo II (2003), por poner sólo unos ejemplos.
El desastre músico-litúrgico actual debe ser denunciado y combatido. Yo estoy completamente de acuerdo con usted en la necesidad de no dar por definitivas determinadas normas prácticas de rango inferior, obviamente deudoras de prejuicios y errores coyunturales, y trabajar por su modificación. La cuestión es no desviar el sentido exacto de los esfuerzos para que no se vuelvan baldíos. El caso concreto era el del canto gregoriano: un hipotético empeño en pedir su obligatoriedad concitaría una cómoda refutación por parte de los adversarios del gregoriano y de la buena música litúrgica en general. Dirían: no, no, eso nunca lo ha pedido la Iglesia: por lo tanto, sigamos con la pachanga y la inanidad musical.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.