Hombre se convierte sin esperar a que termine el verano
(ECOS de la CAVERNA) Como bien saben los madrileños, en julio y agosto la capital del Reino parece una ciudad fantasma y las parroquias están más vacías que el bolsillo de un pensionista a fin de mes. Las actividades parroquiales terminan con el curso escolar, las misas se reducen al mínimo y muchas iglesias permanecen cerradas durante todo o casi todo el día. Como decía un Padre de la Iglesia, el cielo puede esperar a septiembre.
Un ciudadano madrileño, sin embargo, parece haber escogido precisamente esta época del año para volver a la Iglesia, que había abandonado en su adolescencia.
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