(Agencias/InfoCatólica) El Mensaje papal para la Cuaresma 2011 tiene como lema “Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado”, y fue presentado ayer en el Vaticano por el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio “Cor Unum”, el organismo de la Santa Sede que se encarga de distribuir la caridad del Papa.
En su mensaje, el Obispo de Roma señala que el bautismo “no es un rito del pasado” sino el encuentro con Cristo y que impulsa a liberar del corazón del hombre el peso de las cosas materiales, “de un vínculo egoísta con la tierra, que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo”.
El Santo Padre explica que mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir “de modo cada vez más radical el amor de Cristo”.
“El ayuno adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor. Soportando la privación de alguna cosa -y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro yo, para descubrir a alguien a nuestro lado”, subrayó en su mensaje.
Idolatría de los bienes
Benedicto XVI señala asimismo que en su camino el hombre también se encuentra ante la tentación “del tener y de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte. Por esto, la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir”.
El Obispo de Roma añade que la idolatría de los bienes “no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida”. Benedicto XVI subraya que la práctica de la limosna recuerda al hombre el primado de Dios y la atención hacia los demás.
Lucha contra los dominadores de este mundo tenebroso
Sobre la oración, destaca su importancia en la Cuaresma, ya que con la misma el hombre encuentra el tiempo para Dios, “para entrar en íntima comunión con el que nadie podrá quitarnos, el que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna”. La Cuaresma, precisa el Papa en el mensaje, es un tiempo litúrgico “muy valioso e importante”, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad del hombre para acoger la gracia que libera del pecado.
El Papa recuerda que este tiempo litúrgico “es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha contra los dominadores de este mundo tenebroso, en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor”. Benedicto XVI aseura que de esa lucha Cristo sale victorioso, “para abrir el corazón de los hombres a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal”.
Invitación a la conversión
El Pontífice concluye su mensaje señalando que la Cuaresma es el tiempo que invita al hombre a una conversión profunda de su vida, a liberarse de egoísmo y a superar el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo.
Finalmente el Santo Padre encomienda este tiempo de conversión a “la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna”.
El Mensaje papal es la antesala de las actividades del Pontífice durante la Cuaresma. El 9 de marzo se trasladará a la basílica romana de Santa Sabina para presidir los ritos del Miércoles de Ceniza, que abren el tiempo de Cuaresma. El domingo 13 de marzo se retirará durante una semana de ejercicios espirituales en el Vaticano, que concluirán el sábado 20 de marzo. Durante esa semana todas las actividades públicas de Benedicto XVI quedarán suspendidas, entre ellas la audiencia general de los miércoles.