(Gaudium Press) Las graves protestas registradas en Nueva Delhi contra la Ley de Enmienda de la Ciudadanía durante una semana y que dejaron al menos 53 muertes como saldo tienen un motivo de profunda gravedad: la posibilidad de emplear la legislación como un arma de discriminación extrema que podría eliminar la presencia de las comunidades religiosas minoritarias en el país. Según un análisis publicado por la revista católica española Alfa & Omega, los mecanismos legales podrían contribuir notablemente a crear una nación completamente hindú en sólo 5 años.
El primer paso en la pérdida de los derechos civiles sería la implementación del Registro Nacional de Población, en el cual los funcionarios tienen la capacidad de declarar a cualquier persona como «ciudadano dudoso» por cualquier excusa burocrática en el registro. Quienes reciban esta clasificación deberán comprobar su ciudadanía no sólo con los documentos oficiales usuales, sino con pruebas de su fecha y lugar de nacimiento o propiedad de terrenos. Si el ciudadano no puede presentar estas pruebas es declarado «inmigrante ilegal». Una parte notable de la población de India no podría comprobar su nacionalidad de esta forma en medio de altas tasas de analfabetismo y una obligación de registro civil desde apenas 1970.
Como la normativa afectaría a una gran parte de la población, mayoritariamente hindú, la ley prevé la excepción para hindúes y los miembros de otras 5 religiones, dejando fuera de manera notoria a los musulmanes, lo que motivó las graves protestas. Aunque los cristianos no son afectados directamente en este momento, los creyentes saben que también están en la mira de los grupos extremistas que presionan este tipo de leyes. «Su objetivo es hacer de la India un país hindú para 2025, el centenario del Rashtriya Swayamsevak Sangh, una organización de inspiración sionista, fascista y nazi», comentó a Alfa & Omega el P. Denzil Fernandes, director ejecutivo del Instituto Social Indio.
Para los extremistas, la presencia de cristianos u otros no hindúes es sólo aceptable si se les declara «sin derechos de ciudadanía o como ciudadanos de segunda clase», explicó el sacerdote. «Es probable que los cristianos sean los siguientes en el punto de mira». El presbítero indicó que con una presencia que representa tan solo el 2.3% de la población, «los cristianos no somos capaces de cambiar la tendencia», pero reafirmó el trabajo de las comunidades cristianas en la promoción de la armonía social y la convivencia pacífica.
Con información de Alfa & Omega.
