(CNA/InfoCatólica) El cardenal Wuerl envió la denuncia que recibió sobre el ex-cardenal McCarrick al nuncio apostólico en Washington, DC, según confirmó ayer la diócesis de Pittsburgh.
Un portavoz de la archidiócesis de Washington, de la que Wuerl es administrador apostólico, confirmó a CNA que se presentó una denuncia contra McCarrick a Wuerl mientras era obispo de Pittsburgh, como parte de una queja presentada por el sacerdote Robert Ciolek, hoy secularizado.
En una declaración, la diócesis de Pittsburgh dijo el 10 de enero que el sacerdote secularizado Robert Ciolek apareció en noviembre de 2004 ante su junta de revisión diocesana para discutir una denuncia de abuso que el propio Ciolek había cometido contra un sacerdote de Pittsburgh.
Durante esa reunión, «el sr. Ciolek también habló de su abuso por el entonces cardenal Theodore McCarrick. Esta fue la primera vez que la diócesis de Pittsburgh se enteró de esta acusación. Unos días después, el entonces obispo Donald Wuerl envió un informe de la denuncia al Nuncio Apostólico en los Estados Unidos».
La revelación es la primera confirmación por autoridades eclesiales de que Wuerl estaba al tanto de las acusaciones contra McCarrick antes de que la archidiócesis de Nueva York anunciara en junio de 2018 una acusación creíble de abuso sexual de un menor contra McCarrick.
Ed McFadden, portavoz de la Archidiócesis de Washington, ha explicado a CNA que en 2004 Ciolek «pidió que su queja contra McCarrick se remitiera al nuncio. Y se envió. En ese momento, Ciolek solicitó una completa confidencialidad, y que su nombre nunca se mencionara».
La declaración de la Diócesis de Pittsburgh confirmó que Ciolek originalmente había insistido en la confidencialidad, pero también que recientemente había autorizado a la diócesis a hablar sobre el tema:
«El Sr. Ciolek solicitó que la acusación sobre el entonces cardenal McCarrick se compartiera solo con los eclesiásticos, es decir, con las autoridades de la Iglesia. En noviembre de 2018, el Sr. Ciolek autorizó a la diócesis de Pittsburgh a responder a las preguntas de la prensa sobre este asunto».
Ciolek llegó a un acuerdo de conciliación con tres diócesis de Nueva Jersey en 2005. En virtud del mismo Ciolek recibió unos 80.000 dólares como compensación por los daños relacionados con los abusos tanto de McCarrick como de un maestro de una escuela católica.
La diócesis de Pittsburgh dijo que no supo del acuerdo hasta julio de 2018. De manera similar, la archidiócesis de Washington dijo que Wuerl desconocía el acuerdo de 2005 hasta este momento.
Ni la diócesis de Pittsburgh ni McFadden ofrecieron detalles sobre las acusaciones específicas hechas contra McCarrick, pero McFadden dijo que se referían al comportamiento de McCarrick en su casa en la playa de Nueva Jersey, donde se alega que el arzobispo compartió camas con los seminaristas y mantuvo relaciones sexuales con ellos.
Precisamente el cardenal Wuerl es mencionado en la carta que Mons. Carlo Viganò, hizo pública y en la que asegura que el papa Francisco conocía la inmoralidad del ex-cardenal McCarrick:
.... Obviamente, el primero en ser informado sobre las medidas impuestas por el Papa Benedicto a McCarrick fue su sucesor en la sede de Washington, el cardenal Donald Wuerl, cuya situación ahora está totalmente comprometida por las recientes revelaciones sobre su comportamiento cuando era obispo de Pittsburgh.
Es del todo impensable que el Nuncio Sambi que, como romañolo, era una persona muy responsable, leal, directa y explícita en su modo de ser, no le hubiera hablado del caso. En cualquier caso, yo mismo abordé en más de un ocasión este tema con el cardenal Wuerl, y no tuve necesidad de entrar en detalles porque tuve claro que estaba totalmente al corriente del caso. Recuerdo, sobre todo, el hecho que tuve que llamar su atención porque me di cuenta que, en la contraportada a color de una publicación de la archidiócesis, se anunciaba una invitación a un encuentro con el cardenal McCarrick dirigida a jóvenes que creían tener vocación al sacerdocio. Telefoneé inmediatamente al cardenal Wuerl, que me manifestó su asombro, diciéndome que no sabía nada de ese anuncio y que se ocuparía de anular dicho encuentro. Si como sigue afirmando ahora no sabía nada de los abusos cometidos por McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto, ¿cómo explica su respuesta?
Y:
No satisfecho con la trampa que me había tendido el 23 de junio de 2013 al preguntarme sobre McCarrick, unos meses después, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda, esta vez respecto a otro protegido suyo, el cardenal Donald Wuerl. Me preguntó: “¿El cardenal Wuerl cómo es, bueno o malo?”. “Santo Padre –le respondí–, no le diré si es bueno o malo, pero le contaré dos hechos”. Y le conté los dos hechos que he mencionado anteriormente, relacionados con la indiferencia pastoral de Wuerl ante las desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown, y la invitación que hizo la archidiócesis de Washington a jóvenes aspirantes al sacerdocio a un encuentro con McCarrick. También en esta ocasión el Papa no tuvo ninguna reacción.