(Agencias/El Mundo) En una entrevista con medios holandeses, el Dalai Lama ha afirmado que los testimonios e historias que cuatro víctimas holandesas y belgas le hicieron llegar el pasado viernes en un encuentro sin precedentes en Rotterdam «no son nuevos» para él, porque «ya sabía todas estas cosas» desde hace varias décadas.
Además, especificó que estaba al tanto de las acusaciones contra Sogyal Rimpoché, uno de los maestros budistas más conocidos y polémicos, acusado desde 1992 de todo tipo de abusos a sus alumnos en diferentes centros de retiro en Europa, especialmente en el sur de Francia, país que le está investigando por esta cuestión.
El líder espiritual tibetano ha reiterado que la «autodisciplina es importante» para los maestros y que las víctimas de estas vejaciones «deben hacer públicas» sus historias, señalando la identidad de su agresor, para que así «los maestros estén preocupados por si son humillados» en público.
Sin embargo, cuando cuatro víctimas le hicieron saber al dalái lama en persona su historia en un encuentro el pasado viernes en Rotterdam «no parecía ser consciente de la gravedad de lo ocurrido y ponía cara de sorpresa en todo momento. Las cuatro víctimas dieron detalles de lo que les pasó y, aunque se mostró a la defensiva al principio, luego prometió tomar cartas en el asunto», explica a El Mundo el holandés Rob Hogendoorn, que investigó los abusos en los últimos años. Para una de las víctimas, Oane Bijlsma, el líder «parece que vive ajeno a lo que ocurre a su alrededor», mientras los profesores «violan a sus seguidores, se rodean de lujos aprovechando su posición de monjes respetables y abusan de personas que solo van buscando respuestas a preguntas existenciales», como le ocurrió a ella.
Los otros casos se habían ocultado durante décadas, pero después de los escándalos en la Iglesia Católica muchas víctimas de budistas empezaron a sacar a la luz su sufrimiento, en Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda o Estados Unidos, entre otros. En Holanda incluso crearon el #MeTooGuru que les logró la reunión sin precedentes del viernes. Un alumno de un centro en la aldea holandesa de Makkinga, en la provincia de Frisia, denunció «lavados de cerebro, amenazas, recolección de riquezas, y relaciones sexuales con mujeres y con niñas menores de edad»