(InfoCatólica) Claudio Risè, psicoterapeuta italiano, sociólogo, académico en la Universidad de Milano, investigador, escritor y ensayista, ha publicado un artículo en Il Giornale donde analiza y complementa el riguroso estudio «Homogenitorialidad, filiación y entorno» de la psicóloga Elena Canzi, investigadora del Centro de estudios familiares e investigación de la Universidad Católica de Milán. En dicho estudio el académico plantea la siguiente pregunta: «¿Podemos estar seguros de que los hijos de las parejas gays crecen felices y sin preocupaciones?».
Conclusiones políticamente incorrectas
Las conclusiones a las que llega Risè van en contra de la tendencia políticamente correcta, que es la de suponer que podrían ser igual de apropiados para adoptar o criar hijos una pareja de homosexuales, que una familia tradicional de un padre y una madre.
Aunque ya muchos países han legalizado el «derecho» de adopción por parte de las parejas homosexuales, se trata de un auténtico «experimento social» producto de las presiones de los colectivos LGTB que cuentan con el apoyo de políticos y empresarios liberales. Es, esto, de lo que advierte Risè quien no se caracteriza precisamente por ser «homofóbico» ni «ultraconservador», y ni siquiera confiesa su adhesión a religión alguna. Y es que, ante la corriente social dominante, que impone ser «optimista» ante el discurso que valida la «belleza del ser hijo de una pareja gay», protesta el psicoterapeuta italiano, «cualquier crítica o duda es calificada como homofóbica o cualquier otra cosa».
Intereses económicos detrás de todo
En el pasado este académico ha puesto de relieve que «gran parte de la propaganda sobre la maternidad sin padres» o paternidad sin madres «es impulsada por los intereses de las compañías de tecnología genética y biotecnología». Pero en realidad ningún padre, a pesar de la buena fe, puede desempeñar el rol de madre, señala el experto italiano y así lo argumenta:
«La vida humana incorpora dos ámbitos: el hecho natural, biológico y el simbólico que el niño lleva plasmado en su psique, consciente e inconsciente. Ambos están involucrados en el desarrollo, en la manifestación de una capacidad proyectiva, en el fortalecimiento de una afectividad equilibrada. El padre es un individuo de género masculino que ha plasmado en su herencia genética, antropológica, afectiva y simbólica la historia de su género. Precisamente porque es un varón y no una mujer, no puede tener ni el conocimiento profundo natural ni el conocimiento simbólico maternal. Los dos códigos simbólicos, paterno y materno, son muy diferenciados».
Investigaciones insuficientes
Risè también pone en evidencia que hay investigaciones que avalan la paternidad gay, pero que se limitaron a un escaso lapso de tiempo, cuando generalmente los problemas aparecen durante la adolescencia e incluso mucho más tarde. En un tema tan delicado, sobre todo donde los sentimientos, la educación y por último las «personas» están en juego, no se debe llegar a conclusiones «rápidas e incompletas», afirma.
El psicoterapeuta afirma que es recién a los 28 años, tras concluir la llamada fase heroica de la infancia-adolescencia para entrar en la madurez, «cuando aparecen en estos niños los signos más problemáticos o de dificultad».
Aumento considerable de la depresión
Aunque la depresión es un trastorno característico de la época en que vivimos, su incidencia en niños creados por parejas gay «aumenta exponencialmente del 18% en la adolescencia al 51% en la edad adulta», mientras que «en el grupo de hijos de parejas heterosexuales disminuye en el tiempo en dos puntos porcentuales con un valor en la edad adulta del 20%», afirmó.
Estos datos, hasta ahora no revelados, han hecho que durante décadas estos niños sean «víctimas invisibles», como las llama Paul Sullins, autor del reciente estudio publicado en 2016. «Por supuesto, la depresión en la edad adulta es para estas personas solo un riesgo, no un destino», advierte.
La depresión y el desorden déficit de atención son algunos aspectos que no deben dejarse en segundo plano pide Risè, reconociendo que desafortunadamente por «apresurarse» en llegar a una conclusión positiva, «algunas investigaciones y estudios de estos años han dejado en el claroscuro este rasgo de dificultad que es, existe y no debe ser subestimado»
Explica también que «a menudo se insiste en la poca agresividad de estos niños y en su apertura mental, en particular con respecto a la orientación sexual. Ciertamente sería algo bueno. Pero en los análisis más cualitativos, esto a menudo aparece más como un compromiso para proteger a los padres de la agresión del exterior. Esa actitud «paternal» de los niños hacia sus padres incide en ausencia de espontaneidad, fatiga emocional y depresión».
Con información de Portaluz.