(Catholic Herald/InfoCatólica) Llevar a la gente más cerca de Jesucristo a través de su Iglesia es el corazón de un nuevo plan de ocho puntos lanzado por el Obispo Philip Egan de Portsmouth, y para ello la primera prioridad es que los católicos se conviertan en santos.
En el quinto aniversario de su ordenación episcopal, el obispo Egan expuso su plan en el boletín diocesano.
Volver a escuchar el Evangelio
La primera prioridad es la misión, para «permitir que un número infinito de personas vuelvan a escuchar el Evangelio»; el segundo es «ayudar a todos los católicos, especialmente a los que aún no son católicos practicantes, a tener una relación personal más profunda con Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, a ser discípulos más comprometidos y a discernir sus carismas para participar más activamente en la misión de la Iglesia».
En tercer lugar, escribió: «confiando completamente en Dios por medio de la oración, implorando al Espíritu Santo que inspire a nuestros sacerdotes y laicos con alegría permanente y mucha creatividad para así desarrollar y realizar nuevos e innovadores ministerios y formas de vida cristiana».
Su cuarta prioridad es «ayudar a nuestras comunidades parroquiales y escolares a convertirse en centros de servicio orientados hacia el exterior».
Estas cuatro prioridades conducen a tres focos específicos o áreas de atención. Se centran en la juventud, promocionan las vocaciones y priorizan los recursos de la diócesis.
Pero la necesidad más básica, escribió, «es que los católicos de Portsmouth se conviertan en santos». Esto significa, «que buscamos la santidad de vida imitando a nuestro Señor Jesucristo, en obediencia al Padre, y la autoridad legítima, amando y respetándonos mutuamente, y llenos del Espíritu Santo».
Dos peligros: fundamentalismo y secularismo
A principios de este año, llamó a los católicos a «liderar la nueva evangelización de nuestra tierra» a la luz de dos peligros: el fundamentalismo - «religión sin razón» - y el secularismo - «razón sin religión».
En octubre pasado, el Obispo Egan dijo que en todas las escuelas católicas «todo el plan de estudios debe estar centrado en Cristo» y dijo que la adoración eucarística y la oración contemplativa deberían comenzar en la escuela primaria para ayudar a los alumnos a «construir una relación personal con Jesús».