(LifeSitesNews/InfoCatólica) El más destacado filósofo católico de Alemania, que anteriormente afirmó que Amoris Laetitia rompe con Veritatis Splendor, ha salido en defensa de los cuatro cardenales que pidieron al Papa Francisco que aclare las ambigüedades en su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia respecto a los sacramentos para los católicos divorciados vueltos a casar.
«Es deplorable que sólo cuatro cardenales hayan tomado la iniciativa en relación con este tema» afirmó Robert Spaemann en defensa de la dubia presentada por cuatro cardenales .
En una entrevista con el diario italiano católico de opinión «Nuova Bussola Quotidiana» el domingo, Spaemann subrayó que los cuatro cardenales tenían razón en dar a conocer la dubia en todo el mundo para abordar la perplejidad que la Amoris Laetitia ha creado en el episcopado.
Spaemann es famoso por su trabajo filosófico sobre la ética cristiana, la bioética y los derechos humanos. Es amigo personal del Papa Emérito Benedicto XVI y profesor emérito de la universidad de Munich. Él ya ha expresado su preocupación por la ambigüedad de Amoris Laetitia, llamándolo una « ruptura con la tradición católica».
«Con la dubia, los cardenales asumen su deber de sostener con su consejo –en la medida en que son “senadores”– en la Iglesia junto con la persona del Santo Padre. Los cuatro Cardenales han elegido el camino correcto».
Recientemente, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, sugirió que el Papa podría consultar a su congregación para resolver la ambigüedad. Spaemann añadió que el dubia debería haber ido a la Congregación para la Doctrina de la Fe. «El primer destinatario de la dubia es el Papa, aunque en mi opinión el escrito debería haber pasado por la Congregación para la Doctrina de la Fe».
En cuanto al silencio del Papa Francisco, que hasta ahora no ha respondido a los Cardenales, Spaemann escribió:
«La negativa del Papa a responder al llamamiento de los cuatro Cardenales me llena de gran preocupación, ya que, de alguna manera, el Magisterio supremo en este caso está siendo degradado. El Papa Francisco claramente tiene una profunda aversión a estas decisiones en las que se requiere un “sí” o un “no”».
Cristo siempre respondió claramente a las preguntas
Spaemann hizo hincapié en que el camino de Cristo conlleva una clara distinción de lo verdadero y falso: Cuando, por un lado, el Papa Francisco vacila: «Cristo, el Señor de la Iglesia, por otra parte siempre dio a sus discípulos la respuesta clara a decisiones de este tipo. A la pregunta específica sobre el adulterio, él sacudió a los apóstoles con la simplicidad y claridad de su enseñanza ».
Comprensión subjetivista del discernimiento de conciencia
La tercera duda se refiere si todavía es «posible afirmar que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo la ley que prohíbe el adulterio (Mateo 19, 3-9), se encuentra en una situación objetiva de grave pecado habitual». Spaemann se opuso a la comprensión subjetivista del discernimiento de conciencia: «Es un grave error pensar que la subjetividad es el último criterio para la administración de los sacramentos. También es cierto que toda acción que va contra la conciencia es mala, pero también se puede actuar de acuerdo con una conciencia errónea. Esta es la clara enseñanza de Santo Tomás de Aquino».
La conversión como la solución
Si una persona se encuentra en una situación desconcertante (casus perplexus), una situación en la que la persona siente que tiene que elegir entre dos o más males con lo cual piensa que estaría bien ir en contra de la norma, en este caso «de esta dilema uno sólo puede salir a través de la conversión», que es una apertura de la conciencia hacia la verdad objetiva. El lugar de la renovación de la verdad es, por un lado, la razón, por el otro, la Revelación».
La entrevista terminó con el llamado de Cristo en el Evangelio de Juan (6,67): «¿También te irás?» Esta es la pregunta que Jesús da a sus discípulos cuando la multitud se va después de haber oído las palabras de Jesús. Pedro no discute, sino que sólo pregunta: «¿A quién iremos? Sólo tú tienes las palabras de la vida eterna».