(Terrasanta/InfoCatólica) Publicamos el Comunicado de prensa del Consejo de líderes de las confesiones cristianas de Alepo, celebrado ayer tras días de duros bombardeos sobre la ciudad, precisamente cuando se celebraba la Pascua ortodoxa (12 de abril según el calendario juliano).
Durante la semana de la Pasión redentora y de los días de Pascua, nuestra ciudad y el pueblo han sufrido un intenso dolor, una profunda angustia y desconsuelo, la noche en que han sido objetivo los barrios civiles de la ciudad de granadas de guerra y cohetes cuya capacidad destructiva no se había visto antes.
Hemos ido a ver y hemos llorado: cuerpos destrozados entre los escombros, jirones de carne por las paredes y sangre mezclada con la tierra de nuestra patria. Decenas de mártires de todas las religiones y confesiones, heridos y mutilados, hombres y mujeres, ancianos y niños. Hemos escuchado el llanto de las viudas y los lamentos de los niños, y hemos visto el pánico en el rostro de la gente.
Desde lo más profundo del sufrimient oy de la gran angustia, hacemos un llamamiento, gritando, a las personas de conciencia recta, en el caso de que haya alguno dispuesto a escuchar: ¡basta ya de destrucción y desolación! ¡Basta ya de ser un laboratorio de ensayo de armas en una guerra devastadora! ¡Estamos cansados! Cerrad la puerta a la venta de armas y parad los instrumentos de muerte y el suministro de municiones. ¡Estamos cansados!
¿Qué queréis de nosotros? ¡Decidlo! ¡Porque estamos cansados!
¿Queréis que nos quedemos heridos y humillados, mutilados y privados de toda dignidad humana? ¿O que nos vayamos por la fuerza, y seamos destruidos manifiestamente?
Nosotros queremos vivir en paz, ciudadanos honestos junto al resto de hijos de este país. No tenemos miedo del martirio, pero nos negamos a morir y que nuestra sangre sea el precio de un fin sospechoso y mezquino.
Rechazamos que Alepo se convierta en el «Alepo de los mártires», y queremos que siga siendo «Alepo ash Shahba» (lit. la Alepo gris, por el color de sus edificios), testigo de la ternura, del amor y de la paz, del perdón y del diálogo. La ciudad de Alepo, la joya preciosa en la corona de nuestra país, Siria, con todos sus componentes y su diversidad de civilizaciones, cultural, religiosa y confesional.
Que la misericordia sea con nuestros mártires, la sanación a nuestros enfermos, la tranquilidad en el ánimo de nuestros hijos y la seguridad y la paz a todos nuestros ciudadanos.