(InfoCatólica) El obispo ha pretendido iluminar desde la Doctrina Social de la Iglesia la cuestión de la votación en el Congreso diputados sobre la «popularmente llamada mini-reforma de la ley del aborto», también conocida como Ley Aído.
Cuando la legislatura a punto de terminar, el prelado recuerda que el PP se presentó a las pasadas elecciones generales con un programa electoral en al que aparecía la reforma ley aborto, que intentó llevar adelante el ministro Gallardón. Una reforma que, como dijo la Iglesia, no era una ley moral porque consagraba el aborto en muchos supuestos, lo cual hacía que no fuera aceptable desde la fe católica, pero tenía al menos la intención de disminuir el número de abortos.
Mons. Munilla recuerda que hubo una polémica dentro del PP y la reforma se fue retrasando a pesar de que dicho partido contaba con mayoría absoluta. A pesar de que el proyecto de reforma se aprobó en el consejo de ministros, «el presidente del gobierno, por su cuenta y riesgo», decidió retirarla, lo cual provocó la dimisión del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón.
«Entonces», añade el obispo, «para compensar se dice: `ya haremos algo´. Ahora viene la escenificación de ese `ya haremos algo´». El prelado explica que lo que mañana se votará es una de las partes menos populares de la ley Aído, que permite a las menores abortar sin consentimiento de los padres o tutores legales. Con eso, asegura el obispo, dirán «ya hemos cumplido» pero solo «se pretende lavar la cara de lo que ocurrió».
Falso cumplimiento, engaño
Mons. Munilla indica que «hay un pequeño grupo de parlamentarios» del PP «que están dando guerra porque no están dispuestos en su conciencia a escenificar esta especie de falso cumplimiento« ya que, añade, «no es verdad que esto responsa a esa promesa electoral de hacer una reforma seria. Este grupo de parlamentarios está creando una crisis fuerte diciendo que `en conciencia no podemos votar a favor de esa mini-reforma´» porque «políticamente es venir a decir que ya hemos cumplido con esa promesa».
El obispo se pregunta si esa mini-reforma que consiste en que las menores no puedan abortar sin el consentimiento paterno es un bien sustancial y responde: «Lo cierto es que no». Y da dos motivos:
1- En la situación actual la mayoría de los padres animan a sus hijas a abortar.
2- Hay algo que se quiere ocultar y es que en caso de conflicto, cuando los padres no quieren que su hija aborte, no se les reconoce a los padres «el poder de decisión, sino que hay que ir a un juez para que decida entre lo que quiere el padre y lo que quiere la menor de edad». «Entonces», plantea el obispo, «¿de qué estamos hablando?, ¿por qué queremos engañar siempre? No es cierto que se haya concedido esa patria potestad definitiva a los padres, porque en caso de conflicto va a decidir un juez»
Mons. Munilla asegura que entre una parte de la población provida eso «no cuela» y ese grupo pequeño de parlamentarios «son parte de esa conciencia social».
La mentira de que el aborto no será un derecho
Se ha intentado convencerles diciendo «cambiaremos algo más. Igual vamos a cambiar el concepto de aborto como derecho. De esa manera nuestro cambio no es una cuestión mínima». Pero, advierte el obispo, los parlamentarios provida han dicho que eso tampoco «cuela» y que no piensan votar a favor «aunque cambien la palabrita `derecho al aborto´. Si tú al libro rojo de Mao le cambias las pastas y las pones de color anaranjado, sigue siendo el libro rojo de Mao». Igualmente «si tú dices que el aborto ya no será un derecho sino que simplemente el Estado facilitará libremente a todos los medios para abortar» eso es un requiebro nominalista pues «has dicho lo mismo de otra manera». «¿Por qué jugamos con las palabras?» pregunta don José Ignacio.
El obispo de San Sebastián asegura que si se mantiene una ley de plazos, como la actual, eso es «de facto, un derecho al aborto», porque «si está en los plazos, uno puede abortar sin decir ninguna causa. Eso es un aborto libre, un derecho al aborto en la práctica».
Desenmascarar las vergüenzas
Mons. Munilla añade que «para terminar de desenmascarar las vergüenzas de todo el mundo», el actual ministro de Justicia ha recordado este fin de semana que la Ley Aído no reconoce explícitamente el derecho al aborto sino el derecho a «la maternidad libremente decidida». «Yo también firmaría esa frase», asevera el prelado, «pero cuando una mujer está embarazada ya es madre. No puede decir si es madre o no es madre. Decidir sobre la maternidad es cuando una mujer no está embarazada… No hay que liarse con la formalidad de las palabras. El asunto es el concepto. Y el concepto es que la ley Aído es una ley en la que el aborto es libre. Para el caso es como si fuese un derecho».
Denuncia el lavado de cara
El obispo dice que el gobierno pretende «hacer un lavadito de cara, dejando las cosas exactamente igual a como están… jugando con las palabras para esconder un concepto». «Este gobierno», añade, «va a caer en la ignominia de haber cambiado su posición a lo largo de la legislatura… y asume la ley de plazos y no de supuestos».
El Constitucional no exime al gobierno de su responsabilidad
Mons. Munilla sentencia que «lo que se vota mañana no es un mal menor». Y afirma que aunque es una «vergüenza que el Tribunal Constitucional» no se haya pronunciado sobre la Ley Aído, «no le ahorra la responsabilidad al gobierno de tener que hacer lo suyo, porque los políticos están para hacer leyes y los jueces están luego para ver si son constitucionales o no, pero el gobierno no puede delegar en el Constitucional este tema».
El prelado indica que aunque el Constitucional dijera que la ley Aído cabe dentro de la Constitución, «no le exime al gobierno de hacer una legislación conforme al principio de la defensa de la vida humana».
Estamos jugando con vidas humanas
«El colmo de los colmos», asegura Mons. Munilla, es que además de todos las presiones políticas sobre los parlamentarios «resistentes», se ha anunciado que «les pondrá sanciones» por romper la disciplina de voto:
«Aquí no se pone una multa a un partido que incumple una promesa de reforma de la ley del aborto. La multa se le pone a un parlamentario que quiere ser fiel en conciencia a lo que desde un principio ha creído. Es increíble que crisis moral vivimos. Una crisis tremenda en la que tendemos a engañarnos… y estamos jugando con vidas humanas. Estamos diciendo que aquí hay ciento diez mil vidas humanas inocentes que son sacrificadas anualmente».
Priorizar la conciencia
Tras pedir a los fieles que recen por los parlamentarios que tienen dudas ante lo que hacer mañana, el obispo les dice: «prioricemos la voz de la conciencia, porque la voz de la conciencia es la presencia oculta de Dios en nuestra vida. No acallemos nunca la voz de la conciencia. Ojalá podamos decir como el Beato Newman: `No he pecado nunca contra la luz, he intentado ser siempre fiel a esa luz de mi conciencia»