(Rorate Caeli/Adelante en la Fe) Mons. Gadecki recordó que el Sínodo es sólo un órgano consultivo del Papa, pero las decisiones son tomadas por el mismo Santo Padre, después de escuchar las opiniones de sinodales. Dichas opiniones no tienen un carácter vinculante para el Papa. Por otra parte, las votaciones que se efectúan en el Sínodo no son de valor doctrinal, ya que se toman sólo con el fin de ayudar a los obispos a alcanzar una visión común más completa.
Ataque a la indisolubilidad del matrimonio
En cuanto a la propuesta que fue presentada durante el Sínodo, de admitir la Sagrada Comunión, bajo ciertas condiciones, de las personas que están divorciados y que viven en nuevas relaciones, Mons. Gadecki respondió que, según su opinión, se trataba de un intento de «atacar el indisolubilidad del matrimonio», lo que podría conducir a cambios en la comprensión del sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía.
Agregó que es consciente de que la práctica de dar la comunión a divorciados viviendo en nuevas relaciones, es cada vez más generalizada, y la encuesta pre-sinodal reveló la magnitud de este fenómeno. Esta encuesta, agregó, demostró que la crisis del matrimonio y la familia no es sólo una cuestión polaca, sin que es extensa y afecta a todos los continentes. El porcentaje de divorcios y el número de niños perjudicados es aterrador.
Mons. Gadecki explicó que la propuesta de permitir la comunión de divorciados vueltos a casar fue planteada sobre todo por iniciativa de los círculos alemanes y sudamericanos.
En Alemania, en la práctica, casi nadie se confiesa y, sin embargo, todo el mundo comulga. En América del Sur, por el contrario, el problema es que las personas que están divorciadas y que viven en nuevas relaciones, a menudo se unen a sectas, donde reciben la bendición. Esta es una de las razones importantes del desarrollo tan fuerte de sectas en este continente.
Mons. Gadecki, explicó que no es posible resolver el problema en el plano teológico, porque la teología católica se basa en las páginas del Evangelio donde Cristo prohíbe el adulterio. Esta prohibición fue transmitida a nosotros por Cristo en condiciones igualmente difíciles como hoy, tal vez incluso más difíciles, porque los paganos a convertirse al cristianismo tenían situaciones maritales, aún más irregulares maritales, incluso con respecto a los matrimonios entre parientes cercanos.
Cambio impensable
Por tanto -subrayó Mons. Gadecki-, en la Tradición de la Iglesia, también claramente explicado en el Catecismo, no existe la posibilidad de la absolución y la Santa Comunión a una persona que está en una situación de divorcio y que permanece en una nueva relación. No existe la posibilidad de un cambio de este tipo de la doctrina de la Iglesia para admitir otras soluciones, incluso las restringidas a casos específicos. Esto es especialmente cierto, si uno es consciente de que las excepciones no tardarían en convertirse en una regla. El arzobispo de Poznań informó a los periodistas, que a los ojos de los obispos de muchas regiones del mundo, por ejemplo, de Europa Central y Oriental, tal cambio sería absolutamente impensable.
Más información, en Adelante la Fe