(EP/InfoCatólica) «¿Hasta cuándo se seguirán defendiendo sistemas de producción y de consumo que excluyen a la mayor parte de la población mundial, incluso de las migajas que caen de las mesas de los ricos? Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de los mercados», advierte el Pontífice en su carta.
Según precisa, este cambio en el modo de entender la actividad económica, la producción alimentaria y la protección del ambiente quizá sea «la única posibilidad de construir un auténtico futuro de paz, que hoy se ve amenazado también por la inseguridad alimentaria».
De esta forma, el Papa se hace eco del «grito de tantos hermanos y hermanas» que en diversas partes del mundo «no tienen el pan de cada día».
Esta Jornada, según apunta, hace pensar en «una de las paradojas más dramáticas de este tiempo» a la que la sociedad asiste «con impotencia» e «indiferencia»: la destrucción y desperdicio de alimentos en un mundo en que 805 millones de personas pasan hambre.
Situación inquietante
El Papa señala que, a pesar de los avances que se están realizando en muchos países, los últimos datos siguen presentando una situación «inquietante» a la que, a su juicio, «ha contribuido la disminución general de la ayuda pública al desarrollo».
En todo caso, va más allá de los datos, para alertar de que «quienes sufren la inseguridad alimentaria y la desnutrición son personas y no números» y, por lo tanto, están «por encima de cualquier cálculo o proyecto económico».
Por otra parte, el Santo Padre defiende a la familia rural que, según explica, «puede responder a la falta de alimentos sin destruir los recursos de la creación». Para el Pontífice, las iniciativas en favor de la familia, en el ámbito local, nacional e internacional, «distan mucho de colmar sus exigencias reales y esto es un déficit que hay que atajar».
Por ello, reclama que se defienda a las comunidades rurales frente a «las graves amenazas de la acción humana y de los desastres naturales» en el marco de una acción «permanente» que favorezca su participación en la toma de decisiones y ponga a su alcance tecnologías apropiadas respetando siempre el medio ambiente. Francisco considera que así se podrá modificar la forma de llevar a cabo la cooperación internacional y de ayudar a quienes pasan hambre o sufren desnutrición.
Para el Papa, «nunca como en este momento» ha necesitado el mundo que las personas y las naciones «se unan para superar las divisiones y los conflictos existentes». Concretamente, ha pedido solidaridad con las personas que sonvíctimas de sangrientos conflictos y de sus consecuencias de destrucción y de miseria, entre ellas, la falta de casa, de atención médica y de educación.
Finalmente, insta a preservar la creación «como el bien común más precioso» del que depende la vida de la familia humana, para lo que se requiere «una educación y una formación capaces de integrar las diversas visiones culturales, los usos, los modos de trabajo de cada lugar sin sustituirlos en nombre de una presunta superioridad cultural o técnica».