(Efe) Para el cardenal Herranz, lo más importante del Concilio Vaticano II fue «la llamada universal a la santidad y al apostolado» y la invitación «a salir de un cristianismo de salón para tornar a los primeros años del cristianismo cuando uno se dejaba matar por el amor de Cristo».
Por otra parte, ha calificado de «importante» la cuestión del matrimonio, que se trató durante dos días en el consistorio y ha afirmado que el hecho de que haya opiniones distintas sobre el tema «es un cosa normalísima, que entra dentro de la reforma de la Curia».
El matrimonio es indisoluble en todo caso
Concretamente, ha destacado que «la voluntad de Dios es la indisolubilidad del matrimonio» y que esto «no lo puede disolver ninguna potestad humana ni siquiera el Papa»; que «no es un hecho privado que uno resuelve al nivel de la conciencia» sino «un acto de consenso» que «tiene consecuencias jurídicas y sacramentales»; y que también tiene un nivel pastoral.
En este sentido, se ha preguntado si «hoy por hoy los tribunales eclesiásticos tienen la capacidad de disertar y en qué forma sobre el matrimonio», y ha agregado que a veces «no tienen ideas claras» sobre la constitución de matrimonio.
Papa espontáneo y sencillo
Con motivo del primer aniversario de la elección del Papa Francisco, el cardenal español ha destacado la «espontaneidad y sencillez» del Pontífice que promueve «una Iglesia misionera en contraste con una Iglesia autorreferencial».
Herranz ha asegurado que el Papa Francisco pretende hacer «que el mundo se enamore de Cristo» y ha reseñado que con esta actitud pone de manifiesto el Concilio Vaticano II.
De hecho, ha explicado que el Papa Francisco es «un apasionado enamorado de Cristo» y ha comparado su «amor divino» a lo que sucede con una madre «que tiene el niño malo y por tres días y por tres noches no se separa de la cuna». «Cuando se está enamorado de Cristo, se hacen cosas que escapan a los esquemas del mundo», ha agregado.
Año de gracia
En este sentido ha subrayado que la Iglesia ha tenido «un año de gracia especial» y que el Papa «encuentra en la relación con el otro una necesidad».
Sobre el cónclave, el cardenal Herranz ha comentado que los cardenales no funcionan «con un criterio sociológico» sino que se piensa en las cualidades que tiene que tener una persona en ese momento concreto de la Iglesia y del mundo y que es el Espíritu Santo el que al final lo «señala»