(EFE/InfoCatólica) Ataviado con capa pluvial verde y ante miles de personas que nuevamente llenaban la plaza de San Pedro, Jorge Mario Bergoglio centró su alocución en la familia que ora. «Quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo», dijo. Sí, es verdad, pero es «también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios», añadió.
El papa afirmó que para rezar se requiere «sencillez». «Rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno para el otro», aseveró.
Luego abordó otro aspecto: la familia que conserva la fe. «¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás?», se preguntó. Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», están muy ocupadas; «pero ¿han pensado alguna vez que esta carrera puede ser también la carrera de la fe?», dijo. «Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe».
Un último aspecto -refirió- lo encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren», recordó. «Todo este Salmo -explicó- es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: Alegraos siempre! el Señor está cerca».
El pontífice argentino señaló que «la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida». Y en la base de este sentimiento de alegría profunda «está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias». Para el papa, si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario -subrayó-, «la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad».
Encuentro con las familias del sábado
Durante la fiesta hubo reflexiones, música, narración de cuentos a los niños y testimonios, hasta que el papa Francisco hizo su aparición a las 17. 30 hora local con un globo naranja en la mano y agarrando a varios niños que portaban globos de diferentes colores. Ya en el estrado, el pontífice preguntó a los presentes si sabían hacer el signo de la cruz y, al asentir, les dijo: «Pues vamos a hacerlo juntos».
Después de la canción «We are the world» («Somos el mundo») interpretada en inglés por un coro de niños, todos los globos fueron soltados y pintaron el cielo de colores. Sentado en la butaca del estrado, el papa siguió los testimonios y canciones con atención, mientras las escaleras se llenaban de niños a los pies del pontífice. Después de escuchar a ancianos, familias con y sin dificultades, jóvenes en paro y emigrantes llegados de África, el papa se dirigió a los presentes y habló de la familia y del matrimonio.
Aludió al divorcio, al considerar que «no hay que hacer caso a esta cultura de lo provisional que rompe la vida en pedazos». «Los esposos cristianos no son ingenuos, pero no tienen miedo de responder ante Dios y ante la sociedad», destacó. Explicó que el matrimonio es un «largo viaje que deben hacer juntos, que dura toda la vida y necesita la ayuda de Jesús». Para el papa, hay tres palabras fundamentales para la convivencia en familia -permiso, gracias y excusas- y pidió: «Que nunca terminemos la jornada sin hacer las paces». Dar las gracias todos los días al otro es bello, aseguró, a la vez que resaltó la importancia de pedir excusas «cuando alguno se ofende en familia».
También se refirió a los abuelos, de los que dijo que son «la sabiduría de un pueblo y un pueblo que no escucha a sus ancianos es un pueblo que muere». El Consejo Pontificio de las Familias, que organizó el acto, señaló que entre los miles de personas presentes se encontraban numerosos niños y ancianos, «para destacar la sucesión generacional que tiene lugar en la familia».
Durante la tarde se celebró el concurso «Talentos de Familia» en el que se presentaron diecinueve canciones, de las cuales tres fueron seleccionadas y que escucharon durante la fiesta de la familias, la primera de ellas interpretada por un joven italiano, la segunda por un peruano y la tercera por un congolés.
Otro de los actos organizados por el Consejo Pontificio fue el concurso «Presenta tu familia al papa Francisco», para el que han sido enviados más de 4.000 dibujos elaborados por niños de todo el mundo. A las 19.30 hora local, el pontífice saludó a los participantes y ya de noche subió al «papa-móvil» para moverse entre los asistentes, que lo abrazaban y besaban. La Fiesta de la Familia continua hoy con una misa celebrada por el papa Francisco en la Plaza de San Pedro y finaliza con la oración del Ángelus, que incluye una colecta para familias sirias, ante la difícil situación en ese país.