(Faro de Vigo/InfoCatólica) Por su interés reproducimos el artículo completo de Pedro Larrauri publicado en El Faro de Vigo:
Los que llaman criminales a las mujeres que abortan, o a quienes llevan a cabo esa intervención, están muy equivocados. Un crimen es un delito, y tiene que estar penado por la ley. No es el caso del aborto, en el que no se infringe la ley. Aunque nadie puede negar que en cada aborto se acaba con la vida de un ser humano. Sin embargo, si alguien da a luz a un hijo y al día siguiente lo asesina, sí que comete, sin ninguna duda, un acto criminal. Solo los que le otorgan a la vida de un embrión humano un valor supremo y absoluto (en base a sus creencias o a su fe religiosa) pueden llamar «crimen alevoso y abominable» al aborto legal.
Yo fui miembro de una asociación pro-vida, y también fui intolerante y agresivo porque pensaba que luchaba por una causa justa. Pero he cambiado de ideas. Si alguna de mis hijas queda embarazada y decide abortar y aborta, respetaré su decisión, y ni se me pasará por la cabeza pensar que ha cometido un acto criminal. No tengo tiempo aquí para hablar de matices sobre este delicado asunto, de educación y de responsabilidad. Lo ideal sería que no hubiera ningún aborto, y que ninguna mujer quedara embarazada sin desear tener un hijo. Pero defiendo que una mujer tiene que decidir voluntariamente querer tener un hijo para tenerlo. Y si queda embarazada contra su voluntad hay un periodo de tiempo en el que el embrión concebido no tiene ninguna posibilidad de vivir de manera independiente fuera del útero de la madre, y si por ejemplo la madre deja de comer el feto termina muriendo; en cambio, a partir del 6º mes del embarazo el feto podría ser extraído por cesárea y sobrevivir. Ese momento de cambio biológico puede asimilarse a un cambio jurídico. Por eso en UPyD defendemos la llamada «Ley de Plazos», que supone la legalización el aborto llevado a cabo en un plazo determinado (por ejemplo, las 22 primeras semanas del embarazo).
En el mismo periódico se ha publicado la siguiente carta de Luis Carlos López Vázquez, en respuesta a las tesis del señor Larrauri:
El señor Pedro Larrauri manifiesta en su carta, publicada el día 18 de julio, ciertas cuestiones sobre el aborto que, al discrepar de ellas porque las considero erróneas, creo que merecen ser puntualizadas:
1º error: identificar un «crimen» con un «delito». Falso: pueden existir crímenes y conductas éticamente reprobables que no son objeto de reproche legal. Dicho de otro modo, puede haber conductas que, por muy legales que sean, no dejan de ser reprobables. Desgraciadamente no siempre el Derecho positivo coincide con la Ética.
2º error: definir como criterio la «autonomía» del ser vivo. Falso: no es cierto que el embrión o el feto no tengan ninguna posibilidad de vivir de forma independiente fuera del útero y el nacido sí. A diferencia de muchos animales (irracionales), tanto un embrión, un feto o un recién nacido dependen radicalmente de ayuda externa. Abandone vd. un recién nacido a su suerte y verá lo que le pasa. Por tanto, el criterio de autonomía no es aplicable a este asunto.
3º error: identificar la defensa de la vida con las posiciones religiosas. Falso: la defensa de la vida es independiente y anterior a toda postura religiosa y afecta a toda persona (religiosa o no); es, en principio, un tema estrictamente ético (filosófico) aunque después deviene lógicamente en un asunto moral (religioso). A mayores, por supuesto que las personas religiosas defendemos la vida, pero este es otro tema.
4º error, y el más recurrente: defender que la madre tiene derecho a decidir voluntariamente sobre la vida de su hijo. Falso: la madre tendrá, en todo caso, derecho a decidir sobre su propia vida (e incluso en este caso con limitaciones, pues el suicidio está penado), pero en modo alguno tiene derecho a decidir sobre una vida ajena, aunque sea la de su propio hijo. ¿Por qué se prohíbe la muerte propia (suicidio) y se permite la ajena (aborto).
Finalmente, es muy significativa (y contradictoria con su planteamiento) la frase que el Sr. Larrauri incluye en su carta: «nadie puede dudar que en cada aborto se acaba con la vida de un ser humano» (sic). Si esto incluso lo reconoce un defensor del aborto legal, ¿qué les voy a contar yo?