(VIS) La Nota, firmada por el Prefecto de la Congregación, el Cardenal William Levada, ha sido aprobada por el Santo Padre. Ya en 2010, la Congregación se dirigió a Sor Margaret Farley para para transmitirle una valoración preliminar de su libro e indicarle los problemas doctrinales que presenta.
Su respuesta no fue satisfactoria, por lo que la Congregación decidió emprender un Examen con procedimiento urgente. La evaluación realizada por una comisión de expertos, reunida en 2011, confirmó que el libro contenía “proposiciones erróneas cuya divulgación podía causar grave daño a los fieles”. Se hizo llegar a la autora la lista de las proposiciones erróneas, invitándola a corregirlas. A juicio de los miembros de la Congregación, la respuesta de Sor Farley a esta petición “no clarifica adecuadamente los problemas contenidos en su libro”, por lo que han decidido proceder a la publicación de la presente Nota, de la que ofrecemos a continuación algunos extractos:
“La autora no entiende correctamente el papel del Magisterio de la Iglesia, que es expresión de la autoridad de los Obispos para enseñar en comunión con el Sucesor de Pedro, que guía a la Iglesia a una comprensión siempre más profunda de la Palabra de Dios que se encuentra en la Sagrada Escritura (…). Sor Farley trata argumentos de carácter moral ignorando la enseñanza constante del Magisterio, y cuando ocasionalmente lo menciona, lo trata como a una opinión más. (…) Revela también una comprensión defectuosa del carácter objetivo de la ley moral natural”.
“Entre los numerosos errores y ambigüedades del libro, se encuentran sus opiniones acerca de la masturbación, los actos homosexuales, las uniones homosexuales, la indisolubilidad del matrimonio y el problema del divorcio seguido de nuevas nupcias”.
“Escribe Sor Farley: «La masturbación (...) generalmente no implica ningún problema de carácter moral». (…) Sus afirmaciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia Católica: «Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. (…) El goce sexual es buscado aquí al margen de la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero»”. (...)
“Escribe Sor Farley: «Desde mi punto de vista (…), las relaciones y los actos homosexuales pueden ser justificados de acuerdo con la misma ética sexual de las relaciones y los actos heterosexuales». (…) Dicha posición no es aceptable. La Iglesia Católica, en efecto, distingue entre personas con tendencias homosexuales y actos homosexuales. En cuanto a las personas con tendencias homosexuales, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que deben ser acogidas «con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta» . En cuanto a los actos homosexuales, en cambio, el Catecismo afirma: «Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso»”.
Frente al apoyo de Sor Farley al matrimonio homosexual, la Nota recuerda que “«La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a (...) la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. (...) No atribuir el estatus social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia, sino que, por el contrario, es requerido por ésta»”.
“Escribe Sor Farley: «Mi posición personal es que el compromiso matrimonial está sujeto a disolución» (…) Dicha opinión está en contradicción con la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio: «El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, así como el bien de los hijos, exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad. (…) El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble, y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua»”.
En opinión de Sor Farley, los divorciados pueden volver a casarse. “Dicha opinión contradice la doctrina católica que excluye la posibilidad de segundas nupcias después del divorcio. (…) La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo (...) (Mc 10,11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio”. (…)
“Con esta Notificación, la Congregación para la Doctrina de la Fe lamenta profundamente que un miembro de un Instituto de Vida Consagrada, Sor Margaret A. Farley, R.S.M., haga afirmaciones que están en contraste directo con la doctrina católica en el ámbito de la moral sexual. (…) La Congregación desea, además, alentar a los teólogos para que cumplan con sus tareas de estudio y enseñanza de la teología moral en plena conformidad con los principios de la doctrina católica”.