(ACI/EWTN) En su discurso, el Papa recordó unas palabras del Beato Juan XXIII: "Antes que sacerdotes cultos, elocuentes, puestos al día, se requieren sacerdotes santos y santificadores". Agregó que esta afirmación del Beato "es todavía actual, porque en toda la Iglesia es más fuerte que nunca la necesidad de operarios del Evangelio que sean testigos creíbles y promotores de santidad con su propia vida".
Refiriéndose a la formación de los seminaristas, Benedicto XVI subrayó que el contexto cultural de hoy exige "una sólida preparación filosófico-teológica". Deben conocer y comprender "la estructura interna de la fe en su totalidad, de modo que ésta se convierta en respuesta a las preguntas de los hombres".
"Además, el estudio de la teología debe mantener siempre un fuerte nexo con la vida de oración. Es indispensable la integración armoniosa del ministerio, con sus múltiples actividades, y la vida espiritual del presbítero", afirmó.
En este punto, citó su Carta a los seminaristas de octubre 2010, en la que escribió que "para el sacerdote, que tendrá que acompañar a los demás a lo largo del camino de la vida y hasta la puerta de la muerte, es importante colocar en justo equilibrio corazón e intelecto, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y ser humanamente íntegro".
Por ello, dijo el Pontífice, es necesario prestar gran atención "a la dimensión humana de la formación de los candidatos al sacerdocio. En efecto, nos presentamos ante Dios con nuestra humanidad, para ser auténticos ‘hombres de Dios’ ante nuestros hermanos. Quien quiere ser sacerdote debe ser, ante todo, un ‘hombre de Dios’. Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio y durante toda la vida sacerdotal es la relación personal con Dios en Jesucristo".
También destacó la experiencia de los seminarios regionales y afirmó que es "muy oportuna y válida", ya que permite el acceso a estudios de nivel elevado; contribuye a la comunión de las diócesis, "favoreciendo el conocimiento, la capacidad de colaboración y el enriquecimiento de experiencias eclesiales entre futuros presbíteros"; y constituye "una válida mediación entre las líneas de la Iglesia universal y las exigencias de las realidades locales".
"La agregación de los seminarios diocesanos en nuevos seminarios regionales, junto con la reforma de los estudios teológicos, produjo una notable elevación del nivel cualitativo. Un papel fundamental fue desempeñado por la Compañía de Jesús", a la que fue confiada la dirección de cinco seminarios regionales según recordó el Papa.