(InfoCatólica) La advocación data del año 1256, y tuvo su origne en la Iglesia de Santa María in Via, Roma. En este lugar se produjo en la noche entre el 26 y 17 de septiembre un hecho prodigioso que consistió en que dicha baldosa pétrea con la imagen de la Virgen -de una indescriptible dulzura- desbordó las aguas de un aljibe en una casa señorial en Roma (la casa de un cardenal) y quedó flotando como cerniéndose por encima de las aguas.
Había sido antes arrojada allí por uno de los miembros del servicio de la casa, quizá por despecho, enojo u odio. El sujeto arrojó la pesada piedra con la imagen de la Virgen pintada en ella. El pueblo romano y el mismo Papa consideraron que la Virgen quería manifestar que pese al hundimiento de quienes nos odian, o no nos conocen, o están heridos y por eso nos hieren, siempre podemos resurgir, levantarnos, incluso contra las leyes de la naturaleza física y del psiquismo, que podemos volver, levantarnos, resurgir, desde las profundidades del ahogo, de la tristeza y de la sin-salida. El Papa Honorio honró a la imagen en 1256 llevándola en procesión por la ciudad de Roma.
La carta pastoral de Mons. Sarlinga puede leerse desde la web de la diócesis de Zárate-Campana.